Walter Oyhantçabal es uruguayo, agrónomo y especializado en temas de ganadería, sustentabilidad, cambio climático y gases de efecto invernadero. Siempre le interesó la idea de “producir sin dañar la naturaleza” y hoy enfatiza el rol clave de los pastizales naturales: “Deberíamos proteger este recurso y así como tratamos de evitar la deforestación, limitar la ´despastizalización´”, afirma. Agrega: “La ganadería está en la mira pero, sobre todo, la ganadería industrial”.
Oyhantçabal pone el foco en las relaciones entre la ganadería vacuna de carne extensiva y el campo natural, el principal bioma de Uruguay –compartido con parte de Argentina y el sur de Brasil- y que ha sido insuficientemente valorado en su capacidad productiva.
“Se ha perdido gran parte del pastizal natural, uno de los más productivos y biodiversos del mundo, por intensos procesos del cambio de uso de la tierra a cultivos y a plantaciones forestales”, describe este experto, que forma actualmente parte como investigador del el
“Uruguay hoy solo tiene la mitad de los pastizales que tenía hace 20 años y es necesario seguir restituyéndoles valor, incluso -si se quiere-, desde una perspectiva económica, ya que es posible pensar que la carne de pastizal natural, por razones ambientales, de salud humana y de bienestar animal, tiene más probabilidades de acceder en el futuro a nichos de valor diferenciado”.
-¿Qué cambios ve en el productor sobre la idea de producir de forma sustentable?
-Hay más conciencia. Pero muchas veces no se sabe cómo o no se sabe cuánto es el daño de ciertas prácticas, ya que los perjuicios se ven muchas veces a largo plazo, y no de un año para otro. Por ejemplo: la pérdida de biodiversidad y la degradación de los suelos son procesos lentos y a veces difíciles de medir. Ahí es clave el rol del Estado, investigando, supervisando, regulando y proveyendo incentivos para avanzar en sostenibilidad ambiental. También juegan las señales del mercado desde la demanda. Hoy la Unión Europea pone barreras a seis productos que tengan deforestación incorporada. Hay que estar con las antenas atentas y hacer prospectiva: por ejemplo: ¿la demanda china seguirá siendo siempre baja en requisitos ambientales? Algunas grandes cadenas de la carne piensan que, en el mediano plazo, no lo será.
-Hoy se plantea que los suelos ganaderos de Argentina y Uruguay (entre otros) capturan carbono y eso deslinda a la ganadería de la responsabilidad de cambio climático. ¿Cuál es su opinión?
-No estoy de acuerdo con la afirmación de que deslinda responsabilidades. Es verdad que una parte de los suelos de pastizales tiene una determinada capacidad potencial o real de secuestrar carbono, pero esa capacidad puede darse o no y depende de varios factores.
-¿Qué factores?
-Entre estos factores destaco el nivel de degradación de la materia orgánica del suelo (a más degradado más potencial), el contenido de arcilla (a más contenido más capacidad), las condiciones de temperatura y humedad, el aporte de carbono desde la biomasa (sobre todo la radicular) y la necromasa y, también, la disponibilidad de nitrógeno, ya que sin nitrógeno no se construye materia orgánica en los suelos. Por todo esto no se puede decir que todos los suelos del Mercosur están secuestrando carbono. Es incorrecto; en muchos casos el carbono estará estable y no habrá efecto de compensación de emisiones.
-Además todo sumidero de carbono, incluido el suelo, en algún momento se satura. ¿Verdad?
-Claro, porque no se puede secuestrar carbono para siempre, es absurdo. Sí estoy de acuerdo en que en un suelo que ha perdido materia orgánica (por sobrepastoreo o por perturbaciones reiteradas como el laboreo convencional) un cambio de manejo puede generar condiciones para reconstruir a largo plazo esa materia orgánica y carbono perdidos. Hay que tener presente que el balance de carbono de un suelo es el resultado de flujos de entrada y de salida de carbono. La cuenta que hay que realizar incluye las ganancias por aporte de carbono desde la biomasa, como resultado de la fotosíntesis, y las pérdidas de carbono por todos los mecanismos, o sea, la respiración de las plantas (parte aérea y raíces) y también las emisiones de la mineralización del carbono orgánico del suelo.
