Heredó de su padre, militar de la marina, pero también de su madre, que “las cosas se consiguen con esfuerzo, honestidad y trabajo”. Y esa misma enseñanza intentó transmitirles a sus siete hijos. Quienes promediamos los 40 años, desde que estamos en la profesión (el periodismo agropecuario), lo conocemos involucrado a la Fundación Producir Conservando, y de hecho fue de los idearios fundadores.
Gustavo Oliverio sigue hoy administrando un tambo y agricultura cerca de Buenos Aires, sigue a fondo con la Fundación, con nuevos proyectos e ideas, dándole continuidad a los 33 años de trabajo. “Sigo metiendo para adelante y con el entusiasmo de siempre, espero que me dure y me acompañe el físico”, me contó por teléfono cuando hablamos para aggiornar datos de aquella linda charla que tuvimos recorriendo su vida para el capítulo 23 de El Podcast de tu vida (grabado en mayo de 2021).
Además de “peinar” su historia, hablar de la fundación y de la evolución de la producción agropecuaria los últimos 30 años, habló de hobbies (pesca con mosca y golf), asado y música. Pasen y lean…
-¿Cómo es tu historia vinculada al campo? ¿Viene de familia?
-Te diría que nada más alejado. Soy el tercero de cuatro hijos, tengo una hermana mayor, un hermano médico, yo que iba derecho a estudiar ingeniería industrial porque me parecía que era lo que tenía que hacer, y después tengo una hermana menor que yo. Mi padre era marino, así que nada más alejado del campo, vivía en una base naval (N de la R: la de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca) hasta los 7 años y después nos mudamos a Buenos Aires.
-¿Y el campo en tu vida?
-Me empecé a vincular con el campo cuando tenía entre 15 y 18 años con más frecuencia. De más chico íbamos a un campo de un amigo del colegio en el verano, a pasar dos semanas, andar a caballo, ayudar a encerrar hacienda, la yerra… y ya de adolescente lo hice con más frecuencia. Y de ahí algo me quedó, porque cuando tuve que elegir dije “ingeniería industrial no”. Me acuerdo de que mi padre puso una cara de asombro importante porque yo creo que él prefería que fuera ingeniero industrial y no agrónomo… para él creo era algo raro tener un hijo agrónomo. Y ahí empezó una pasión que lleva ya varios años, me recibí en 1976. Y sigo haciendo kilómetros recorriendo campos.
-Si cerrás los ojos y te dejás llevar por olores, sabores, recuerdos del campo…
-Lo primero que se me viene a la cabeza, además de un asado en la manga, hecho a la madrugada, en una vacunada o señalada, pero después que se inicia una lluvia el olor a tierra mojada, esa sensación de que empezó a llover, ese cambio de aire es algo mágico… ni te cuento si se corta una seca.
-¿Cómo fue tu carrera profesional?
-Fui asesor CREA muchos años, CREA Lamadrid, ni bien me recibí en 1976 fui como candidato asesor dentro de una terna y me quedé hasta los 90. Después seguí trabajando como asesor, hasta esa etapa no trabajaba en administración ni sembraba, después sí empecé a sembrar con otros agrónomos. Sembramos muchos años, nos fue bien y mal, pero el balance es positivo, muy bueno en lo societario, en lo económico. Después la dejé porque todo eso se enrareció por esa carrera de alquileres anuales, no se podía pensar a largo plazo con un dueño de campo, era impensado hacerlo. Eso para mí desnaturalizó el sistema de producción. No le cerraba a nadie. Los que alquilaban hacían soja sobre soja para sobrevivir. Hubo un problema grande ahí.
-¿Qué hacés hoy?
-Administro campos, en proyectos de 10-15-20 años. Es distinta mi posición hoy porque antes tenía una pata de productor y otra de asesor o consultor. Hoy estoy más en esto último.
-Vayamos a ese adolescente de 15-18 años, ¿Qué te imaginabas de la agronomía? ¿Por qué decidiste estudiar agronomía?
