El Gaucho Martín Fierro es un poema narrativo escrito en verso en 1872 por José Hernández. Se trata de una obra que es considerada parte del acervo fundacional literario de la Argentina y, como tal, es lectura obligada en todos colegios. Esa es la principal razón por la cual en 2022, a 150 años de la creación de una obra tan magnífica, sean pocos los argentinos que quieran recrear la tortura de tener que leer por obligación esos versos escritos por un gaucho iletrado que contaba sus desventuras en la entonces inhóspita región pampeana.
Pero lo cierto es que, gracias a esa inoportuna imposición escolar, muchos argentinos pierden la posibilidad de disfrutar de un libro gigantesco en el cual José Hernández, con una destreza extraordinaria, logró darle vida, en su propio y característico lenguaje, a los mestizos dispersos por la llanura pampeana, conocidos como gauchos, quienes eran (y en algunas zonas aún siguen siendo) la impecable síntesis entre la cultura indígena y la española.
Más allá de las particularidades regionales e históricas contenidas en el poema, el Martín Fierro es una obra universal porque trata sobre una cuestión que atraviesa a cualquier cultura y época: el individuo, satisfecho con su propia existencia, que es condicionado y luego suprimido por la autoridad. La llanura pampeana es representada por Martín Fierro como una suerte de paraíso, en el cual los gauchos podían desenvolverse con libertad para asegurar el sustento propio y el de su familia por medio de una serie de habilidades que los colmaban de orgullo.
El idilio llega a su fin cuando, en el marco de una leva forzosa realizada por el ejército argentino, Martín Fierro es obligado a alejarse de su familia para servir en una de las tantas milicias que por entonces luchaban defendiendo la frontera argentina contra los malones indígenas que diezmaban poblaciones y robaban cuanta hacienda encontraban.
Así es como, luego de experimentar diferentes penurias durante su servicio forzado, Martín Fierro decide finalmente desertar para descubrir que su vivienda se encuentra destruida y que su mujer se había ido con otro hombre y –lo más doloroso– sus hijos fueron enviados como peones a una estancia. Pierde todo contacto con ellos e, insuflado por la rabia y la amargura, desciende al infierno para transformarse en un gaucho “matrero”, es decir, enemigo del sistema institucionalizado y de todos sus órganos de gobierno.
Resentido, Martín Fierro comienza a destilar su odio con actos arbitrarios de violencia que terminan en asesinatos y pasa a ser buscado por la policía. Una noche logran dar con él y, cuando están a poco de apresarlo, el sargento al mando de esa unidad, admirado por la valentía del gaucho, decide pasarse a su lado y luchar contra los agentes. En ese momento, los dos pasan a ser fugitivos para internarse en el desierto y vivir entre los indios.
La metáfora contenida en la historia es tan bella como poderosa: es preferible renunciar a la civilización que perder los últimos jirones de la propia libertad.
¿Qué diría en nuestros días el gaucho Martín Fierro? No tardaría en advertir que la civilización tiene, por lejos, muchos más artilugios, comodidades y placeres disponibles para evitar que la abandonemos. Pero, como contrapartida, comprendería que las opresiones de la autoridad se exacerbaron hasta niveles desproporcionados para quedarse con la mayor parte del esfuerzo de las personas y condicionarlos hasta niveles insólitos en los cuales ni siquiera pueden mencionar determinadas palabras para evitar ser socialmente anulados y, en algunas circunstancias, también inhabilitados como ciudadanos.
El mejor homenaje a esta obra tan vigente es actualizarla por medio de la incorporación de un ícono ubicuo de nuestra contemporaneidad, los zombies o muertos vivientes, quienes representan, de alguna manera, a las legiones de personas que, sin propósito vocacional alguno, están dispuestas a devorar todo lo que encuentran a su paso con tal de no advertir que son esclavos. Aunque parezcan humanos, ya dejaron de serlo.
Representa además una oportunidad –un “anzuelo” podríamos decir– quizás también para que aquellos que jamás leerían una obra como el Martín Fierro puedan acercarse a ella y, con un poco de suerte y ayuda de la providencia, descubrirla.
La obra puede descargarse aquí. O verse aquí abajo.
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