Música y cerveza. Para algunos, un maridaje imbatible (si, ya sé, otros le agregarían una picada o una milanesa con papas fritas para rubricar un tridente perfecto… pero tranquilos, que es temprano). Esa combinación de pasiones fue la que me llevó a entrevistar a José Luis Tedesco en Oli-Nada-Garcas, para que me contara cuándo y cómo se le ocurrió empezar a producir cerveza artesanal con sus hermanos y de dónde viene el gusto por la música. Una historia que involucra a su abuelo y a sus padres, claro.
Tedesco es un productor agrícola de la zona de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires, referente de AAPRESID, ha liderado programas como el de certificaciones y el de producción sustentable. También ha hecho y hace mucho por estrechar lazos entre campo y ciudad. Y durante 2020 se hizo cargo de manera interina de la presidencia de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa.
¿Cómo surgió lo de la cerveza? “Un poco por tradición familiar con las fermentaciones, puesto que mi abuelo era italiano y hacía vinos, una cultura que se había traído de allá”, empezó Tedesco. Y sumó: “Cuando fui a la facultad había una materia optativa que se llamaba ´Industrias agrícolas de la fermentación´ y me metí de cabeza, ahí pude hacer vino, hidromieles, y un montón de conservas… yo creo que ahí arrancó todo”.
Lo primero que probó Tedesco fue hacer vinos con uvas chinche de Chacabuco de una planta que había en la casa de la familia en la que él mismo se había mudado. “Pero es un vino no tan redondo, ácido, liviano, con bajo porcentaje de alcohol, por eso eso empecé a investigar otras cosas y así llegué a producir cerveza”, relató.
Pero no estaba solo en esa linda (por entonces) locura. Todo empezó con sus hermanos, lo cual lo hacía más divertido. A todos les gustaba tomar y probar distintas cervezas. “¿Y por qué no hacemos?”, dijeron. Era ya el año 2010. Se capacitaron con técnicos que habían trabajado en una cervecería y obtuvieron un conocimiento básico.
“Es loco lo de mis hermanos: uno es arquitecto, otro ingeniero mecánico y otro médico otorrinolaringólogo, obvio que los que realmente pudimos tomar el conocimiento de lo biológico que tiene el proceso de hacer cerveza, que es mucho, fuimos el médico y yo, el resto se dedicó más a ayudar y probar”, contó, entre risas, Tedesco.
Arranque austero: El comienzo, como todo emprendedor que se precie de tal, fue austero… el resultado, también. “El agua es clave en la cerveza, nosotros usábamos de la canilla pensando que tenía buena calidad, pero hicimos un análisis y nos dimos cuenta de que no, entonces no lográbamos ni una cerveza como la gente, no había caso, híper lupuladas o muy amargas… no encontrábamos el punto, hasta que empezamos a filtrar el agua y le fuimos encontrando la vuelta”, recordó Tedesco.
A lo largo de su vida como “cervecero artesanal doméstico” (así se rotuló), Tedesco fue cambiando sus gustos. “Al principio me gustaban las más maltosas, o las que tenían mayor grado de alcohol, hoy si me das a elegir, la que más me gusta tomar, es con bajo alcohol, bien lupulada, que tenga distintos tipos de lúpulos, con distintos sabores y que sean perceptibles, y al mismo tiempo que no sea muy maltosa, que tenga cuerpo, pero no tanto”, describió.
Anécdotas “cerveceriles”: “Durante muchos años tuvimos el folclore de juntarnos con mis hermanos, comer un asado y probar alguna cerveza de las nuestras u otras, incluso hemos hecho cervezas para eventos familiares”, anticipó Tedesco.
El día de cocción les lleva entre 6 y 7 horas, desde el comienzo hasta que terminan de limpiar todo, después se deja fermentar unos 10 días en alta, y finalmente se hace una fermentación en baja, que lleva otros 10 días. “Anteriormente, hacíamos la gasificación era por el método champenoise (fonética “yampenuá”), que consistía en ponerle pequeñas dosis de miel para una refermentación que gasificaba en botella, es el mismo método que se usa en algunos casos para gasificar el champagne”, explicó.
