Cuando Sergio Massa y Juan José Bahillo llegaron el año pasado a sus altos cargos en el Poder Ejecutivo no solamente degradaron el Ministerio de Agricultura a una simple secretaría dependiente de Economía. A la par de ese cambio, dentro de la cartera agropecuaria elevaron de rango a Luciano Zarich, un contador gris que estaba al frente de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA) y pasó a acumular más funciones de la fortalecida Subsecretaría de Mercados Agropecuarios. Desde allí tiene injerencia en múltiples asuntos sensibles para el campo.
Seguramente al conceder este importante ascenso a Zarich, ni Massa ni Bahillo habían leído varias notas de Bichos de Campo que reclamaban insistentemente al funcionario -desde hace diez años- qué explique cómo podía ser posible que empresas truchas (como Josema Group y otras muchas) hubieran recibido ROE Verdes de trigo y maíz durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner. Para recibir esos millonarios permisos de exportación, que eran repartidos por Guillermo Moreno y luego se vendían a exportadores reales por unos cuantos dólares la tonelada, las firmas truchas debían necesariamente estar inscriptas en el RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria), que por ese entonces dependía de Zarich. Es decir que delante de los ojos del funcionario pasaban decenas de sociedades inconsistentes de principio a fin.
Zarich nunca disipó esas dudas, que de por si no implican corrupción ni nada por el estilo pero si denotan una evidente incompetencia. Su función era justamente controlar que las empresas que operaban en el comercio de carne, granos, lácteos y otros rubros estuvieran al menos bien constituidas. Es decir, que no fueran pantallas para operar y luego defraudar al Estado en cualquiera de las formas posibles. Y no es un trabajo imposible: si este periodista pudo encontrar varios casos de firmas truchas apelando a bases de datos de acceso público, ¿por qué se le pasarían a funcionarios mucho mejor preparados y con acceso a todos los expedientes?
Pese a esos casos de la vieja época que el titular de la ex ONCCA, ahora subsecretario, jamás logró (ni quiso) explicar, el contador recuperó poder en el gobierno de Alberto Fernández, primero con Luis Basterra, luego con Julián Domínguez pero sobre todo ahora que la dupla Massa/Bahillo le cedió el tablero de control de todo el comercio interno y externo de productos del agro.
Hace unos días, este humilde medio volvió a encontrar múltiples inconsistencias cuando la Aduana dio a conocer un listado de poco más de 20 empresas que habían sido dadas de baja del registro de exportadores, porque se descubrió que luego de realizar sus ventas al exterior dejaban los dólares afuera, no los liquidaban ante el Banco Central (como indican las reglas vigentes) y seguramente luego los traerían ilegalmente al país, para venderlos con suculentas diferencias en el mercado libre. El famoso Rulo, y no es Maradona.
Increíblemente, una vez más, algunas de esas empresa suspendidas por Aduana seguían figurando en el RUCA que administra Zarich. Una vez más se percibía que los controles en ese registro obligatorio para los operadores agropecuarios eran sumamente laxos y que nadie controlaba demasiado. Un viva la pepa o algo más grave todavía.
El episodio del viernes pasado vivido en el ex Ministerio de Agricultura y que relató el propio Bahillo en una denuncia policial deja en evidencia que estas “inconsistencias” en el sector de granos se repiten con igual o mayor ímpetu en el negocio de la carne vacuna. Un grupo de cooperativistas (o mejor dicho, de trabajadores de la carne posiblemente precarizados en una cooperativa de trabajo) ingresó al edificio público, desbordó a las fuerzas de seguridad, subió al primer piso (a metros del despacho del secretario), exigió reunirse con Zarich y le reclamó la devolución de 740 medias reses que habían sido interdictadas por el organismo un día antes. Si no las liberaban, sencillamente incendiarían el edificio.
El grotesco episodio, que ahora debería ser investigado por la justicia, dejó expuestas varias cosas. Una es que a veces los controles oficiales a veces funcionan (pues se procedió a decomisar 740 medias reses que no tenían dueño visible, es decir más de 30 camiones de hacienda de origen incierto). La ex ONCCA había dado de baja días antes una matrícula trucha a nombre de una mujer de 37 años llamada Agreda Karla Edith Saldaña, extranjera y que recibe al menos dos planes sociales. Bien ahí por Zarich y sus sabuesos.
“Las medias reses se interdictaron porque esta mujer dijo que no tenía nada que ver, no tenia ninguna participación” en el comercio de carnes, explicó una fuente oficial. La gran pregunta que quedó flotando en quién armó entonces una matrícula trucha a nombre de Saldaña. Y sobre todo, ¿por qué el área comandada por Zarich le otorgó la matrícula, evidentemente sin ejercer ningún tipo de filtro ni investigar nada?
¿Otra vez es solo incompetencia? ¿O hay algo más?
La propia dirección nacional a cargo de Zarich, a pesar de que éste se ocupó a su regreso de desdoblar la estadística de faena de los frigoríficos de la que realizaban los matarifes operadores en cada planta, como para que fuera imposible hacer un seguimiento, confirma que Agreda Karla Edith Saldaña había pasado sin problema por el filtro del RUCA: Allí figuraba hasta hace unas horas como Matarife Abastecedora.
La matrícula en cuestión fue otorgada en los últimos meses de 2022, luego de que el contador gris fuera entronizado como subsecretario de Massa y Bahillo, con aval también del ex secretario de Agricultura y hombre del massismo en esa cartera, el ex federado Jorge Solmi.
De hecho, Saldaña comenzó sus operaciones en diciembre pasado con la faena de 169 bovinos a su nombre en las instalaciones de la recuperada cooperativa de Máximo Paz. En los cuatro primeros meses de 2023 se multiplicó la actividad, pues mandó al matadero 1.386 vacunos de su supuesta propiedad pero de origen desconocido. Seguramente fue ese detalle el que llamó la atención de los funcionarios de la ex ONCCA, aunque en ese mismo organismo no hayan reparado meses antes que la empresa autorizada estaba a nombre de una vulgar “planera”.
Es oficial: ¿Quiénes son los funcionarios que acompañarán a Bahillo en Agricultura?
¿Incompetencia o corrupción? Vaya uno a saber. Acaso sea una mezcla de las dos cosas.
Mientras tanto Zarich ahora es subsecretario con el aval de Massa y Bahillo, aunque continúa sin informar quién habilitó a Josema Group, el exportador trucho de maíz y trigo, hace una década atrás.
En las próximas horas daremos a conocer otro caso de matrícula trucha aún más doloroso que el que desató la bronca de los pobres trabajadores de la cooperativa de Máximo Paz, que seguramente reaccionaron de modo tan violento temerosos por sus fuentes de trabajo. Sería injusto castigarlos a ellos cuando la impunidad destila desde el propio Estado.
Esperamos que esta vez no se incendie nada.