Entre los problemas de logística para transportar a puerto los granos recién cosechados, originados en la pandemia y las restricciones al movimiento de camiones, y la incertidumbre cambiaria que vuelve a sobrevolar la economía argentina, de la cual no puede culparse a ningún coronavirus, la tentación de guardar directamente en los campo la soja y el maíz es mayúscula. Esta situación, a su vez, a disparado la demanda de silobolsas.
Entre muchos datos jugosos que publicó este fin de semana, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que por lo menos unas 75 millones de toneladas de granos serán almacenadas esta campaña en ese sistema que permite a los productores retener su mercadería: 60 millones serán de mercadería que luego se enviará al circuito comercial y otros 15 millones corresponderían a reservas para forraje.
El Ministerio de Agricultura, la semana pasada, presentó su primera estimación sobre la cosecha 2019/20, incluyendo los primeros datos para soja (50 millones de toneladas) y maíz (55,5 millones). El volumen total de granos esperado llega a 137 millones de toneladas, por lo cual hablar de 75 millones almacenados en silobolsas implica casi el 54%.
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Según el documento de la BCR, calculando un promedio de 180 toneladas por bolsón de polietileno, se necesitarían un total de 450 mil silobolsas esta temporada. Sería un récord, ya que en la campaña 2018/19, que alcanzó un volumen histórico de 147 millones de toneladas, la demanda total fue de 420.000 unidades.
Esta situación implica que la demanda de silobolsas crecería este año, comparando contra la cosecha récord de la campaña pasada, en 30 mil bolsones, es decir casi un 10%. Con ese adicional, el volumen de granos almacenados subiría en casi 5 millones de toneladas.
“Una serie de factores confluyeron para que el productor privilegie el almacenaje en chacra. En el contexto del coronavirus, se destaca el temor que el envío del grano a puerto no consiga entregar la mercadería a tiempo por las mencionadas interrupciones al flujo de camiones y las complicaciones operativas que surgen como consecuencia del cierre de bancos y casas de cambio”, explicó la bolsa rosarina,
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Para los analistas, sin embargo, la cuestión económica también pesa. “En primer lugar, el precio de la soja cayó en lo que va del año un 20% en dólares, haciendo poco atractiva la venta a precio hecho. A la vez, subsisten temores por el riesgo de contraparte luego de los problemas de solvencia que aquejaron a algunas empresas del sector el año pasado, desincentivando las operaciones con entrega inmediata pero fijación de precio y pago diferidos”. Esta es una clara referencia al caso Vincetín, que todavía tiene al mercado a piel viva, desconfiando de todos.
La cuestión cambiaria es central. Afirmó la Bolsa que “el productor dispone de escasas alternativas para conservar el valor del dinero una vez que recibe los pesos por la venta del grano. Con la compra de dólares limitada y en un contexto de alta volatilidad financiera, una alta proporción del sector productor realiza las entregas estrictamente necesarias para cumplir con sus necesidades de fondos, privilegiando las operaciones con precio en firme”.