La disponibilidad de soja 2022/23 presente en el mercado argentino es de apenas 2,70 millones de toneladas, lo que representa un desafío enorme para la industria aceitera argentina.
Tal estimación, realizada por el equipo técnico de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), implica que entre noviembre de este año y enero del que viene habrá en promedio una cifra mensual del orden de 900.000 toneladas para procesar internamente, cuando lo habitual es que al menos sea del doble.
Los últimos datos oficiales muestran que al 18 de octubre las ventas de la oleaginosa tanto a la industria como a la exportación totalizaban 15,7 millones de toneladas de la producción de soja de la campaña en curso, lo que implica que el 78% de la cosecha 2022/23 ya se encuentra comercializada.
“Este guarismo supera al de igual período del año anterior, cuando se había comercializado el 73% de la cosecha, y al promedio de las últimos 5 campañas, que alcanza el 74% de la producción para la misma fecha. Además, se muestra como el porcentaje más alto desde la campaña 2017/18”, señala el informe de la BCR.
En ese contexto, a partir del próximo mes de noviembre varias industrias aceiteras argentinas están planificando la suspensión de líneas de producción ante la imposibilidad de abastecerse de soja.
A partir de febrero la industria aceitera espera poder comenzar a importar partidas de la nueva cosecha de soja paraguaya, en el marco de régimen de admisión temporaria, con el propósito de recuperar un nivel operativo mínimo, dado que la nueva cosecha argentina recién estará disponible a partir de abril de 2024.
Un problema adicional en lo inmediato es que, a pesar del “dólar exportador” implementado recientemente por el ministro Sergio Massa, no existe interés vendedor por parte de los productores argentinos en el actual contexto de incertidumbre cambiaria.
Aparecieron las lluvias pero el mercado argentino de soja está más seco que nunca