Arduo es el debate en el sector agropecuario en torno a la propiedad intelectual de las semillas que se siembran cada año. La industria semillera busca que se le empiece a reconocer esa propiedad, limitando o cobrando por el uso propio de esa semilla que hacen los productores, es decir, sembrando la misma semilla que cada uno cosechó.
De acuerdo a los datos que aporta esta industria, nucleadas en asociación, el 87% de la semilla que se siembra año a año en el campo proviene de origen propio, no declarado, o directamente ilegal.
Esto pasa sobre todo con las especies autógamas, entre ellas soja y trigo, como cultivos extendidos en nuestro país. Incluso las industrias hablan y denuncian que productores directamente cosechan para vender semilla a sus vecinos, pasando por alto la propiedad y el desarrollo tecnológico que las grandes compañías ponen sobre cada semilla.
El debate viene de larga data, con una Ley de Semillas de 1973, que resulta anticuada para los semilleros, y actual para los productores, que se amparan en ella para usar libremente cada año.
Justamente la cuestión de las semillas es una de las grandes discusiones pendientes del sector agropecuario, ya que renovar, o actualizar el marco regulatorio para contener a la industria y también a los productores, cayó en saco roto cada vez que se lo intentó establecer, bajo todos los signos políticos, a veces por desidia y a veces por intereses personales.
Con la llegada de la nueva administración nacional, y en particular las autoridades de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, el debate se reavivó, ya que los representantes del Estado vienen impulsando la adhesión de Argentina a UPOV91, un acuerdo global que estipula el uso oneroso de la semilla, beneficiando a la industria, y entendiendo que el productor, cada vez que vaya a sembrar, tenga que comprar la bolsa correspondiente y pagar por ella.
Como este debate se retrasa y las compañías necesitan recuperar la inversión que realizan, se creó en Argentina un programa de comercialización directo de los semilleros, que viene un poco a llenar ese bache que deja la falta de discusión respecto a una nueva ley. Ese programa se denomina Sembrá Evolución, y en él están los semilleros que particularmente venden soja y trigo, y acceder a la semilla fiscalizada de forma “legal”.
De ese consorcio forma parte el histórico semillero Buck, especialista en cultivos de invierno como trigo, avena y cebada. Es por eso que durante Expoagro fuimos a consultar a Mario Cattáneo, gerente comercial del semillero, qué opinión le merece este debate y el crecimiento de Sembrá Evolución.
Cattáneo afirmó ante los micrófonos de Bichos de Campo: “Tenemos la esperanza de que salga algo nuevo, digamos que nos mejore la situación. Lo mejorable sería que, como nosotros somos una empresa trigo dependiente, y el trigo es un cultivo autógamo, como la soja, la recuperación de la inversión tecnológica que uno hace para el desarrollo de esas variedades es muy bajo. Eso es una realidad. Es muy bajo en la Argentina y es algo que es de mucho mejor recupero en Brasil o en Uruguay, por ejemplo, o en Estados Unidos”.
De esa forma comienza Cattáneo a describir el problema, a la vez que asegura: “Eso pasa porque nosotros tenemos una Ley de Semillas a la que le faltan algunos detalles, y no hay reconocimiento de la propiedad intelectual como debería haberlo. UPOV91 mejora un poco la situación porque le da identidad al uso propio. También seguramente habrán oído hablar de Sembrá Evolución, que es un programa donde hay un contrato o una licencia entre el obtentor y el productor. Hoy todas las empresas de trigo estamos dentro de Sembrá Evolución, y a partir del año 2024, todos los lanzamientos de trigo van a estar bajo el sistema. Nosotros estamos lanzando una variedad este año que va a estar dentro del programa. Estamos todos buscando mecanismos que nos aseguren una mejora en el recupero de regalías y de inversión, y poder de esa manera invertir más en investigación, y volcar esa mejora en investigación al productor y que impacte positivamente”.
Mirá la entrevista completa con Mario Cattáneo, del semillero Buck:
– La cuestión está en evitar el uso clandestino, ¿no?
– Va por ese lado, sí. Evitar el uso ilegal de la semilla. Por ejemplo en trigo hay una resolución que ya tiene unos años, que solamente se puede comercializar semilla fiscalizada, ¿cierto? Bueno, sabemos que se comercializa semilla que no está fiscalizada. Porque esa resolución existe, independientemente de que esté UPOV 91 o no esté UPOV 91. Y, bueno, están fallando los controles en ese negocio, por ejemplo. Un control que debería realizar INASE.
– ¿Y cuál sería la solución? Que Argentina adhiera al tratado UPOV 91, ¿sería un puntapié inicial o no?
– Sí, sería un puntapié inicial. A ver, no sería la solución completa, porque después la decisión UPOV 91 requiere una reglamentación. Y en esa reglamentación es donde se fijan las pautas. Pero es un avance, sí. Sería un avance para el reconocimiento de la propiedad intelectual. El resto de las compañías de la industria semillera también hablan de que se está perdiendo mucha tecnología en el mercado agropecuario argentino por esto, por esto que mencionabas vos, de que la rentabilidad por investigación es muy baja.
– ¿Cuánto es y qué es lo que nos estamos perdiendo?
– Lo que vos te perdés en trigo está HB4, que es un evento, pero no hay muchos eventos. En soja, que es otra autógama, ahí sí vos te estás perdiendo la llegada de muchos eventos. Que, por ejemplo, hay eventos que no vienen acá y se están yendo a Brasil. Te estás perdiendo que las empresas dejen de trabajar en Argentina o levanten el pie del acelerador en la investigación en Argentina, y pongan el foco en otros mercados donde el recupero por regalías es mayor. Entonces, ahí te estás perdiendo realmente una mejora.
Luego de analizar la coyuntura respecto al debate del uso oneroso de semillas, y la propiedad intelectual, Cattáneo cree que la próxima campaña de fina, será buena, y con disponibilidad de semillas de calidad, luego de las malas campañas producto de la sequía: “Nosotros estamos muy esperanzados en una recuperación del área de fina, sobre todo de trigo. Hay una amplia zona del país que sufrió ya dos años consecutivos de mala cosecha de fina. Sumado a cosechas de gruesa que fracasaron. Entonces también hay necesidad financiera de hacer algo, y cubrir ese bache. Pensamos que va a ser una buena campaña de trigo. La situación hídrica ha mejorado, no 100%, pero sí en una amplia zona del país. Sobre todo la muy castigada en los últimos años”.
Sobre la disponibilidad de semillas para la próxima campaña, el directivo de Buck asegura: “La disponibilidad de semillas está asegurada. Nosotros tenemos mucha producción de semillas en el sudeste, que tuvo un año bueno el año pasado. Entonces hay una buena disponibilidad de semillas y de eso no hay inconveniente”.