En un rincón del INTA Paraná, donde la fitopatología se encuentra en el corazón de la investigación agrícola, Norma Formento se ha convertido en una voz respetada y habitual en el campo de los cultivos.
Como Entre Ríos resultó el bastión de la colza, y desde allí resistió a la caída generalizada de la siembra en casi todo el país, se generaron múltiples trabajos de investigación sobre la planta y el manejo del cultivo. Uno de ellos fue editado en 2014 en forma de libro, que recopilaba miles de trabajos de investigación, y fue escrito por Formento.
A ese trabajo, hubo que actualizarlo, con la novedad de los “raros cultivos nuevos”, como decía Charly García sobre los peinados. Camelina y carinata, cenicientas de los campos argentinos que encontraron áreas de siembra aprovechando su grano para la elaboración de biocombustibles. Fueron ellas quienes en ese tren industrializador, trajeron del olvido a la colza, que repuntó en el área sembrada, y obligó a desempolvar varios manuales guardados.
Uno de ellos fue el Manual de enfermedades de colza, que tuvo que ser reeditado en este 2024, es decir, 10 años después de su primera versión, pero con la inclusión de trabajos sobre estos nuevos cultivos.
En una reciente conversación con Bichos de Campo, en pleno desarrollo del Simposio de Colza y otras brasicáseas que llevó adelante INTA en Paraná, abordamos el renacimiento de esa nueva tendencia.
Mirá la entrevista con Norma Formento:
Formento comenzó reflexionando sobre su trayectoria: “Ha sido 41 años de una gran producción porque dentro de lo que es la agricultura, la patología vegetal es una disciplina atrapante y que exige mucho campo, mucho laboratorio y no tanto de computadora”. Su pasión por la investigación se hace evidente, y la evolución de estos cultivos es un claro ejemplo de cómo la agricultura puede reinventarse. Formento es una referencia ineludible en materia de fitopatología a nivel nacional, una de esas voces autorizadas.
“Es cíclico y lo bueno es que estos cultivos lleguen para quedarse”, afirmó Formento, aludiendo a la historia de la colza, que ha recuperado relevancia junto a la camelina y la carinata. Sin embargo, no todo es simple: “Nosotros tuvimos la primera epifitia de esclerotinia a campo en el año 2007”, una experiencia que los llevó a investigar la sanidad de estos cultivos emergentes.
La especialista ha documentado el desarrollo de estos cultivos a través de su trabajo de campo. “Fuimos juntando imágenes y problemáticas del cultivo de colza primero, de carinata después, para poder presentar la segunda edición de un libro que ya salió en 2014”, comentó, enfatizando la necesidad de proporcionar a los productores herramientas prácticas para el reconocimiento de enfermedades.
Con el nuevo libro que se presentará en pocas semanas, que “va a tener un tamaño al menos tres veces mayor”, Formento busca compilar toda la información necesaria para que los productores puedan gestionar mejor la salud de sus cultivos. “Toda innovación productiva debe ir acompañada de todo el manejo y la tecnología”, advirtió, resaltando la importancia de conocer los patógenos que pueden afectar a estos cultivos.
El enfoque práctico es clave en el trabajo de Formento. “El campo es fundamental, hoy podrán existir todas las imágenes satelitales, todos los métodos para identificar a través de programas que se alimentan con imágenes que van tomando en el campo. Sin embargo, es una etapa ineludible”, subrayó.
A pesar de las oportunidades que presentan estos cultivos, también hay desafíos. “Hasta ahora no hay nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, todas las campañas, en alguna de ellas, predomina el mildiú”, una enfermedad que, aunque no es un hongo, puede impactar significativamente. “Los cultivos deben hacerse como se deben hacer, utilizando la tecnología disponible, dándoles nutrición y sobre todo utilizando el monitoreo”, aconsejó.
Formento también subrayó que “la naturaleza nunca traiciona, avisa”. Esta visión es fundamental para los productores que se aventuran en la siembra de estos cultivos, y teniendo en cuenta lo ocurrido con maíz y la chicharrita. Con la esperanza de que el interés en la camelina y la carinata continúe creciendo, Formento está convencida de que es vital anticiparse a los problemas que puedan surgir.
Finalmente, cuando se le preguntó sobre el futuro de estos cultivos, su respuesta fue optimista pero cauta: “¿Cómo vamos a resolver un problema de estos cultivos que queremos que lleguen y se queden si no conocemos cuáles son las adversidades que los acechan?”. Para Formento, los patólogos son los guardianes de la sanidad de los cultivos, y su labor es esencial para que la agricultura argentina se adapte y prospere en esta nueva era.