Mientras los medios anticipan una nueva suba del pan, que llegaría a 500 pesos en algunas panaderías, el gobierno está subsidiando con unos 34.000 millones de pesos los precios de la harina mayorista, justamente para evitar que el consumidor sufra con nuevos aumentos. Pero en el sector molinero muchos se le ríen en la cara a Matías Tombolini, el secretario de Comercio Interior, ya que son pocos los que respetan los valores de venta de la harina subsidiada. Ni siquiera lo hace el presidente de la Federación de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli. Para probarlo, Bichos de Campo compró una bolsa de 25 kilos de harina en la distribuidora que le pertenece en Junín, con evidente sobreprecio. Lo que debería valer unos 2.000 pesos se pagó a 2.750.
En abril de 2022, con la excusa de la guerra en Ucrania, el ex secretario de Comercio, Roberto Feletti, montó el Fondo Estabilizador del Trigo Argentina (FETA), un fideicomiso que se alimentó con unos 400 millones de dólares de la suba temporal de las retenciones a la soja. El BICE, entidad pública a cargo de su administración, informó a La Nación que había logrado recaudar un total de 34.000 millones de pesos y reconoció que 70% del dinero estaba siendo transferido a un único grupo económico, Molinos Cañuelas (Molca), líder en el mercado, con casi 25% de la molienda total de trigo. El dinero alcanzaría para llegar a fines de febrero.
Hace unas semanas, el ministro Sergio Massa y el propio Tombolini se reunieron con Cifarelli y ratificaron la continuidad del mecanismo para 2023. En público, el directivo de FAIM se ha mostrado crítico de la fórmula elegida por el gobierno para contener los precios mayoristas de la harina, argumentando que la materia prima incide poco y nada en el precio final del pan. Pero, en privado, su distribuidora de Junín, llamada ProPan y ubicada sobre la avenida Libertad, ofrece la harina subsidiada. ¿A cuánto? Ayer se vendía a 2.750 pesos la tres ceros (000), que es la que se utiliza para hacer el pan común. La cuatro ceros (0000), más refinada, se ofrecía a 3.300 pesos por bolsa de 25 kilos. Ambas marca Cañuelas y con la leyenda “harina subsidiada por el Estado Nacional”.
Cifarelli es dueño de ProPan (que emite sus facturas como 10 de Octubre SRL) desde el año 2001. El directivo de FAIM fue uno de sus fundadores y en 2018 compró las acciones que estaban en poder de Juan Carlos Tassara, otro reconocido empresario molinero de la ciudad de Junín, que durante años fue su socio en la distribuidora pero también había sido su empleador. Molinos Tassara SA es uno de los pocas empresas molineras que se acogieron al FETA, aunque ahora estaría tramitando darse de baja. De todos modos, Cifarelli decidió vender en su negocio la harina subsidiada de Cañuelas, que por su peso en el mercado ha sido también su principal soporte político para llegar a conducir la Federación Molinera.
Esta es la factura que emitieron este jueves desde la mayorista de Junín cuando Bichos de Campo decidió verificar si se respetaban los precios oficiales. Nosotros pagamos la harina subsidiada por el Estado a 2.750 pesos. El sobreprecio respecto de los valores de venta obligatorios es evidentes, de más del 30%.
La última resolución firmada por Tombolini estableciendo los valores del FETA se dictó el 12 de enero pasado y define con exactitud que la harina Triple Cero debía salir de los molinos a un precio de 1.656 pesos por bolsa de 25 kilos. A partir de allí se autoriza sumar algunos adicionales (3,5% por logística en Provincia de Buenos Aires y hasta 20% por mayor contenido de gluten), más algunos impuestos (10,5% de IVA y alguna percepción de Ingresos Brutos) y el costo del flete. Según múltiples fuente consultadas en el sector molinero, el precio final nunca debería exceder los 2.000 a 2.200 pesos. En rigor, otras empresas están ofreciendo la harina común “sin FETA” a entre 2.300 y 2.400 pesos.
Este es el anexo de la resolución de Tombolini que establece los precios máximos de la harina subsidiada:
Como se ve fácilmente, existe mucha diferencia entre el precio oficial de salida de molino (1.656 pesos) y lo que efectivamente pagó este medio por esa harina (2.750 pesos), que es lo mismo que pagaría cualquier panadería que sea abastecida por este distribuidor. No hay ni IVA, ni bonificación, ni flete que puedan justificar semejante distancia entre ambos valores. En la mayorista de Junín apenas nos dijeron que podríamos llegar a recibir un descuento de 60 pesos por bolsa si fuéramos clientes registrados y habituales.
Nada justifica que una distribuidora aplique un margen propio tan elevado a las bolsas de harina subsidiada, porque el reglamento del FETA es taxativo en ello. Por un lado dice que “los destinatarios no podrán comercializar productos a precios diferentes a los establecidos por la Autoridad de Aplicación”. Por el otro aclara que “dicho precio se reducirá en un 10% cuando la venta sea a mayoristas, distribuidores y/o mutuales”, como para que cubran sus costos.
Si ni siquiera el presidente de la Federación Molinera cumple con los precios oficiales, la pregunta que cabe es qué queda para el resto de la cadena.
La triste verdad es que mientras los argentinos pagan cada vez más caro el pan, en el mercado harinero todos saben que una buena porción de la harina subsidiada no se vende a los precios fijados por el Gobierno. Desde hace meses que hay una suerte de ‘viva la pepa’ en el que muchas distribuidoras se ríen en la cara de Tombolini y de los consumidores. O puede ser peor, y se ríen junto al funcionario de Massa. Es que la Secretaría de Comercio no ha publicado ninguna información ni balance sobre el desempeño de este multimillonario fideicomiso administrado por el BICE. Cuando este medio consultó al organismo por el precio de venta de la harina no obtuvo respuesta.
