Pedro Vigneau, un productor y dirigente de Bolívar, sintió que tocaba el cielo con las manos en diciembre pasado, cuando recién asumía el presidente Javier Milei y él veía la posibilidad de modificar muchas de las situaciones históricas que afectaban al agro argentino. Entonces todo era ilusorio, pues en ese momento incluso había dejado la presidencia de Maizar para ser el segundo de Fernando Vilella en la rebautizada Secretaría de Bioeconomía.
Duró muy poco la ilusión: ya en febrero el equipo económico liderado por Luis Caputo y Juan Pazo daba muestra de su poder y disciplinaba al equipo integrado por Vilella y Vigneau, quitándole el manejo del presupuesto y la contratación del personal. Y a principios de abril, el mismísimo Pedro fue expulsado de muy mal modo (filtrando su “renuncia” a los medios un viernes a la tarde) por Pazo, quien designó en su lugar de inmediato al actual secretario de la renombrada Secretaría de Agricultura. Sergio Iraeta, en efecto, primero desplazó a Vigneau y un par de meses después se quedaría con el cargo de Vilella.
Ni Vilella ni Vigneau ni cualquier otro funcionario de aquella fallida gestión de Bioeconomia explicaron correctamente los verdaderos motivos de sus desplazamientos, porque a lo largo de todo este proceso tenían prohibido por el gobierno de Milei -que no se caracteriza justamente por su buena relación con los medios de comunicación y el periodismo profesional-, hablar con el periodismo. Vilella dio una sola conferencia de prensa justo antes de asumir, prometiendo una apertura hacia la prensa especializada que después no pudo o no quiso cumplir.
Todavía hoy el reclamo de mayor información por parte de los funcionarios de Estado que ocupan cargos en esa dependencia es un reclamo constante por parte de los periodistas especializados, que siguen sin poder concurrir a una conferencia de prensa donde el gobierno explique sus políticas agropecuarias con mayor precisión que las que se pueden lograr con un tuit de Milei o el ministro Caputo.
La gran paradoja es que, finalmente despedido, Vigneau quedó desocupado. Y entre otras actividades que volvió a ejercer en el sector privado, ahora se supo que también comenzará a hacer algo de periodismo, o al menos comunicación, al actuar como coconductor de un ciclo televisivo que se reedita y se llama “Locos por el Campo”. Ese ciclo, que antes era conducido por un galerista de arte de Palermo, logró llegar a la Televisión Pública en el gobierno de Mauricio Macri, del cual Vigneau también había sido funcionario. Pero su abordaje casi banal de las complejidades del agro nunca le deparó un gran suceso. Ni bien se le terminó el acomodo, dejó de emitirse.
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“¡Hola! Soy Pedro Vigneau, un bolivarense ‘Loco por el Campo’. Vengo de una familia agro y soy quinta generación de productores agropecuarios. Me licencié en Economía Agropecuaria, y soy un convencido de que la bioeconomía es un factor de desarrollo muy importante que tiene la Argentina. En esta nueva etapa de Locos por el Campo voy a contarles qué hacemos en el agro, cómo trabajamos y las enormes potencialidades que hay en el país”, presentó esta nueva iniciativa comunicacional el ex subsecretario de Agricultura de Javier Milei.
La conductora del ciclo televisivo, de todos modos, será la periodista Daniela Bruno, especializada en información policial y quien admite: “Soy periodista, licenciada en comunicación, y toda mi vida trabajé haciendo radio y TV. Vengo de una familia que nada tiene que ver con el agro, pero para mí es muy especial porque siempre fue una gran incógnita. Siempre me pregunté por qué nos enseñan tan poco en la ciudad, sobre uno de los sectores más importantes que tenemos en el país”.
Por lo que se pudo saber, en este regreso este ciclo televisivo no será emitido por los medios de comunicación del Estado sino posiblemente por la señal de cable A24.
Como sea, ahora Vigneau podrá ser criticado por sus ex compañeros de gobierno libertario como “periodista ensobrado”. Bienvenido al club.