Jorge Viola es un veterano corredor que pisó por primera vez la Bolsa de Cereales de Buenos Aires con apenas 18 años de edad. Ahora, con 66 años, cumple con el rol de presidente de la Cámara Arbitral y lidera un equipo de personas habilitadas para mediar en aquellos conflictos que no son capaces de solucionarse directamente entre las partes. Actualmente es uno de los hombres que está llamado a garantizar la transparencia en las operaciones que realizan a través de la institución.
Si bien la lógica indica que ante un incumplimiento en los tiempos de entrega de una cosecha, o violar la fecha de pago establecida, son cuestiones que deben tratarse en la justicia, Viola explica que los árbitros que conforman la Cámara, son los propios actores del sector, quienes tienen el plus de ser especialistas en el mercado de granos.
“La Comisión directiva de la Cámara está conformada por todos los sectores. Es decir por el sector comprador, el sector vendedor, corredor, fábrica y molineros. La ventaja que tienen los querellantes al de traer el conflicto a la Cámara y no a un juicio fuera -independientemente de los años que que va a tener ahí- es que acá los árbitros son gente que está especializada en todo lo que es la comercialización de granos. Entonces en dos meses a lo sumo, el problema lo tenés resuelto”, explicó Viola a Bichos de Campo.
En este sentido, el presidente de la Cámara reconoce que no son muchas las demandas que tramitan, y que apenas representan el 0,1% con respecto a la cantidad de negocios que existen. Sin embargo, se siente orgulloso porque en la mayoría de los casos la parte implicada respeta y cumple con los fallos. “Los fallos de la Cámara se respetan en un 99%. Son los mismos actores del negocio y de la comercialización en general, los que en este caso dictan la sentencia a cumplir. Si vos no cumpliste con un fallo, difícilmente vuelvas a trabajar, porque nadie va a querer operar con vos”, detalló.
Mirá la entrevista completa a Jorge Viola acá:
“Este es un negocio 100% de palabra, porque vos hoy a lo mejor estás comprando o vendiendo, una mercadería a un precio determinado y mañana cambió el mercado. No por eso vos dejas de cumplirlo. Por ejemplo vendiste hoy maíz a 185 dólares, mañana vale 190. Vos no podés negar ese negocio. También sucede al revés, si compraste a 185 y mañana vale 180, no lo negás, porque de ahí hasta que se firma el contrato de compraventa, a lo mejor pasaron varios días y ya empezaste a entregar la mercadería o el comprador te la empezó a recibir y todavía no tenés el contrato firmado. Por eso digo que este es un contrato de palabra y se cumple”, enfatizó el presidente de los árbitros.
-¿Llegaste a ser presidente de la Cámara Arbitral representando al sector corredor y te postularon para esta tarea, cierto?
–Yo vengo del sector corredor que somos los intermediarios entre los compradores, que pueden ser fábricas exportadoras, molinos harineros y el vendedor, que puede ser un acopio o un productor agropecuario. Tengo una firma corredora y estamos asociados también a un acopio. Lo que tiene de bueno este negocio es que es muy ágil. No siempre tenés las mismas condiciones, porque hay diferentes tipos de negocios, pero sí ha ido cambiando la forma de comercializar. Creo que eso es lo bueno que tiene.
Entre los cambios más significativos que ha experimentado la BCBA, Viola recuerda aquellos tiempos cuando al recinto ingresaban alrededor de 400 personas y los negocios se hacían cara a cara. “Los negocios son todos de forma telefónica y todo lo que es mercado a término es todo electrónico. Cuando empecé a venir el 90% de los negocios eran personales. El mercado de futuros y el mercado a término se hacía a viva voz”, contó.
-¿Aún así la Cámara Arbitral sigue teniendo el mismo sentido que cuando los negocios eran mirándose la cara?- le preguntamos.
–Sí, por supuesto, eso no cambió. La cámara no solo cumple con el rol arbitral, sino también con la certificación de calidad de ciertos granos que llegan. O sea, los granos que llegan a los diferentes sectores, fábricas, puertos y molino harinero. Justamente contamos con un laboratorio para realizar ese análisis. Lo importante de este procedimiento, como primera medida, es tener la muestra, cuando llega un camión a cualquiera de los destinos, independientemente de que el productor, el vendedor o acopio sepan qué calidad tiene la mercadería. El fuerte nuestro en esta tarea es Buenos Aires, San Nicolás y Necochea, este último es el principal puerto nuestro y el de gran caudal.
-¿Estas muestras sirven también para finiquitar conflictos?
–Sí, por supuesto. La muestra no la hace la cámara cuando llega el camión a destino, hay un representante del vendedor, que puede ser una acopiador o un productor y un representante del comprador. Estos lacran la muestra y ahí recién la mandan a la cámara para que esta la analice y después se le da a cada uno el certificado de análisis con la calidad que resultó en ese momento y de ahí después, bueno. Lo importante acá es si da la calidad. En los negocios donde el de acuerdo a la calidad que declara el vendedor no estuvieron dentro de esos parámetros, normalmente, al momento de la operación se la ha puesto una penalidad.
-La bolsa está cumpliendo 170 años, es bastante. La cámara debe tener unos cuantos años también. ¿Ni bien empezó a institucionalizarse un poco este mercado, recurrieron a los árbitros?
-La Cámara cumplió 119 años y creo que en su momento justamente fue una una medida más que acertada de esta institución. Acá tanto la bolsa como la cámara son dos instituciones madre que nuclean a todos los sectores, cada una en su función. La Cámara es para la certificación de calidad y los conflictos que pueda resolver, porque en todo mercado tiene haber árbitros.