Aunque es oriundo de Santa Fe, donde asesora muchos establecimientos productivos, el agrónomo Carlos Grosso siembra también en el norte argentino, donde la problemática de la chicharrita estaba instalada hace unos 5 años. Por eso se lamenta de no haber podido anticiparse a su avance demoledor hacia la zona núcleo agrícola del país, donde finalmente provocó daños en la producción de maíz calculados en cerca de 12 millones de toneladas en la última campaña. Y por más que se preparó para hacerle frente, asegura que “es una plaga inédita”.
En este escenario Grosso y otros especialistas empeñados en la erradicación de la enfermedad, se muestran preocupados, porque no vislumbran una solución urgente. Por el contrario, coinciden en la necesidad de bajar el nivel poblacional del vector y tomar las medidas adecuadas de cara a la próxima siembra.
“Si no bajamos el nivel poblacional, que es algo que podemos hacer, es muy difícil que alguna medida o que todas las medidas juntas alcancen. Entonces esa es la gran preocupación. Pero bueno, no es fácil con acciones individuales no lo podemos lograr bajar la población”, dijo Carlos Grosso a Bichos de Campo.
En este sentido el especialista reveló que se viene haciendo varios ensayos para lograr una disminución de los individuos, pero no tiene ninguna expectativa para el año agrícola que está concluyendo. Por eso las recomendaciones las focaliza en la próxima campaña.
Mirá la entrevista completa a Carlos Grosso:
“Hay que tener una estrategia antes de la siembra. Este año se va a hacer una red de trampas de chicharrita como para evaluar cómo va creciendo la población en las distintas regiones. Pero hay que empezar a actuar con niveles poblacionales muy bajos. Entonces, en cuanto se note la presencia del insecto, habría que empezar a actuar con controles químicos”, explicó el agrónomo.
Según Grosso, que es uno de los socios de la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE) que avisó antes a sus pares del fuerte peligro de la plaga, con una población de chicharrita en expansión ya no sería efectivo el control químico, aunque pudiera evitar la pérdida total del cultivo. “Cuando se tiene una expectativa de 10.000 kilos por hectárea, tal vez el control químico te ayuda a recuperar 3.000 kilos, que va a ser bastante. Pero perder los otros kilos, es perder toda la rentabilidad que se esperaba”, indicó.
-El productor muchas veces toma la decisión sin consultar a los agrónomos. ¿Crees que en estas circunstancia exista la posibilidad de que se revalorice el rol de los monitores y el asesoramiento técnico?
–Yo te diría que el 90% del área productiva donde nosotros nos manejamos tiene un buen asesoramiento. Yo creo que el nivel tecnológico es muy bueno. Los grupos de asesores trabajan mucho en red, como este caso de AAPPCE. Pero hay muchas redes regionales también que traccionan muchísima información. Lo que simplemente esta problemática nos desbordó. Hay mucha gente que sabe pero la solución no está.
Sobre el papel de la entidad que integra dijo que “estar en esta red es como tener el diario del lunes, porque cuando una adversidad llega al nivel de plaga es porque empieza a crecer la población y en esta red de 140 asesores distribuidos por todo el país, alguien la detectó y está la respuesta a esa problemática antes de que aparezca como problema”.
-En definitiva en el caso de la chicharrita todavía no se tiene control, más allá de que confiás en que va a venir. ¿Mientras tanto el mensaje a los productores es que nadie se salva solo?
–Por supuesto, nadie se salva solo. Lo positivo de estas situaciones es que nos hace trabajar de forma más asociativa. Acá están trabajando juntos CREA, Aapresid, Aappce y el INTA en una red de trampas y seguramente de esto vamos a salir fortalecido. Cuando llegó lo de malezas resistentes, personalmente pensé que iba a haber lotes perdidos por problemáticas de malezas y pensé que iba a ser más grave de lo que realmente fue. Pero el sistema de producción y la realidad hizo que crecieran las reuniones técnicas y los intercambios.
De aquella época en particular el agrónomo recuerda las formas de manejo en las que se incursionaron, una experiencia que aspiran replicar con la problemática de la chicharrita. “Aparecieron los cultivos de servicio para dar respuesta a la problemática de malezas y nos mejoraron el sistema de producción que después terminó siendo positivo. Seguramente esto cuando lo veamos dentro de tres cuatro años habrá sido positivo para todo el sistema. Mientras tanto los productores estamos un poco preocupados”, terminó diciendo.