-Hubo algo que me hizo un click seguramente, cuando tenía en la cabeza estudiar ingeniería industrial. Mi padre cuando le dije que estaba pensando en agronomía me contactó con un agrónomo grande para mí por entonces, me senté con él en su escritorio y me contó qué hacía como agrónomo. Y fue muy bueno. Y después la repetí con mis hijos o lo sugerí. Hablar con alguien que ya tuviera experiencia y un camino recorrido. Después cuando entrás en la facultad y te bochan en la primera materia te llenás de preguntas y te cuestionás si es lo que querés o no. Es parte del escape del fracaso. Pero lo pasé. Yo confirmé mucho mi pasión o vocación, después de 8-10 años de trabajo profesional, trabajando en CREA, relacionándome con los empresarios, etc. Es el día de hoy que si tengo que repetir haría todo lo mismo que hice los últimos 45-50 años.
-Productor, asesor, en algún momento llegó hace más de 30 años la conformación de la Fundación Producir Conservando, lugar en el que seguís y estás muy identificado…
-En los años 80 empezaba la discusión en Argentina de si en los suelos agrícolas buenos de Argentina era posible hacer agricultura permanente. Porque las rotaciones en buenos suelos agrícolas se empezaban a prolongar, era más rentable hacer agricultura, a pesar de que la agricultura no tenía nada que ver con la actual. Yo ya estaba trabajando en la cátedra de manejo y conservación de suelos, ya tenía una orientación en esa línea. Tenía muchas cosas en marcha. Estaba con Carlos Puricelli, director del Centro Nacional de Investigación de Recursos Naturales del INTA, que me marcó mucho, lo acompañé en muchos de sus trabajos… hacía los pozos para aprender de él. Y a partir de ahí me quedó ese bichito.
-¿Y cómo siguió ese camino hasta al Fundación?
-Yo cuando se creó la Fundación ya estaba trabajando en distintos grupos de empresas buscando la solución a esta pregunta de si se podía hacer agricultura continua sin degradar el suelo. Los comienzos de lo que después fue la siembra directa. Me pareció una buena idea proponerles a algunas empresas, fueron cuatro las fundadoras, hacer algo pensando en esto. Arrancamos en 1991, y Producir Conservando surgió de una de las empresas, que era la división semillas de Cargill. Yo en ese momento trabajaba con ellos como asesor externo en esos temas. Así se llamaba el programa que ellos tenían. Yo estaba convencido que esto se venía. Salir de monocultivos de maíz, de trigo o de girasol era la premisa.
-Han generado muchísima información y conocimiento desde la Fundación, ¿Qué destacarías después de tres décadas? ¿Qué te entusiasma?
-La primera es que de una idea original que sonaba disparatada en ese momento, de cambiar el sistema de labranzas y el sistema de producción en Argentina, iba a surgir todo esto. En el camino, a los diez años de la Fundación empezamos a ver que no sólo era la parte de sustentabilidad ambiental, sino también la social y la económica. Los temas de conservación, igualmente, son los que más me atraen, pero no son más del 30-40% de la asignación de tiempo.
-¿Hay muchos oligarcas en el campo? ¿Cuál es tu visión de por qué se habla de oligarcas en el campo?
-Creo tiene que ver con ideología, con algo que no se superó y sigue muy vigente lamentablemente, por desconocimiento y otros casos mala intención. Activistas contrarios al campo. Hay mucho de ideológico. También una historia de cómo se distribuyeron las tierras en Argentina cuando se fue ganando espacio en zonas donde había pueblos originarios. El que compraba esas tierras era un comerciante exitoso, que tenía el mérito de haber ido creciendo, inmigrantes que habían empezado de la nada, y les había ido bien trabajando. Eso nunca se ve. Y hoy, en realidad, a todos los que piensan en oligarcas, les falta subirse a una camioneta y recorrer, cómo son los campos y quienes trabajan hoy. Eso cambió los últimos 40 años en Argentina. Cambió el sistema de administración, la tenencia de la tierra, etc. Es una locura que alguien piense hoy en términos de oligarcas en el campo. Atrasa 50-60 años de una realidad que no tiene nada que ver con eso.
-¿Qué aprendizaje tuviste de tu paso por la función pública?
