“Estamos en un proceso de expansión, y como país podemos marcar una gran diferencia”, se ilusionó Mauro Piva, el presidente de Nova e hijo de uno de sus dos fundadores, Carlos, quien arrancó con esta historia en un cuartito de Cañada de Gómez, en el sur de Santa Fe, casi 40 años atrás.
Sin perder esa esencia, la empresa ha venido creciendo y mutando al mismo tiempo, siguiendo el mismo derrotero que el agro en general. De los coadyuvantes y otros productos de síntesis química pasó a ser una de las pioneras en los productos biológicos, mucho antes de que las multinacionales comenzaran a prestar atención al asunto. De vender insumos solo a los productores, ha comenzado a elaborar complejas fórmulas con enzimas diseñadas para usos específicos en diferentes industrias. Se ha lanzado a esa aventura utilizando nada menos que las poderosas armas de la biotecnología.
De su pago chico, una ciudad de solo 40 mil habitantes en la actualidad, ha pasado a exportar en grandes cantidades a países vecinos, especialmente a Brasil. Y le da trabajo a 250 personas, de las cuales una tercera parte son profesionales e investigadores.
Hace unas semanas, Bichos de Campo recorrió el complejo de la fábrica de insumos Nova en Cañada de Gómez, para profundizar en su producción de biológicos para el agro y bioenzimas, que hoy son insumos fundamentales en diferentes ramas de la industria.
La empresa fue fundada 39 años atrás por Carlos Piva, un inmigrante italiano dedicado tradicionalmente al sector hotelero. Junto a su amigo el ingeniero químico Carlos Mengarelli, decidieron desarrollar y producir manualmente, en el patio de atrás de la oficina, un primer adyuvante. “Se empezó desde abajo”, recordó Mauro, que sucedió a su padre. Mengarelli también se jubiló, pero sigue concurriendo diariamente a la planta ubicada sobre la vieja ruta 9, para supervisarlo todo. Tanto creció el complejo que la recorre con un autito electrónico.
Mauro contó que los objetivos de la empresa han sido siempre “intentar que los productores tengan herramientas para producir de modo cada vez más sustentable en un mundo que nos requiere justamente esto”. Luego agregará que le parece apasionante ese desafío desde “la posición argentina, que es un país que en esto puede marcar una gran diferencia”.
Mirá la recorrida completa de la fábrica Nova:
En ese sendero, la evolución de Nova ilustra y repite los avances que ha habido en el sector agropecuario nacional. De la producción de fitosanitarios convencionales a los bioinsumos (fueron de los pioneros con los inoculantes para soja, hace 25 o 30 años). Y de allí a lo inimaginable: “Esto no es matemática, es biología, y hay posibilidades infinitas”, aseguró Piva en la recorrida por la planta. También afirmó que la clave ha sido la conformación de equipos profesionales y la inversión en conocimiento.
En un pabellón dedicado a los bioinsumos más convencionales, Nova produce sobre todo inoculantes que vende localmente y en el mercado brasilero, donde ya está instalando una filial. Dentro hay 11 fermentadores enormes que se ocupan de la multiplicación de microorganismos (en especial bacterias) con probados usos benéficos cuando son aplicados sobre las semillas o directamente los cultivos.
“Es una tecnología para mí muy virtuosa, que tiene ya muchos años en el mercado”, explicó el empresario. En su caso, fueron los primeros en producir inoculantes biológicos y, en este momento de expansión, la búsqueda es la de “aumentar la eficiencia y mejorar cada unidad de nutriente aplicado”.
Afuera de esa planta hay un parque de paneles solares, que irá creciendo con el correr de los meses hasta reemplazar toda la demanda de energía que llega por red. Por lo pronto pueden decir que son la primera empresa del agro en Sudamérica en elaborar productos biológicos a partir de energías renovables.
Pero el mayor capital de Nova, según reflexionó Piva, es un grupo de 70 profesionales formados en las universidades de toda esa región, entre los que hay varios, al menos 15, biotecnólogos que saben de ingeniería genética. Es ese el capital que les ha permitido ir bastante más lejos que las fábricas convencionales de bioinsumos para el agro.
¿Por qué? Porque en otro pabellón cercano lo que hace esta empresa es meterse en el complicado mundo de las enzimas, que son bioinsumos de uso específico no solo en el agro sino en diversas industrias.
Contó Piva: “A partir de modificar genéticamente determinados microorganismo, porque les incorporamos secuencias de genes diferentes a su ADN original, puedan comenzar a producir diversas proteínas de interés. Entonces se multiplica ese organismo modificado, para extraer la proteína, que finalmente se purifica y se vende. Son enzimas, que sirven de catalizadoras de distintos procesos industriales”.
La oferta es diversa en materia de enzimas: las hay para la industria alimenticia, para la producción de quesos, para deslactozar las leches, para la fabricación de cerveza, para la alimentación animal, para la industria del petróleo, para la elaboración de biocombustibles y hasta para la construcción.
-¿Para la construcción?- preguntamos.
-En el caso de la construcción lo que hace esta enzima es evitar el agrietamiento del hormigón.
En este sendero de buscar transformar los microorganismos mediante biotecnología la búsqueda parece infinita. “En agro estamos desarrollando péptidos (una cadena corta de aminoácidos vinculados por uniones químicas) con efecto antifúngico, que podrían reemplazar un fungicidad en semillas o en aplicación foliar. Estamos intentando. Son caminos difíciles de recorrer y hay mucho trabajo de mesa”, definió Piva. En estos procesos se destaca el trabajo mancomunado con universidades y el Conicet.
“Con las enzimas, la búsqueda es hacer más eficientes procesos industriales”, explicó el CEO de Nova, que afirma estar “enamorado de la biotecnología” a pesar de ser ingeniero agrónomo de carrera.
“La Argentina es un país que puede marcar una gran diferencia”, observó Piva, en relación a la producción amigable con el medioambiente y la paulatina reducción en el empleo de agroquímicos. E insitió “Argentina es un gran país y cuando se empiece a normalizar, el agro debería explotar. Es un país de oportunidades y lo va a seguir siendo, sobre todo en nuestro sector, que se ha bancado un monton de bofetazos de loS distintos gobiernos y sin embargo sigue invirtiendo”.
Ellos mismos, en Cañada de Gómez, siguen siendo el mejor ejemplo: Ahora están invirtiendo unos 15 millones de dólares con la idea de meterse también en el tema de la fertilización: Nova apunta a convertirse en un gran productor regional de tecnologías para la nutrición vegetal.
Seguramente los volveremos a visitar cuando ese nuevo pabellón ya esté produciendo.