Diez días. A lo sumo quince. Ese es el plazo que logró el flamante ministro de Economía, Sergio Massa, para demostrarle a la dirigencia del sector agropecuario que es cierto que quiere (o puede) construir una agenda productiva y exportadora en serio, incluso cuando eso suponga colisionar inevitablemente con Cristina Fernández de Kirchner.
En algún momento de la reunión que Massa mantuvo esta tarde con los cuatro integrantes de la Mesa de Enlace Agropecuaria, el ministro afirmó que no dudaría en enfrentar a quien fuera necesario, pero nunca mencionó a nadie en particular. Por las dudas.
Tras reunirse secretamente con los dirigentes de la Mesa de Enlace en algún lugar también secreto de la localidad bonaerense de Escobar y almorzar con ellos un asado (eso sí lo contaron), en un encuentro que duró cerca de dos horas, el nuevo hombre fuerte del gobierno nacional escuchó y tomó nota de todos los reclamos del sector que más dólares aporta a una economía desahuciada de divisas
A la cabeza de una larga lista de pedidos agropecuarios -y que condujeron a una jornada de protesta agropecuaria el 13 de julio pasado- figuró el desmantelamiento de las barreras y cupos de exportación que, además de causar daños enormes al sector, no tuvieron efecto alguno en los precios minoristas de los alimentos.
Tras esa reunión, que se mantuvo en secreto porque el propio Massa ordenó a todos sus funcionarios negarla y esconder las coordenadas (para despistar, primero se suponía que iba a ser en Las Heras), los dirigentes rurales se plegaron al grotesco juego de “espías de la KGB” y se apersonaron hasta una estación de servicio YPF, ubicada en el acceso a Escobar, para brindar una suerte de conferencia de prensa improvisada y convertirse en portavoces del encuentro. Fueron hasta allí porque los periodistas se habían apostado en el lugar, ya que, si bien luego se supo que la reunión se estaba haciendo en Escobar, no se tenía certeza del lugar exacto de la reunión.
Palabras más o menos, los dirigentes del agro dijeron que la reunión fue “positiva” porque en principio Massa escuchó los reclamos del ruralismo y se comprometió a responder a cada uno de ellos en un plazo de diez días, cuando se repetirá una nueva cumbre (¿también secreta?). Esperemos que en esa ocasión sepamos la hora y el lugar, como corresponde a cualquier actividad de funcionarios públicos en un país normal.
Acompañando a Massa estuvieron su secretario de Agricultura, Juan José Bahillo; el titular de la Aduana, Guillermo Michel; y curiosamente también fue de la partida el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez, se supone que para dar cierta idea de continuidad. La Mesa de Enlace -que también jugó a los secretitos- tuvo asistencia perfecta, con Nicolás Pino (Sociedad Rural Argentina), Carlos Achetoni (Federación Agraria), Elbio Laucirica (Coninagro) y Jorge Chemes (CRA).
¿Será cierto que Massa tiene intenciones de ofrecer gestos concretos al ruralismo o solo buscar ganar tiempo? Como para que existan más dudas que certezas, también se acordó realizar reuniones entre técnicos privados y oficiales desde la semana que viene. Como decía el General… armá una comisión y esperá. Por suerte, los plazos esta vez parecen acotados.
Los temas sobre los que debería definirse Massa para intentar brindar gestos concretos al agro ya son archi-conocidos: la Mesa de Enlace reclama levantar el cepo a la exportación de carne vacuna (o al menos ampliar la cantidad de cortes liberados), eliminar los cupos para trigo y maíz (ya que distorsionan los procesos de formación de precios) y borrar de un plumazo los fideicomisos que subsidian a ciertos sectores alimenticios con dinero de las exportaciones agrícolas (como es el caso del Fondo Estabilizador del Trigo, que se ha mostrado totalmente ineficaz para mantener los precios del pan).
Pero hhay otros planteos que se han hecho: los dirigentes rurales hablaron especialmente de las economías regionales y la necesidad de sostener a los productores con financiamiento accesible y de largo plazo. También, obviamente, del daño que produce la brecha cambiaria, debido a que los chacareros siguen cobrando en pesos al dólar oficial, mientras muchos insumos y costos se han disparado para alinearse con el dólar MEP o CCL, generando una olla a presión a punto de estallar. También se mencionó la falta de algunos insumos críticos para la actividad.
Al parecer, según el relato de los dirigentes del campo, no hubo insistencia de Massa para que los productores que todavía conservan soja en su poder (queda la mitad de la cosecha por vender) lo hagan más rápido, para así facilitar el flujo de las liquidaciones de divisas hacia el Banco Central (BCRA). Pero alguno preguntó por qué no lo hacían a partir del esquema ideado por el Banco Central para que al menos un 30% de las ventas del poroto se pudieran trocar por dólares cuasi-solidarios, de manera tal de mejorar un poco el tipo de cambio. Pino, de la SRA, insistió en que los productores no se verían tentados con una mejora tan limitada y recomendó mejorar los porcentajes.
En definitiva, nada demasiado espectacular más que una frágil y breve tregua. El resultado de la reunión no merecía ni el 10% del misterio que la rodeó, salvo que los ruralistas escondieran algo a pedido de Massa, el último ancho (no se sabe si de espada o ancho falso) que le queda por jugar a este gobierno.