Ayer mismo, en la plataforma Mercado Libre, podrían encontrarse múltiples avisos que ofrecían la harina subsidiada elaborada de Cañuelas a valores mucho más elevados que los autorizados por Tombolini. Por ejemplo, aquí ofrecía la venta al por mayor de la Cuatro Ceros que debía salir del molino a 1.987 pesos (más flete e impuestos) a la friolera de 2.999 pesos.
Como consultamos a la Secretaría de Comercio Interior -sin obtener respuesta hasta el momento-, Bichos de Campo preguntó a Molinos Cañuelas por esta extraña situación, ya que es la empresa que absorbe el grueso de las compensaciones distribuidas por el fideicomiso. Desde la firma se remarcó que ellos facturan todas sus ventas “a rajatabla” al precio establecido por el gobierno a salida de fábrica (los mencionados 1.656 pesos para la harina 000 y 1.987 pesos para la 0000), que presentan todas sus facturas ante BICE fideicomisos y que son auditados antes de cada cobro de las compensaciones por BDO, una importante certificadora contable internacional.
Los voceros de Cañuelas también aclararon que ellos aplican el precio de venta oficial no solo a la harina que venden directamente a las panaderías que son clientes directos sino también a la materia prima que utilizan para la elaboración de más de 100 productos finales que utilizan harina y forman parte de la oferta de Precios Justos, que tienen sus valores finales congelados por 120 días. “No habría otra forma de sostener esos precios si no se subsidia la materia prima”, explicaron.
De todos modos, aclararon que no les corresponde a ellos ni pueden controlar que la harina mayorista que se canaliza a través de distribuidoras, como la de Cifarelli, no sufra variaciones en los precios finales, como evidentemente sucede.
Varios testimonios de gente que participa en la industria confirmaron este escenario, donde el dinero oficial finalmente se pierde en los tramos finales de la cadena antes de llegar a muchas panaderías.
“Lo que está pasando es que en la segunda etapa de comercialización no le están dando ni cinco de pelota a los precios subsidiados. Y del gobierno no hay ningún control de nada. Ni a los mayoristas ni a los molinos”, indicó un directivo de otro molino que decidió no ingresar al sistema de subsidios. “Esta todo muy desordenado. Mucha gente que está dentro del FETA está vendiendo en negro y por afuera, a valores del mercado”, indicó.
Otra fuente indicó: “Los molinos que están en el FETA, salvo alguna excepción, hacen trampa con la calidad facturada (agregando porcentaje de gluten por ejemplo), algo que no tiene auditoría técnica porque la autoridad de aplicación nada sabe o porque venden con la condición de entregar FETA pero parte al precio libre por afuera”.
“El distribuidor en el gran ganador de este quilombo. Porque le compra a los molinos del FETA y en vez de aplicar un recargo de 10% como corresponde vende la harina 40% o 50% más cara”, añadió otro conocedor del negocio. Como ejemplo, un par de fuentes citaron a un distribuidor de la harina subsidiada de Molinos Cañuelas en la región patagónica, que directamente vendía al precio sin compensación.
El fideicomiso creado por Feletti y que ahora quieren renovar Massa y Tombolini nació rodeado de sospechas y críticas por parte de las cámaras del propio sector molinero, que lo consideraban poco efectivo para resolver el alza de los precios del pan. En su corta vida de menos de un año demostró una completa inutilidad, porque arrancó con precios del pan común que estaban en 250 pesos y que ahora arañan los 500.
Seguramente una parte de la explicación esté escrita en esta nota porque resulta evidente que una parte importante de la compensación oficial se pierde en el camino.
Efectivamente. Muy dificil controlar a los distribuidores y revendedores. Además de que entiendo la mayoría de los molinos no están en sistema éste. Ni que hablar de controlar los panaderos y las panificadoras. En fin, estos dirijismos del Estado, no pueden contra el mercado. Solo lo podría hacer bajo un esquema tipo “junta nacional de granos”, donde practicamente proveyera en cantidades sobreofertadas a los molinos (actividad que tiene 50% de capacidad ociosa) y entre estos se sacaran los ojos para vender, a distribuidores y panificadores que se sacaran los ojos para vender tambien. Es la unica forma. Sobreofertar los distintos mercados.
Otra curiosidad. No sale la marca de la harina en la factura. Muy raro eso también.
Soy vendedor de.un Molino que está fuera del FETA, es perfecto el informe, hay distribuidores que están ganando unos $700 por bolsa, unos$ 840.000 por camión, mientras.un montón de vendedores contamos las monedas y muchos molinos echando o suspendiendo gente, una verguenza.
Estas cosas suceden cuando el “estado” (inútil, corrupto e inoperante), pretende ser “papa de todo”.
Nada de esto sucedería, si en vez (como leo a un comentarista), de proponer controles tipo “junta nacional de granos”, el gobierno de ineptos, se preocupara por frenar la exorbitante inflacion (en vez de ver. como hacer zafar a la reina), y de acompañar sueldos acorde a la misma, (pero al valor real del dólar, por supuesto), todo funcionaria por oferta y demanda.
Si la gente en vez de ganar 100$ ganase 300$…no tendría problema en pagar lo que verdaderamente cuestan las cosa.
Pero, anda a hacerle entender esto a unos comunistas, socialistas, progresistas…. Bah. NAZIS.