Diciembre de 2020, gran acto gran en la planta semillera de Syngenta en Venado Tuerto. Los periodistas fuimos muy maltratados por la seguridad oficial, ya que asistiría nada menos que el presidente Alberto Fernández y una extensa comitiva de políticos y funcionarios. A pesar de que había Covid, la prensa había sido encerrada en un pequeño corralito de 4 por 4. Estábamos hacinados y hacía además un calor insoportable. El único que lucía exultante ese día era Antonio Aracre, dueño de casa, CEO de esa multinacional hasta hace muy pocos días. Ahora se sabe que desde el 1 de febrero de 2023 será el nuevo jefe de asesores de la Casa Rosada.
¿Por qué estaba tan contento Aracre ese día? Pues porque había recibido al Presidente -que en materia agropecuaria venía muy desgastado por la crisis de la aceitera Vicentín y el fallido intento de expropiación- con una gran noticia que todos escuchamos y reproducimos -con algo de ingenuidad-, en nuestros medios: El importante ejecutivo le adelantó a Alberto que Syngenta se iba a convertir en una gran exportadora de granos argentinos, ya que había cerrado convenio con una empresa del Estado chino, Sinograin, que se comprometió a comprar en la Argentina a partir de 2021 unos 4 millones de toneladas de porotos de soja y 400.000 toneladas de aceite.
¿Tiene Syngenta tanto poder de fuego como para “romper el mercado” de soja? Los números dicen que no
Según contó el propio Aracre en aquel momento, Syngenta -que históricamente ha sido una de las líderes del mercado argentino de insumos para el agro- se convertiría también en una importante exportadora de granos porque contaba con cerca de 2,5 millones de toneladas de soja, trigo y maíz que recibía de los productores como canje por las semillas y agroquímicos de esa marca. Y a través del acuerdo con Sinograin iba a concretar la venta inmediata de 1,2 millones de toneladas a ese destino.
En el comunicado oficial por su 20° aniversario celebrado ese día, la propia Syngenta decía que “la visita del primer mandatario constituyó el escenario ideal para la presentación de Agri Value Chain (Cadena Integrada de Valor en Agro), una iniciativa conjunta de Syngenta y Sinograin Oils Corporation (ente estatal que regula las compras de granos en China). El acuerdo entre ambas compañías garantiza la venta a China de 1,2 millones de toneladas de soja, por un monto superior a los 500 millones de dólares, que Syngenta origina en la Argentina y Uruguay”.
Han pasado más de dos años desde aquel acto. Resulta un tiempo prudencial para evaluar cómo funcionó el anuncio realizado nada menos que frente al Presidente de un gobierno muy necesitado de divisas genuinas provenientes del comercio exterior. Sobre todo, pensando en el nuevo rol que asumirá Aracre en el Poder Ejecutivo, como confirmado jefe de asesores de la Presidencia. Al anunciar esa designación, Fernández comentó que “le encomendé seguir trabajando para ampliar las redes entre Estado, sector social e inversiones privadas para capitalizar y potenciar las oportunidades de la Argentina”.
Pero dos años después, aquel promocionado acuerdo con la empresa estatal china con que Aracre endulzó los oídos de Alberto parece estar muy lejos de estar cumpliéndose. En rigor, en términos generales las ventas de porotos de soja a China se han reducido respecto de los niveles de 2020. Ese año habían sido de 5,47 millones de toneladas. Esos volúmenes cayeron a 3,74 millones de toneladas en 2021 y se han recuperado algo en 2022, hasta 4,48 millones (con datos oficiales procesados hasta diciembre). El tan mentado acuerdo con Sinograin para que adquiera un adicional de 1,2 millones de toneladas brilla por su ausencia.
Tampoco en el rubro aceite de soja mejoraron las cosas. Por el contrario, se agravaron notablemente porque de las 415 mil toneladas de ese producto de la molienda de la soja embarcados en 2020 se retrocedió a 372 mil toneladas en 2021 y a solo 146 mil toneladas en los primeros once meses de 2022.
La única promesa de Aracre que se cumplió fue que Syngenta iba a comenzar a incursionar como exportadora de los granos que adquiría por canje, o al menos de parte de ellos. Pero los volúmenes también están muy lejos de los niveles que imaginaban ambos, Presidente y CEO, en aquel acto.
Según datos oficiales, Syngenta Agro comenzó a operar como exportadora en 2021, año en el que colocó en el exterior 33 mil toneladas de maíz y 207 mil toneladas de soja. Entre enero y noviembre de 2022, la misma empresa logró duplicar su performance, para ubicar 416 mil toneladas de porotos de soja. Aún así, en el rubro granos la participación de la firma es de apenas 0,72% del total de casi 58 millones de toneladas de granos exportados.
En el rubro de harina de soja, la participación de Syngenta es más exigua, pues solo exportó 80.226 toneladas, contra las 62 mil toneladas del año anterior. Y en aceite de soja, la venta de 19.244 toneladas en los once primeros meses de 2022 apenas superó a las 15 mil toneladas del año precedente. En ambos casos, la empresa representa menos del 0,4% del mercado de subproductos agrícolas.
Con los resultados a la vista, queda claro que el acuerdo entre Syngenta y la estatal china Sinograin, que había sido negociado incluso unos meses antes por el ex canciller Felipe Solá, quedó lejos de haberse cumplido. Cierto es que la firma de la que proviene Aracre (y que también pertenece a capitales de aquel país) ha incrementado su participación en el negocio de la exportación de granos y subproductos. Pero falta un abismo respecto de lo que se le había prometido a Alberto.
En todo caso la anécdota sirve para confirmar que al nuevo asesor preferido del presidente le sobra el optimismo. Aunque a veces eso desencadene en exageradas promesas, parece ser un atributo más que necesario para las personas que deciden incursionar en política.