La semana pasada el pronóstico difundido por Climate Prediction Center e International Research Institute for Climate and Society (CPC/IRI) señalaba que la probabilidad de continuidad de una fase Niña para el último trimestre de este año es del 79%. Es decir: casi un “número puesto”.
Hoy CPC/IRI difundió el pronóstico elaborado en función del promedio de estimaciones realizadas por los principales centros climáticos del mundo y la mala noticia es que también prevé una elevada probabilidad (73%) de una fase “Niña” para el último trimestre del año.
Vale recordar que un año atrás había disparidad entre el pronóstico oficial del CPC/IRI y el promedio de estimaciones de los centros climáticos mundiales. Pero esta vez ambos coinciden.
El fenómeno Niño-Oscilación del Sur (ENSO por sus siglas en inglés), que comprende la oscilación de parámetros meteorológicos del Océano Pacífico ecuatorial, es una variable clave que suele provocar lluvias inferiores a las normales en buena parte de las regiones agrícolas sudamericanas.
Si bien la mayor parte de los modelos de los centros climáticos coincide que las temperaturas del Pacífico ecuatorial van camino a incrementarse, la mayor parte estima que ese fenómeno recién lograría consolidarse hacia el segundo o tercer mes de 2023 para dar paso a una fase “Neutra”.
Eso implica que, tal como ocurrió en las últimas dos campañas, tanto el maíz temprano como la soja de primera tienen altas probabilidades de experimentar restricciones hídricas que no permitan que los cultivos puedan expresar su potencial productivo.
Y eso cuando aún está fresco el recuerdo de un golpe climático importante sufrido por esos cultivos en el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y buena parte de la Argentina.
El hecho de que nos encontremos en el mes de agosto hace bastante poco factible que pueda revertirse en los próximos meses el proceso de enfriamiento de enfriamiento del Pacífico ecuatorial, que es precisamente lo que caracteriza al fenómeno denominado “Niña”.
La persistencia de la “Niña” ya le está pasando “factura” a muchos lotes de trigo presentes en la Argentina, los cuales no cuentan con reservas de humedad suficientes para poder desarrollarse normalmente.