Un grupo de dirigentes políticos, gremiales, de organizaciones sociales y de derechos humanos, del llamado “arco progresista”, apoyó desde el vamos la intervención de Vicentin. Ese apoyo fue reflejado en una carta que lleva la firma, entre otros, del economista y director del Banco Nación, Claudio Lozano, y de personas como el ex titular de la Federación Agraria, Omar Príncipe. Uno de sus impulsores es el periodista y escritor Mempo Giardinelli, quien aseguró a Bichos de Campo que “a la par de la corrupción y del evidente saqueo que hubo de parte de esta compañía y sus negocios turbios, hay una necesidad de que el Estado tenga una perspectiva de control de las agro exportaciones, que son una de las principales fuentes de ingresos que tiene la Argentina”.
“Quiero un Estado que controle. No quiero un Estado lelo como el que construyeron desde Menem para acá. El periodo de Néstor y Cristina fue el único repunte que hubo. Y si. Soy peronista y soy kirchnerista desde toda la vida, y tengo argumentos para defender esto”, afirmó el escritor.
Mirá la entrevista completa realizada a Mempo Giardinelli:
“Los abajo firmantes celebramos la histórica decisión del presidente Alberto Fernández de intervenir la empresa Vicentin y de enviar al Congreso un proyecto de expropiación de la misma. Una disposición irreprochable desde todo punto de vista y a nuestro criterio la más trascedente tomada por un gobierno democrático en política agraria desde 1983”, aseguraron los firmantes en la carta, apoyando la expropiación de Vicentin.
Giardinelli explicó que “con Pedro Peretti (ex directivo de la FAA) venimos trabajando el tema agropecuario desde hace tiempo, sobre todo Pedro, que es un experto y ya veníamos con esta preocupación, porque nos dimos cuenta de que Vicentin tenía un mal destino por la deuda. Se sumó Claudio Lozano, que tiene una información privilegiada al respecto. Nos dimos cuenta de que podíamos proponer un documento que llegara al presidente, el cual se difundió rápidamente”.
-Entiendo la necesidad de discutir algunas cosas, pero ¿no están exagerando la sospecha del manejo de comercio de granos como para expropiar Vicentin?
-Yo creo que sobran argumentos. Por lo menos la expropiación tiene que partir de una intervención que fue frenada. No quiero convertir esto en una cuestión de fe, pero yo estuve viendo los números, y hay un daño tan grande para productores y cooperativas; hay una falta de transparencia que es evidente. De todos modos, a mi como ciudadano argentino, me parece muy importante que el Estado tenga control sobre el río, control impositivo y de las exportaciones. Cualquier kiosquero de Reconquista o de Rosario paga impuestos provinciales e ingresos brutos como cualquiera. Las agroexportadoras que están sobre el río Paraná, no pagan ingresos brutos en la provincia, y nosotros queremos que paguen. Me parece que tiene que haber un sistema en el cual el Estado argentino tenga control sobre eso. Si se declara que es la principal fuente de ingresos, ¿No es lógico y natural que el Estado tenga conocimiento, control y fiscalización sobre eso?
-¿Por qué si queremos que paguen y que sean controladas no revisamos las leyes impositivas? ¿Y qué nos garantiza la expropiación de una empresa que sólo maneja el 10% del negocio?
-Porque hace falta que el Estado tenga intervención en el negocio agroexportador. Es indispensable que esto sea así. Una empresa de origen nacional que es deudora del Estado argentino, que tiene tantos empleados que ahora están en el aire, y me parece que es el modo casi ideal para que el Estado tome intervención y empiece a ser, como se dice, una empresa testigo, es decir, un testigo que ayude a fijar precios, a tener controles y a conocer qué es lo que está pasando. El río Paraná tiene entre 10 o 20 puertos exportadores que no son territorio argentino, y no es una cuestión de patriotismo; esos puertos tienen policía propia, tienen frontera propia, tienen acceso al exterior por vías absolutamente sin control y lo único que hacemos los argentinos es dragar el río. Pagamos el dragado para que ellos utilicen nuestro río en función de un comercio exterior del cual no tenemos la menor idea.
-Me preocupa mucho eso, porque la información es que en cada uno de esos puertos hay una oficina de Aduana. El dragado es pagado por los usuarios. Me llama la atención la distancia entre datos objetivos. Los exportadores dicen que tienen un control aduanero en el puerto y usted me dice que no existe control
-Datos objetivos hay muchísimos. Yo no los tengo de memoria, pero puede pedirlos al Banco Nación, a cualquiera de las organizaciones sindicales o cooperativas. Y le digo más: con Pedro Peretti, hace un año escribimos un libro que se llama “La Argentina agropecuaria”. Ahí hay montones de datos objetivos. No es que son cosas que estamos inventando con Lozano y Peretti.
-Yo entiendo que usted tenga un ideal. Me asusta la pelea de extremos, y que cada uno tenga su propia biblioteca y tironeando de Vicentin, y quizás la empresa termina fundida y las multinacionales terminan avanzando en el negocio. ¿Cómo hacemos de esta discusión una cosa sensata en términos de negocios?
-Si esto no le parece una discusión sensata Longoni, no sé para qué me llama. Yo creo que todos somos gente sensata, tratando de defender intereses nacionales, públicos, y que con los años se deterioraron. No voy a ser yo el que levante el dedo acusador ni me parece que el centro sea si hay un buen fiscalizador en nombre del Estado en tal o cual puerto. Esa no es la discusión.
-¿Y cuál es la discusión? ¿Usted cree que el Estado tiene que tener presencia activa ahí?
