Hay entrevistas con un sabor especial y esta lo tiene. En una reciente visita a Tucumán, los Bichos de Campo pudimos hablar con Luis Sotomayor, el responsable de campo de la Compañía Azucarera Los Balcanes. O mejor dicho, el tipo que tiene sobre su espalda la obligación de cosechar a lo largo de seis meses unas 50 mil hectáreas implantadas con caña de azúcar, casi el 20% de la que se produce a nivel provincial.
Todo este proceso debe funcionar como un reloj suizo, para que nunca falte la materia prima que alimenta los trapiches de los tres ingenios que maneja el grupo Los Balcanes, que son La Florida, Cruz Alta y Aguilares. Luego, esa caña molida se transformará en azúcar, alcohol, bioetanol y ahora hasta en energía eléctrica. Pero esa es otra historia. Todo, como siempre, empieza por el campo.
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“Este proceso lo iniciamos hace doce años, primero en pequeña escala y hoy sobre 50 mil hectáreas, el 18 o 19% de la caña de la provincia”, cuenta Luis. Detrás suyo se alistan una 50 máquinas cosechadoras que por estos días se pondrán en movimiento y pondrán el cuerpo a la zafra 2018.
El proceso del cual nos habla Sotomoayor no es otra cosa que una fuerte corriente de “profesionalización” de la actividad cañera, que ha buscado otra forma de organización y las relaciones entre los ingenios y los cerca de 5.000 productores independientes de caña (la mayoría de ellos de muy pequeña escala) que existen en la provincia. Sin emitir juicio de valor, contamos ese cambio.
La postal de “Palito Cañero” ya no va más. Mirá el reportaje:
El grupo Los Balcanes cosecha unas 50 mil hectáreas, pero solamente considera como “propias” cerca de 27 mil. En ese rubro colocan la tierra de su propiedad, la que arriendan, y la de los productores asociados con la compañía, a los cuales les aseguran todo el manejo agronómico a cambio del compromiso de entregarles la caña.
“Ese productor cañero establece con nosotros una relación social y comercial. Tratamos que haga un negocio que le permita vivir y crecer anualmente, a la vez nos permita a nosotros seguir creciendo”, explica Luis Sotomayor.
Luego aclara que la inmensa mayoría de esos productores asociados tienen pequeñas superficies implantadas que no les permitirían subsistir por las suyas. “Si estuvieran solos ya hubieran desaparecido como cañeros y hasta como tenedores de su propia tierra. Hoy un productor de 10 hectáreas debe tener cierta diversificación. Que una vez en el año reciba el pago por sus 500, o 700 toneladas de caña le puede llegar a servir para vivir unos pocos meses nomás, pero no hay manera que ese productor subsista todo el año con 700 toneladas de caña”, afirma el gerente de campo de Los Balcanes.
La contraprestación de todos los servicios agronómicos se cobra con kilos de caña entregados a alguno de los tres ingenios del grupo, e inclsuo se va financiando. El servicio abarca toda tarea agrícola incluida la resiembra de los cañaverales, que tienen una vida útil de cinco o seis años. “Si vemos que es lote va cumpliendo su ciclo de vida útil nosotros mismos acudimos y se lo volvemos a plantar”, dice Luis.
Con esta estrategia, que se puso en marcha en 2004, Los Balcanes consigue la caña que necesita para sus tres ingenios. Y se anima a más. Sotomayor cuenta que “proyectamos un crecimiento a 2023 hasta 2 millones de surcos (hoy maneja 1,6 millones), es decir unas 33 mil hectáreas que producirán 2 millones de toneladas de caña”.
Otros ingenios azucareros tucumanos, en cambio, han optado por otro modelo: crecen absorbiendo la tierra de los pequeños y medianos cañeros. El esquema se asemeja más al de los ingenios de Salta y Jujuy, que suelen trabajar con un 70/80% de tierra propia.
“Nosotros no somos prestadores de servicios agrícolas. Nosotros prestamos servicio fomentando la producción de caña que necesitamos nosotros mismo”, se ataja Sotomayor cuando le preguntamos si Los Balcanes podría prestar solo el servicio de cosecha sin establecer relaciones contractuales con los productores, como sucede con los contratistas de la pampa húmeda.
La mecanización de la tarea en los cañaverales ha sido definitoria para que surjan estos nuevos modelos de organización. La cosecha mecanizada, sobre todo, que ya explica de 75 a 80% de la superficie implantada en Tucumán.
“Ya no existe el viejo pelador cañero que te podía cortar, despuntar y pelar unas 4 toneladas por día”, nos cuenta Luis. Cada una de las cosechadoras que tiene detrás suyo pueden levantar unas 600 toneladas diarias y con una dotación de solo 4 trabajadores reemplazan a 150 de los viejos cañeros.
Sotomayor no da lugar a la nostalgia:”No hay manera de que volvamos para atrás”, afirma.