A veces una buena noticia no es el tanto. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación acaba de lanzar un tablero interactivo que permite realizar el seguimiento y análisis de las exportaciones agroindustriales a través del tiempo, así como la evolución de los mercados de destino los diferentes productos.
La herramienta incluye información clave de los 56 complejos que conforman la agroindustria y sobre los cuales se puede analizar en forma agregada y con distintos niveles de desagregación por producto, volumen, monto exportado y destino de venta.
Lo novedoso de la herramienta es que se pueden generar gráficos y seleccionar por mes o por año el dato requerido. La actualización de información –según se indicó– se realizará la última semana de cada mes en base a la información que suministra el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Todo fantástico hasta que llega el momento de observar un mapa del flujo de agroexportaciones donde es factible advertir que el principal destino de exportación es (¡chan!) el océano Atlántico.
No se trata de un error estadístico ni de programación, sino un recurso que debieron emplear los diseñadores de la plataforma para visualizar el insólito “apagón estadístico” que rige en la Argentina desde hace ya siete años.
Hasta 2017 las estadísticas argentinas de comercio exterior publicadas por la entonces Administración Federal de Ingresos Públicos (actual ARCA) fueron de pleno acceso público y así, tanto para exportaciones como importaciones, resultaba factible conocer (¡con actualizaciones diarias!) la posición arancelaria, producto, origen/destino, volumen, valor FOB y precio unitario.
Pero en febrero de 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, la plataforma del “Sistema Malvina” (SIM) de la Dirección General de Aduanas –organismo integrante de la Afip– fue inhabilitada de manera sorpresiva. Cuando las quejas comenzaron a amontonarse, el Indec finalmente comunicó en junio de 2018 que la Afip había dejado de publicar los registros de comercio exterior para preservar el secreto estadístico dispuesto en la Ley 17.622.
Es entendible que el secreto estadístico comprenda a la empresa exportadora, pero resulta increíble que también incluya los destinos de exportación al considerar que ese dato, en algunas circunstancias, puede dar a entender quién es la empresa exportadora que está detrás.
Así, los esfuerzos para diseñar un plataforma muy útil como la anunciada hoy se ven frustrados porque la información provista resulta incompleta y, como tal, puede dar lugar a interpretaciones poco fiables.