A partir del lunes, y luego de una semana sin lluvias y un apabullante ola de calor, la producción agrícola argentina se vería favorecida con la llegada de un frente frio. Se desarrollarán lluvias y tormentas de variada intensidad. Habrá registros destacados pero en áreas muy acotadas.
“Era factible y sucedió: octubre concluye por debajo de la media”, comentó el climatólogo José Luis Aiello, doctor en Ciencias Atmosféricas, dando por recontra confirmado que el fenómeno Niña “ya está instalado y lentamente está aumentando su intensidad y su efecto negativo sobre la oferta de agua”.
“Esto ya se refleja en la dinámica de las precipitaciones: solo se producen por la interacción entre el aire cálido y húmedo proveniente del noreste y el ingreso de frentes fríos desde el sur argentino”, explica Aiello en el último informe de la Red GEA. el sistema de monitoreo de cultivos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
A este escenario sin lluvias, esta semana hubo que sumar dos fenómenos que están aumentando la rigurosidad climática. Por un lado, el actual enfriamiento de la temperatura superficial del Atlántico disminuyó el ingreso adicional de aire húmedo a la franja este del país. Lo otro sue la instalación de un pulso cálido producto de la circulación norte y la alta radiación solar. Por eso desde el martes 26 los cultivos soportaron temperaturas casi de enero.
Esta ola de calor podría extenderse hasta el fin de semana. Aiello consideró que el escenario es muy complejo para el centro y el norte del país y que podría condicionar en algunas zonas el avance de la siembra temprana de soja, que recién está dando sus primeros pasos.
“Hay algo que podría jugar a favor de los cultivos, la transición a noviembre muestra condiciones muy parecidas a las que se dieron antes de las importantes lluvias de inicios de setiembre. Los modelos de pronóstico no indican que los fenómenos serían tan importantes, pero muestran aportes de agua que podrían proporcionar alivio sobre todo al centro del país”, dice el informe de GEA.
Según este monitoreo, el pulso de calor de los últimos días detuvo la siembra de soja en la región centro en el 12% de la superficie proyectada. La siembra ha comenzado con menos agua que hace un año atrás: la última semana de octubre del 2020 se producía una lluvia de 100 milímetros, recomponiendo el estado de los perfiles hídricos, permitiendo sembrar en una semana el 40% de la superficie durante los primeros días de noviembre.
Hoy las reservas son de escasas a regulares en gran parte de la región, y con Niña por delante hay mucha preocupación. Algunos por alcanzar a sembrar, y otros por lo que suceda en febrero, en pleno periodo crítico, con dos años consecutivos en los que el agua ha fallado.
Además ya se prevén serios problemas de insectos por la sequía en soja. “Se está dando da un pico poblacional de bolillera y (la oruga) militar temprana en trigos tardíos. Cuando se da un pico tan temprano, es de esperar una campaña muy intensa por problemas de bolillera”, comentan en el centro y centro sur de Santa Fe.
“Si se da este pico en (insectos) adultos habrá que estar pendientes de los primeros lotes emergidos en soja”, advierten. Con este escenario de escasez de agua, “se prevé un año con actividad muy intensa de las típicas plagas de sequía en soja, como son lepidópteros, arañuelas y trips para más adelante”.
¿Y qué efecto tendrá el pulso de calor sobre el rendimiento de trigo?, se preguntaron los analistas de la BCR.
“No creemos que haya arrebatamiento del llenado de granos por las altas temperaturas de estos días. Normalmente, eso ocurre cuando el perfil edáfico está muy seco. Esta vez, hay humedad en el suelo”, comentan desde Cañada Rosquín. Sin embargo, desde Bigand advierten que “la escalada de temperaturas de esta semana, acelerará la maduración y afectará el rendimiento”
En principio, el 80% del rendimiento está explicado por el número de granos, por eso las posibles mermas en los rindes potenciales por la ola de calor no serían de consideración. Pero en cada localidad, con distintas fechas y con tanta variabilidad en la distribución de lluvias, habrá que evaluar minuciosamente el impacto.