Ernesto Cruz, el mexicano que batió el récord mundial de maíz, con 44 toneladas por hectárea, estuvo por la Argentina aconsejando a los productores locales tomar determinadas medidas para mejorar su productividad. A algunos les cayeron mal esos consejos, pero lo que debe decirse es que también hay un grupo grande de agrónomos y productores locales que abraza calurosamente la revisión de muchos aspectos del sistema productivo local. Fueron ellos los que invitaron al mexicano en varias ocasiones a la Argentina. Por eso los hemos llamado Los Salieri de Cruz.
Nicolás Chiappero forma parte de ese grupo de inquietos agricultores que están convencidos de que se puede levantar los techos productivos del maíz,. Actualmente los promedios nacionales son muy bajos, de poco más de 7 toneladas por hectárea, y en Córdoba -de donde proviene Nicolás- los mejores lotes agrícolas ofrecen de 12 a 14 toneladas. Pero estos Salieri creen que se puede ir más allá, y además de modo sustentable.
Chiappero es un ingeniero agrónomo orgullosamente recibido en la Universidad Nacional de Río Cuarto, que tiene la suerte de poder probar estos desafíos porque trabaja como asesor de un grupo que apuesta a las tecnologías, el grupo Pasman, vinculado localmente a la fabricante de equipos de riego Valley. Esa firma maneja unas 6.000 hectáreas de campos bajo riego en diferentes lugares del país, incluyendo la zona oeste de Córdoba, el norte de San Luis, y también en el sur de Buenos Aires, cerca de Carmen de Patagones. Además manejan una superficie en secano ubicada en el sur de Córdoba, entre Río Cuarto y Laboulaye, donde hacen planteos mixtos. Hacen ciclo completo en ganadería, y en agricultura tienen al maní, como cultivo de estrella, además de trigo, soja, girasol, sorgo y maíz, el cultivo que ahora nos convoca.
Nicolás está convencido de que mucho de lo dicho por Cruz es “extrapolable” a la agricultura local, en especial en lo que hace a la física y la química del suelo. “No es solo para el maíz lo de la biología del suelo. El suelo es vivo para el maíz y es vivo para todos los otros cultivos. Es un poco entender eso”, reflexiona el agrónomo.
-¿En algún momento se perdió de vista el suelo, no?
-Si, totalmente. Pero el suelo principalmente es algo vivo y hay que tratarlo como tal. Es algo que lo aprendimos a la fuerza o por querer lo que uno hace, básicamente.
Según esta mirada, el modelo agrícola “llegó a un límite y el suelo lo está marcando. Hay que ir aprendiendo y querer lo que uno hace, básicamente en el día a día en el campo. Hay que revisar la agronomía, no tanto una fórmula de receta, tantos litros de glifo, sino empezar a buscarle la vuelta y ver que de a poco, aprendiendo y siendo curiosos, viendo un poco todo lo que hace el resto…”
“Por ahí aparecen personajes como Ernesto, que son disruptivos y te hacen repensar todo lo que sabías. Él habla de que el único secreto para mejorar rendimientos es cambiar de paradigma y dejar de pensar que uno no puede”, enfatizó el agrónomo.
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“Los límites son mentales, aunque por supuesto hay lugares en que no se puede, no se puede (mejorar los rendimientos). Pero bueno, es saberlo también”, expone Nicolás.
-Muchas veces se repite el concepto de que la Argentina puede ser más productiva con la misma superficie, pero que de ese modo va a hacer bolsa al ambiente…
-La agronomía viene a discutir eso, la nueva agronomía. O sea para lograr mejores resultados hay que hacer mejor agricultura y cuidar mejor el suelo y ser más sostenible. O sea, si vos lo destruís un año, dos años y al cabo de diez años… Andate porque ya has dejado de producir. El suelo es algo finito, no es infinito. Aunque el primer concepto es que la agricultura tienen que ser rentable, porque si no vas al muere.
-¿Y se puede hacer agricultura sustentable en un medio económico tan demandante como el argentino? Con márgenes finitos, con retenciones, con inestabilidad…
-Es muy complicado, y a eso hay que sumarle las distancias. Al estar en zonas muy alejadas de los puertos los gastos comerciales nos matan. Entonces, todo eso es lo que te hace hacer las cosas mejor y sacar el número.
Chiappero destacó que una de las cosas que más repitió el mexicano Cruz en su visita al país es que el productor que quiera mejorar sus performances tiene que observar un montón de detalles, como regular la sembradora, o poner el fertilizante en el momento adecuado del cultivo, o revisar la profundidad de siembra. “Todos estos son factores que no son de costo, no tienen costo, pero tienen un impacto tremendo en el rinde. Y además todo eso te ayuda a soportar los condicionantes externas” al negocio.
Pero Nicolás vuelve siempre a la salud del suelo, como factor diferencial: “Si el suelo está sano, si está bien nutrido, la soja te va a dar más, el maní te va a dar más y así”.
Entonces, ratifica que la primera decisión de cualquier agricultor debe ser “primero medir, averiguar dónde estás parado, no tratar todos los campos por igual porque no son iguales. La principal limitante es el agua, y si se puede regar hay que regar, Si vos podés regar, vas a mejorar el suelo. Y ni hablar que si desarrollás ese suelo, vas a tenés más productividad y van mejorando los márgenes también”.
Otro concepto que Chiappero considera clave es “dejar de fertilizar” para “empezar a nutrir”, que no sería lo mismo.
-¿Entonces decís que hay muchas cosas que uno podría hacer a pesar del contexto? ¿Cuál es la fórmula?
-Cambiar de a poco, estar atento, no estar tan cerrado a que lo que estudiaste en la universidad es lo que vale. Y diagnosticar. Para mi el diagnóstico es todo. Hay muchas cosas que no tienen costo. Una es agarrar la pala. Demorás una hora y haces un pozo y conoces mejor ese suelo. Hay unos cuantos que hoy no hacen un pozo en el campo, o no sacan una planta para ver como son, cómo tiene las raíces. Esas cosas yo creo que son fundamentales para la agricultura de hoy.