-Es un mostrador totalmente distinto. Me permitió ver la dificultad que significa poner límites o reglas en un país que muchas veces no las quiere. Quiere operar solo. La realidad es que somos un país tan golpeado por el Estado que regula y se mete y quiere decidir por uno como empresario, que dificulta hacer cambios que hay que hacer irremediablemente. Por ejemplo, en 1991 con Marcelo Regúnaga y Domingo Cavallo fue que se quiso hacer el trozado de la media res y dejarnos de andar con medias reses… hace 30 años. Eso se puso en marcha, y después la política de la provincia de Buenos Aires lo borró.
-¿Cómo te despejás después de una semana de mucho laburo o un día complicado?
-Mirar para afuera, unos mates, o si es tardecita un whisky, enfriar la cabeza. A mí siempre me han gustado los deportes, desde chico jugaba al rugby, hoy juego al golf todas las veces que puedo. Eso me ventila mucho, es un deporte que te obliga a sacar la cabeza de la diaria y concentrarte en la pelotita. No juego bien, pero le pongo empeño. Los nietos son gran parte de mis alegrías y distracciones, una pasión que apareció la última década.
-Sos pescador también…
-Si, claro, la pesca con mosca. Gracias a un gran amigo, Guillermo Trotz, que me convenció hace 20 años de empezar. Ato mis moscas y tengo mi cuarto de atado de moscas. En lugar de ir al psicólogo pongo música y me voy a atar moscas para la temporada siguiente de pesca.
-Uno de los clásicos argentinos es el asado y siempre pregunto qué corte te gusta hacer y qué es lo que mejor te sale.
-Durante muchos años hacía los asados yo, hoy los sigo haciendo, porque si no me les meto en la parrilla y se los dirijo que no le gusta nadie (se ríe)… Pero la verdad es que hoy si me decís lo que mejor me sale es matambrito de cerdo, oliva, ajo molido, crocante, es algo rápido, y yo no tengo mucha paciencia, soy muy ansioso para hacer un buen costillar o una bondiola.
-¿Qué legado recibiste de tus viejos? ¿Qué has aprendido?
-¡Qué pregunta! Creo que lo que más me marcó es el mérito al esfuerzo. El viejo fue como todo militar, a él le gustaba que le digan marino, el mérito al esfuerzo. Cuando entró a la escuela naval, él estaba tan convencido y dio el examen en tercer año y le fue mal. Dejó el colegio y se preparó todo un año para volver a dar un examen y lo dio bien. El viejo era un batallador incansable de su trabajo. Los dos han sido un ejemplo. Y es, por ósmosis lo que he tratado de transmitirle a mis hijos. Aunque con una historia distinta. Yo enviudé siendo joven, teniendo 4 chicos, me volví a casar con una viuda que tenía tres, y pasamos a ser siete. El mayor tenía 10 años y el menor tenía 2. Y a todos les he tratado de transmitir eso, la honestidad, el esfuerzo, defender una familia, una idea, un proyecto de vida.
-¿Un tema musical para cerrar la nota?
-Cuando escucho música atando moscas, como te contaba, lo hago con música country, y dentro de eso Shania Twain, y el tema que elijo es “Man, I feel Like a woman”.
Tenemos toda una vida para alcanzar nuestros sueños..Intentarlo. tantas veces como tengamos la oportunidad de hacerlo..
Gracias Silvia.
oligarca se define como aquellas personas que solo piensan en ellos, son los feudos de tierra hayan obtenido como sea las tierras más ricas del país y viven de la renta de ellas sin trabajarla, es decir los que alquilan a los productores a precio usureros que afecta a la economía de un país. Guillermo Moreno lo define bien tendrían que ganar el 2% de la producción nacional no el 40%. Eso encarece toda la cadena de valor.
¿Es un chiste verdad? La estrategia principal del poder para no hablar de un tema es INVISIBILIZAR LO. Nos están tomando el pelo. Lo que están logrando estos oligarcas sojeros es escupir al cielo porque por la DEFORESTACION van a venís MAYORES SEQUIAS. El tema es que si egoísmo nos cag… A todos
Oligarquía de oligos poco arjes poder. Griego. Los as dueños as de la tierra argentos y extranjeros hoy sin ley que límite la apropiación indiscriminada. Latifundistas y evasores. Culpables de la inflación alimentaria. Obvio prefieren explotar y devaluar sal mercado interno. Lo que atrasa no es un término.
Esa clase social parasitaria del Estado copado por ellos atrasa.