El gobierno nacional usó este año el mecanismo de las “retenciones anticipadas” para financiarse con embarques futuros de un trigo que finalmente, debido a una severa sequía, no llegará a cosecharse. Por ese motivo, se vio obligado a habilitar la posibilidad de trasladar los permisos de exportación de trigo 2022/23 a la próxima campaña 2023/24.
La cuestión es que, por los mismos motivos, se está “cocinando a fuego lento” el mismo fenómeno en el caso del maíz 2022/23, lo que obligaría –tal como sucedió con el trigo– a prorrogar también los permisos de embarques si éstos no se pudiesen cumplir por falta de mercadería disponible.
Los exportadores argentinos ya registraron embarques de maíz 2022/23 por 10,2 millones de toneladas, de los cuales 7,85 millones corresponden a embarques de maíz temprano por realizar entre los meses de marzo y mayo de 2023.
La cuestión es que, al pasado 2 de noviembre –según el último dato oficial disponible– los exportadores habían comprado apenas 6,06 millones de toneladas de maíz 2022/23, de los cuales más de la mitad (3,73 millones) aún está pendiente de fijación, es decir, tienen precio abierto.
El dato es que la siembra de maíz temprano, además de registrar un área sustancialmente menor a la programada debido al déficit de humedad presente en regiones agrícolas clave de la Argentina, tiene aún que atravesar los próximos dos meses con un escenario de lluvias inferiores a las normales.
Las posibilidad de un fracaso de la cosecha de maíz temprano son altas y la brecha de precios del contrato de Maíz Rosario Abril 2023 del Matba respecto del contrato Maíz Rosario Julio 2023 es una señal clara al respecto.
Tampoco es casual que, en lo que respecta a la reciente ampliación del cupo de exportación de maíz 2022/23, las nuevas registraciones de embarques realizadas a partir del mismo correspondan exclusivamente a operaciones de maíz tardío.
Parte del problema del desfasaje entre las registraciones de embarques de maíz 2022/23 respecto de las compras fue solucionado con una maniobra administrativa, instrumentada por la Secretaría de Agricultura, que consistió en adelantar el inicio de la campaña comercial del cereal al mes de marzo en lugar de la tradicional fecha de abril. Como la exportación tiene un volumen muy importante de maíz 2021/22 ya comprado, entonces parte del mismo podría emplearse en marzo a la espera del ingreso de la cosecha 2022/23.
Sin embargo, si el fracaso de la cosecha de maíz temprano es significativo, entonces no quedará otra alternativa que implementar –tal como sucedió con el trigo– una prórroga de embarques de maíz de la presente campaña hacia la siguiente.