-¿Cómo se genera un cambio en los stocks de carbono de los suelos?
-Se genera cuando cambia el uso de la tierra (por ejemplo de pastizal a cultivos, o viceversa) o cuando se realiza un cambio de prácticas sin cambiar el uso de la tierra. Tienen que ocurrir una o ambas cosas para que se mueva la aguja del carbono del suelo…. Pero cuánto se mueve y durante cuántos años, es otro tema, y nada menor. En particular es difícil generar datos que georreferencien los cambios de prácticas y que monitoree que se mantengan en el tiempo, porque el carbono de suelos se gana despacio, pero se pierde fácil. Y enfatizo que no hay evidencia disponible de que todos los territorios del Mercosur se encuentren en las fases iniciales de transiciones ecológicas con balances de carbono positivos. Esto es clave tenerlo claro para no hacer extrapolaciones indebidas.
-¿Las ganancias de carbono en los suelos pueden perderse?
-Por supuesto. El carbono ganado en, digamos, 8 o 10 años de laboreo cero se puede perder en un corto período de laboreo convencional para disponibilizar nitrógeno, para descompactar un suelo, o porque hay condiciones económicas que llevan a un cambio de rubro, uso o manejo de la tierra. Con esto quiero alertar que comprometerse en un proceso de aumento del carbono del suelo (incluso para generar los tan conversados certificados o bonos de carbono) requiere un compromiso de no cambiar el uso de la tierra o sus prácticas de manejo a otras que hagan perder carbono.
-Como usted sabe, se han generado muchas expectativas entre los productores sobre el papel del carbono del suelo en la compensación de las emisiones de la ganadería y la agricultura, para acceder a ciertos mercados…
-Por todo lo que mencioné anteriormente hay que ser cautelosos y evitar generalizaciones no bien respaldadas como algunas que se han difundido en diversos medios. En lo personal, además del carbono, prestaría mucha atención a investigar las posibilidades de reducir el metano entérico, tanto en clave de intensidad como en términos absolutos. Me parece estratégico. Es un tema que están investigando muy intensamente países exportadores de carne como Nueva Zelanda, Australia e Irlanda.
-¿Cómo entra en este contexto la ganadería regenerativa? ¿Y el MBGI (manejo de bosque con ganadería integrada)?
-La ganadería regenerativa apunta a restaurar los servicios ecosistémicos de los pastizales, que son muy importantes y van más allá de la carne o la lana. Hay muchos co-beneficios en la ganadería regenerativa y en lo que se llama “Intensificación ecológica”. Éstos y otros sistemas similares se basan en la gestión espacio temporal de los animales y el forraje, en trabajar con más disponibilidad de pasto, evitar el sobrepastoreo, aumentar la productividad de biomasa del pastizal y la eficiencia de su utilización, según los requerimientos de los animales.
-¿Así que los apoya?
-La ecología como ciencia está haciendo aportes muy relevantes a la agronomía. En estos casos se dan juegos de ganar-ganar: más productividad, mejores ingresos, más resiliencia y menos emisiones totales o por kilo de carne producida. Una alternativa de mucho interés a seguir investigando son los sistemas silvopastoriles donde se busca cierto grado de arborización limitada de los pastizales, lo cual ofrece servicios de sombra, abrigo, madera, diversificación de ingresos y secuestro de carbono en biomasa leñosa. Sin embargo, no todos los sistemas silvopastoriles son igualmente beneficios, incluso pueden ser ambientalmente negativos, si se transforma un bosque nativo en un sistema silvopastoril, o se sustituye el tapiz natural biodiverso por una única especie de pasto y una única especie de árboles. O sea, no son buenos “per se”, sino que depende de dónde y cómo se diseñen e instalen.