En la Expo Rural de Junín, entre corrales de vacas y stands de maquinaria, un pabellón con decenas de jaulas captó la atención de los visitantes. No eran gallinas comunes ni pollos de granja. Eran aves pequeñas, con plumas rizadas, sedosas, crestas llamativas y colores brillantes. Allí nos detuvimos a conversar con Aldo Lorenzo, criador de toda la vida, juez en exposiciones y dirigente de la Sociedad Rural Argentina.
“Acá estamos parados frente a aves que se denominan Bantams, aves de raza y distintas variedades. Se llaman Bantams por el tamaño, que son más pequeñas, normalmente son hasta un kilo, un kilo doscientos. Y bueno, son tan estandarizadas, tienen su forma, su tipo, su color, definición de color, de cresta, de patas, de todo. Están todo definido”, explicó.
Lorenzo recordó que sus padres ya eran criadores y que él mismo siguió ese camino: “Yo soy criador, soy expositor y además soy juez también de aves. Soy jurado de aves”.
Las jaulas tenían dentro razas poco conocidas. “Vemos razas como Sedoso del Japón que tiene dos variedades, con barba y sin barba. Esta raza tiene una característica que posee cinco dedos. Normalmente una gallina tiene cuatro, pero esta posee cinco dedos. Es una de las pocas razas que originariamente tiene cinco dedos. Y la pluma es como un pelo, no es como la pluma entera, por eso se llama Sedosa, porque al tocarla tiene como una sedosidad”.
En otra jaula mostraba un cochinchino rizado negro, macho y hembra, y también en azul. Allí estaban también los fénix, “en fénix dorado, macho y uno blanco. Y esos son en tamaño estándar. Y también hemos traído en tamaño bantam, que son hasta 950 gramos. Es un macho fénix dorado, pecho negro, y allá tenés fénix blanco, dos variedades. Son ornamentales”.
Lorenzo también tuvo su paso por la cría de faisanes, que en su momento fueron muy buscados para adornar parques y estancias. “Pasó que entre la pandemia y todo, el faisán es más delicado. Muy complicado y había un mercado más chico. Todo ornamental de colores. Había un mercado importante de aves exóticas para poner en parques, jardines, en campos. Muchas estancias de renombre se dedicaban. Blaquier, por ejemplo. Compraban faisanes, pavos reales, criaban patos. Después vino una nueva generación de los herederos que no. Todo va a producir soja y a levantarlo, al negocio”.
El criador lamenta esa pérdida, pero también rescata que hay una camada nueva de jóvenes que vuelve a interesarse. “Yo esta exposición la inicié hace 34 años. Empezamos con muy poco y acá seguimos firme. Perdés tiempo, pero es una pasión que uno tiene. Ahora viene una nueva camada de criadores. Muy interesados. Y hay que ayudarlos. Y no hay que mentirles. Porque no hay que venderle cosas que no sirven. Hay que motivarlos, si no se desmotivan y dejan de criar”.
La pregunta que surge es inevitable: ¿para qué sirven estas aves exóticas? Lorenzo responde: “Hay de carne, se les llama, que es para consumo, hay otras que son de huevo, las mediterráneas, y hay unas que son doble propósito. ¿Qué sentido tienen estas aves, las ornamentales, digamos? Uno dice, me pongo a criar aves ornamentales. Son de adorno. Algo de huevo va a tener, siempre, y después, si vendés, vendés. No es tan fácil. Antes era más fácil, ahora hay muchas medidas sanitarias. Recién pudimos volver después de tres años por la gripe aviar”.
El criador recordó lo difícil que fue atravesar ese período: “Fue mantener durante dos años sin poder trasladarlas, sin haber exposiciones, sin poder vender mucho. Al no poder circular las aves y no tener una definición de cuándo se levantaba, a tener poca información también de cuándo se iba a levantar o no”.
Mirá la entrevista completa con Aldo Lorenzo:
Hoy, con las exposiciones nuevamente habilitadas, los criadores pueden volver a mostrar sus ejemplares. Pero no sin obstáculos: “Para poder presentar hay que hacer un análisis, tiene un costo y muchos no lo pueden afrontar todavía. Y fue muy rápido, fue hace poco, fue hace un mes y medio. Hasta que se logra hacer todo, el papelerío era medio engorroso”.
El rol del juez, que Aldo también cumple, tiene un peso central: “Hay estándar americano, hay estándar europeo, se juntan los jurados, analizan y vos en base a eso vas estudiando y así se juran. Primero mirás el tipo y forma del animal, que está estandarizado. Después buscás descalificaciones generales, y si tiene eso, se elimina. Y después van a defectos. En base a esos defectos va la puntuación, vos tenés una escala de uno a cien. Cuanto más cerca del cien, mejor. La perfección no existe. Así que más o menos 96, 97 puntos es un animal campeón. Después compiten entre todos los campeones por el gran campeón de la exposición”.