Surge de este método una de las graciosas anécdotas de la elaboración de cerveza artesanal Tedesco: “Cuando se casó mi hermano hicimos cerveza que habíamos fermentado con el método champenoise, y como estábamos con poco tiempo y trabajamos a las apuradas, en algunas se nos pasó la dosis de miel, por eso empezaron a reventar botellas por todos lados, de locos”.
Otra cosa que siempre se acuerdan es que cuando empezaron a hacer cerveza y se juntaban siempre se sumaba el papá del “clan Tedesco”. “Venía con la ilusión de que le demos una cerveza rica, pero ¡eran intomables!, por eso siempre tenía algunas de marca en la heladera por si la nuestra fallaba”, contó Tedesco.
El rock no ha muerto: La música nos atraviesa. Hacen falta pocos acordes para que se te erice la piel o la mente y el corazón vuelen hacia algún momento en especial. Cuando éramos adolescentes el amigo que tocaba la guitarra siempre se llevaba los suspiros y las miradas de las chicas. Era nuestra envidia. Yo, jugaba al básquet… así que… en fin… Pero mi entrevistado era de los que tocaban. ¿Cómo fue tu historia como músico?
“Siempre disfruté mucho de la música, viene por el lado de mi mamá, que es profesora de música y nosotros cuando éramos chicos, hasta los 9 o 10 años escuchábamos a los clásicos todo el tiempo en casa: Vivaldi, Mozart, Bach, Chopin… los primeros recuerdos que tengo son de ellos y me sirvió para acostumbrarme a escuchar cada instrumento, y la preminencia de cada uno dentro de un tema”, recordó Tedesco.
Cuando eran chicos la madre les inculcó que aprendieran a tocar algún instrumento. José Luis, se inclinó por la guitarra. “Iba a clases, pero me aburría, siempre fui bastante autodidacta”, contó. Un día, cuando tenía 10 años, escuchó en la radio un piano que le pareció “espectacular”. “¿Quién toca?”, preguntó. Era “Charly” García y el tema era “Los dinosaurios”. “Empecé a escucharlo y me volví muy fan, después seguí explorando el rock argentino, acá tenemos músicos increíbles, mi adolescencia fue con Soda Stereo, Los Redondos, Fito Páez, y otras bandas como Bersuit, Las Pelotas”, contó.
Hoy disfruta del heavy metal, trae a colación bandas nórdicas, suecos, noruegos, finlandeses, “poco conocidas, pero que se disfrutan mucho”.
Nos recomendó este como uno de sus temas preferidos:
“Cuando viajo y quiero estar atento, disfrutando del viaje le meto hard rock o heavy, una banda que me gusta es ´Gosht´, que la recomiendo como para introducirse al mundo del heavy porque tiene bastantes elementos del pop, son suecos y suenan bárbaro”.
“Toqué en algunas bandas en Chacabuco, después como empecé a trabajar mucho lo corté, pero participé en una banda local que se llama Código Rural y hacía recitales a beneficio para un hogar de chicos ´Máximo Gil’”, contó. Era una banda que convocaba 700 personas y hacía rock and roll, clásico, nacional, internacional, de todo un poco.
“Viste que todos dicen que el rock ha muerto a manos del reggaetón y no, cuando encontrás este tipo de bandas te enamorás del rock”, opinó.
Lo que nunca dejó de hacer es tocar en su casa. Es su terapia. De hecho, como cierre del podcast dejó un tema que él mismo arregló para la ocasión. Antes, cerró con una reflexión: “Algunos piensan que con la digitalización de la música se perdieron cosas, yo siento que eso puede haber ocurrido al principio, cuando había que compactar todo demasiado, pero hoy, lo digital tiene una calidad de sonido increíble.
Pasen y escuchen…