En el último año la industria semillera argentina inscribió en el Registro Nacional de Cultivares 139 híbridos de maíz, mientras que en el caso de la soja apenas se registraron en el período 88 nuevas variedades.
Si bien el área sembrada de soja en la Argentina es más de dos veces superior a la de maíz, no existen actualmente incentivos económicos para desarrollar genética en la oleaginosa.
“Cuando no están dadas las condiciones para hacer inversiones, tanto por parte del sector público como privado, no se realiza una gran cantidad de inscripciones”, explicó Alfredo Paseyro, director Ejecutivo de la Asociación Semilleros Argentinos (ASA), durante el evento de lanzamiento de la Campaña Gruesa 2021/22 realizado hoy por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
“A partir de la demanda que tenemos en los diferentes mercados, tenemos que contar con cultivares que otorguen calidad a nuestras producciones, porque después, en el resto de los eslabones, no se pueden mejorar lo que no viene del campo”, comentó Paseyro.
El representante de la industria semillera indicó que es necesario contar con un nuevo marco legal que asegure rentabilidad a las empresas que realizan desarrollos genéticos y biotecnológicos en cultivares.
También solicitó al gobierno nacional que promueva la aprobación del proyecto de ley de fomento a las exportaciones agroindustriales, diseñado entre el Gabinete Económico y representantes del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), para apuntalar inversiones en el sector.
El proyecto en cuestión –que se encuentra “congelado” por parte del gobierno– contempla, entre muchos aspectos, la posibilidad de deducir en el impuesto a las Ganancias el 100% de la inversión realizada en semilla fiscalizada.
En Uruguay –a diferencia de lo que sucede en la Argentina– existe un elevado uso de semilla certificada porque el monto abonado por semilla original, multiplicado por 1.5, puede descontarse del Impuesto a la Renta (equivalente al impuesto a las Ganancias en la Argentina).
Por último, Paseyro manifestó que en el próximo lustro la industria semillera se propuso promover el incremento el uso de refugios en cultivos de maíz para alcanzar, dentro de cinco años, una proporción cercana al 75% del área nacional con esa práctica de manejo que garantiza la permanencia de la tecnología Bt.