-Absolutamente. Tiene que tener presencia y control. Pero el Estado ha sido expulsado de ese negocio. Es un desfalco gigantesco y no puede ser permitido por el Estado. Esa intervención, que está siendo frenada por un juez, cosa que espero que se corrija, tiene que dar paso para que el Estado pueda tener esa presencia y ser esa empresa testigo. Ahí seguro que van a cambiar las cosas. Nosotros no pedimos que sea la expropiación. Pedimos que se convierta en una empresa estatal, de interés publico y con control social. En nuestra propuesta, y esperamos que funcione, pensamos que todas las universidades nacionales que tienen facultad de agronomía o agroindustra, deben tener participación en el manejo de la empresa. Las cooperativas, que son las que entregan sus producciones y que son sus principales acreedores, también deben tener participación. El directorio que se forme de la nueva Vicentin debe tener reglas muy claras, no designar familiares, tener periodos cortos de funcionarios, tener declaraciones juradas fehacientes. Sabemos los riesgos de toda intervención estatal en un país que tiene la historia que tiene.
-Hemos tenido muy malos ejemplos..
-Muy malos ejemplos. Prácticamente desde la época de Bernardino Rivadavia para acá. El descontrol del Estado argentino es histórico. Hubo presidentes que cayeron, y no lo digo por De la Rúa, sino por Juárez Celman, o por cuando Pellegrini crea el Banco Central como una manera de control. Pero eso es otra conversación. A mi me parece que es indefendible el modelo estatal argentino, que viene siendo destrozado desde hace 70 años.
-¿Y por qué no revisar entonces la liquidación de la Junta Nacional de Granos o la extranjerización? ¿Por qué no pensar en otra cosa además de la expropiación de Vicentin? ¿Por ejemplo en expropiar Cargill o Cofco?
-Me consta que hay gente que piensa otras opciones. En lo personal, creo que una Junta Nacional de Granos o de Carnes me parece muy adecuado. Argentina es un exportador de productos agrarios. Llámese como se llame. Algunos se ponen molestos como si fuera un regreso del peronismo, pero al peronismo lo destruyeron en su mejor momento de prosperidad, a partir de 1953, por odio, por gorilismo, por la razón que sea. La historia argentina de los últimos 70 años es una destrucción permanente del rol del Estado. Y el gobierno de Perón en el ´55 no era una dictadura como dicen muchos. Y lo destrozaron, bombardeando y matando gente. Esta es nuestra historia; es la historia de mi vida y la de muchos de nosotros.
-En que el Estado no sea lelo, estamos de acuerdo. Pero yo dudo que la herramienta para reconstruir el Estado sea eso. En todo caso, antes que controlar Vicentin, me gustaría reconstruir la Aduana. Antes de meter preso al empresario que no controlé, metería preso al funcionario que dejó que sucediera esto.
-Yo creo que metería presos a los dos.
-Pero el riesgo es que la señal sea negativa para los actores económicos, y que después tengamos una cáscara vacía como Vicentin, y que no funcione y que no sea útil ni para el Estado ni para los privados.
-Si a usted le parece bien que no se expropie ni se intervenga Vicentin, lo respeto. Pero no estamos de acuerdo. No es una discusión que tenga ganas de tener con usted. Lo atiendo con toda amabilidad y respeto, pero no para discutir esto.
-Yo le estoy preguntando si usted no ve riesgos en esto.
-Pero Longoni, riesgos hay en todo. Estamos viviendo una pandemia. Por supuesto que hay riesgos, pero nosotros no estamos proponiendo discutir los riesgos en este momento. Frente a eso, y si usted lee bien nuestra declaración, hablamos del control social y del carácter público de la compañía como pensamos que debe ser. Lo otro ya se verá. Incluso yo espero ser un controlador público. Pero no es el tema ahora. El tema es ver qué se hace con Vicentin, con la millonada de dólares que se fugaron u que hay que devolver al Banco Nación.
-¿Usted no cree que un juez que es parte del poder de un Estado sea capaz de resolver eso?
-¿Usted saber que ese juez, antes de ser juez fue empleado del Banco Nación?
-Si claro. Lo conté yo por primera vez…
-Bueno. Yo no puedo acusarlo de nada a ese juez, pero no es el juez que me gusta más. Es un hombre del que, según dicen todos en Reconquista y Avellaneda, donde yo tengo muchos parientes, bueno la opinión que se tiene en general no es de la ecuanimidad del juez a quien sus vinculos con la empresa parece ser que eran históricos. Es todo muy argentino Longoni. Frente a esa cosa argentina que ni a usted ni a mi nos gusta yo quiero control. Ahí vamos a coincidir. Quiero que sean controles públicos. Quiero que las universidades controlen, que las personas más decentes controlen, que no haya nepotismo en ninguna empresa pública, y que haya sanciones más duras. Pero primero hay que resolver el tema Vicentin, el cual no tiene ninguna otra resolución que una intervención estatal. No me preocupa cuál es el nombre y la vía, si será vía congreso o por DNU. Hay que hacerlo y es urgente.
Vergüenza ajena leer a un incoherente que denuncia a un estado incapaz , pero pretende que ése mismo incapaz dirija algo .
Con la sola autoridad que le confiere una mediania histórica militante y una sobreactuada histeria prepotente juega a una misteriosa danza de ” datos ” , que desprecia con trayectoria fabuladora .
Un buen ejemplo de quien en su vida jamás aportara riqueza , pero supone que por sólo existir es merecedor de ella .
Sanguijuela.