El septiembre empieza la siembra de maíz en la región pampeana argentina y los productores comenzaron a estar más que atentos a la evolución de la población de Dalbulus maidis, plaga más conocida como la “chicharrita del maíz”.
El último relevamiento realizado por la Red Nacional de Trampas de Monitoreo de la Chicharrita del Maíz trae una buena y una mala noticia. La primera es que la presencia de la plaga en la zona central argentina sigue siendo baja. La segunda es que aumentó en el NOA, región en la cual en 2023/24 el insecto creció exponencialmente para extenderse con rapidez extraordinaria por el resto de las zonas productivas del cereal.
En el NOA del 5 al 25 de julio se registró un incremento de los valores de captura correspondiente a la categoría de más de 100 adultos por trampa, situación –explica el informe– que puede haber estado influenciada por la cosecha del maíz y la movilidad de la plaga, lo que habría favorecido la captura de los adultos presentes en el cultivo.
En algunas localidades del NOA se registraron únicamente dos heladas (los días 17 y 18 de julio), de carácter puntual, baja intensidad (temperaturas levemente inferiores a –1°C) y corta duración (alrededor de una hora).
“El aspecto crítico para poder controlar a la plaga es la ocurrencia continuada de heladas frecuentes y con una duración importante; los inviernos crudos son nuestro gran aliado”, explica Lucas Cazado, líder de los Proyectos Plagas de CREA y representante de esa institución en la Red Nacional de Trampas de Monitoreo de la Chicharrita del Maíz.
En el NEA sólo se reportaron heladas puntuales en Chaco y Santiago del Estero el 18 de julio, con mínimas inferiores a –2 °C y duración inferior a una hora. La mayoría de las localidades no registró heladas en este período. A pesar de eso, se observó una disminución en las categorías más altas de captura (más de 100 adultos por trampa), aunque a población general de Dalbulus maidis se mantuvo estable en términos generales.
En el Litoral las heladas fueron prácticamente inexistentes. Los registros más bajos apenas alcanzaron los 0 °C en algunas localidades de Entre Ríos, de forma puntual y poca duración. En ese contexto, la dinámica poblacional se mantuvo mayormente estable en relación con el informe anterior, aunque se detectó un leve incremento en la categoría de presencia (1 a 4 adultos por trampa).
En el centro-norte de Córdoba y centro de Santa Fe, tras las intensas heladas reportadas anteriormente –con registros de hasta -8,6 °C–, no se observaron nuevos eventos relevantes, salvo en algunas localidades puntuales con mínimas de baja intensidad y corta duración.
En general, las temperaturas se mantuvieron por encima de los 4-6 °C, aunque se registró un marcado descenso térmico los días 23 y 24 de julio, con máximas cercanas a los 11 °C. Esa estabilidad térmica permitió sostener la retracción poblacional del vector: las categorías altas e intermedias prácticamente no registraron capturas y aumentó el número de localidades sin presencia de D. maidis.
En la zona central argentina se observó una tendencia similar: las heladas intensas y persistentes previamente registradas en localidades del sur de Córdoba, Buenos Aires, La Pampa y San Luis fueron sucedidas por nuevos eventos los días 23 y 24, con mínimas que alcanzaron al menos -3 °C. Aunque de menor intensidad que las anteriores, estas heladas resultaron suficientes para mantener las poblaciones del vector en niveles bajos, con un claro predominio de localidades sin presencia.
“Los datos muestran que –tal como insistimos en su momento– la clave para poder reducir el riesgo de la enfermedad es controlar a las poblaciones de D. maidis, para lo cual resulta necesario concentrar las fechas de siembra y erradicar la presencia de maíz voluntario; tenemos que ser constantes en ambas materias”, remarcó Cazado.