La crisis que desde hace tiempo atraviesan las producción de té y yerba mate en Misiones, que año tras año deja a más productores fuera del negocio, se llevó puesto ahora a uno de sus principales referentes.
Luego de 20 años de caminar entre yerbales y plantaciones de té, algo que mamó desde muy chico, y tras participar como representantes de los chacareros en distintos espacios como la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM), la Comisión Provincial del Té (Comproté), el Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), y la propia Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Cristian Klingbeil se vio obligado a dar un paso al costado.
“Yo prestaba servicios a pequeños productores, tanto de té como de yerba mate, y me hacía cargo de mantener las plantaciones, de fertilizar, de cosechar, de llevar la producción al secadero. Esto es mi familia siempre existió, pero no es algo que heredé sino que es un trabajo que siempre me gustó y me gusta mucho. Cuando se me dio la posibilidad, me largué a hacerlo”, contó a Bichos de Campo el misionero, que pasó su infancia entre el taller del padre y la chacra de su abuelo, a la que calificó como “su lugar en el mundo”.
Su trabajo como contratista -que realizó durante dos décadas para terceros y también para propios, ya que la familia de su esposa produce yerba en una superficie que ronda las 30 hectáreas-, estuvo fuertemente atravesado por las demandas de un sector largamente postergado.
“Cuando se generó la histórica protesta con los tractorazos que dio paso a la creación de INYM, yo participa junto con mis tíos. Siempre me llamó la atención eso de luchar para conseguir mejoras para el sector”, relató Klingbeil.
“Después mi tío me invitó a una reunión donde se discutía el precio del té. Fui a una, a dos, a tres reuniones, empecé a decir cosas y llamó la atención la forma en que las decía. Se me fueron abriendo las puertas y terminé dos veces en el INYM, e incluso muy involucrado en CAME, con el amigo Pablo Vernengo, que ya no está y se lo extraña. Llegué a lugar a los que uno nunca piensa que puede llegar, para discutir y ser la voz de productores de todo el país frente a funcionarios nacionales”, añadió a continuación.
De esas luchas recuerda especialmente aquella que buscó lograr la compatibilización de los planes sociales con el trabajo registrado en las chacras, durante el gobierno de Alberto Fernández, y una más reciente vinculada al intento de prohibir el uso de glifosato, algo que para él incurrirá en graves problemas para con los socios comerciales del exterior.
Y a pesar de seguir de cerca todo el desarrollo de ambas cadenas productivas, la decisión de dejar su trabajo no es una que esperaba.
“No se me había cruzado la idea. La verdad es que siempre mantuve la esperanza. Todas las veces que integré distintos espacios, siempre fue con el objetivo de tratar de encontrar una solución a los problemas que teníamos en ese momento. Y también siempre advirtiendo que podían aparecer otros problemas, para prevenirlos. Siempre intenté buscar la salida para el conjunto. Pero hoy por hoy está muy fácil fundirse laburando en el campo”, lamentó.
Respecto del sector tealero, que era sobre el que más servicios ofrecía, señaló que si bien hay demanda de cosecha, el valor de la materia prima no permite cubrir los costos.
“El té viene en una crisis desde hace 12 o 13 años, que cada vez está peor. Se han solucionado algunos problemas como la cuestión del dólar blue y el dólar artificial que estaba pisoteado, pero aparecieron otros que terminan siendo iguales o más graves aún. El aumento sideral de los costos en dólares para producir, para vivir, para pagar jornales, deja en una situación muy compleja a estas economías. Ahora que tenemos que arrancar la tercera zafra con el gobierno de Milei, con medidas económicas que no nos permiten ser competitivos”, analizó.
“Hoy para acondicionar 100 hectáreas de té necesitas prácticamente entre 40 y 50 millones de pesos. Es la inversión que yo tengo hasta que se empiece a cosechar té. Toda la fertilización, la poda, los herbicidas, etc. De acá a un año es muy poco probable que yo recupere eso. Y no es algo que sucede solo acá. A nivel nacional, el productor de tomate está tirando su producción, al igual que el de cebolla y de zapallo. Todos estamos en una situación compleja”, agregó.
-¿Qué planeás hacer a partir de ahora?- le preguntamos.
-Ahora estoy tranquilo, laburando con mi viejo en su taller. Gracias a dios hay trabajo en ese rubro. Estoy viendo también si me capacito para hacer algún otro trabajo en otro rubro, pero más que nada analizando como surfear el tsunami en el que nos metieron nuestros gobernantes.