Como los contratistas agrícolas, los contratistas forrajeros se han convertido en los últimos años un eslabón clave en las cadenas ganadera y lechera porque en muchas explotaciones ellos son los que producen el alimento que asegura la nutrición de los animales aún cuando no están dadas las condiciones climáticas. Su rol es cada vez más importante: la profesionalización de estas actividades ha sido un proceso muy visible en los últimos años, aunque a veces pasa inadvertido.
La CACF (Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros) es una entidad única en el mundo en su tipo, una rareza argentina, que aglutina a estas empresas cada vez más profesionalizadas. Festejó el año pasado su vigésimo aniversario, pero reconoce que aún requiere de las autoridades una atención para trabajar como se debe.
El sector no deja de desarrollarse, y ya “pica” alrededor de 2 millones y medio de hectáreas al año. La principal preocupación para los forrajeros es la carga fiscal y la falta de acceso al crédito que, como sucede en toda la agroindustria, dificulta la inversión en equipos y su actualización del parque de picadoras o mixers.
En diálogo con Bichos de campo, Luciano Toldo, productor santafesino y presidente de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros, graficó la situación del sector: “La tenemos que remar y pelear como cualquier argentino”, aseguró.
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A diferencia de otros países, la figura del “contratista” es clave en el sistema argentino, y no es sólo el caso de los campos agrícolas (70% de los cuales son alquilados) sino que el nivel de especialización ha llegado hasta el ensilado y henificado de forrajes para la alimentación animal, un aspecto fundamental para la producción pecuaria nacional. No es para menos, pues, tal como explicó Toldo, el “picado” de maíz, sorgo y otros granos permite obtener “la base de cualquier dieta productiva de carne o de leche del país”.
Son muchos los socios en el país que brindan el servicio y que, además de competir, se aglutinan para compartir “expertise”, infraestructura y contar con mayor poder de negociación. “Como cámara crecimos mucho”, destacó el presidente de la CACF, que ha sumado asociados de países limítrofes y hasta de Europa, lo que hizo necesaria la designación de delegados provinciales que fortalezcan vínculos y acorten distancias.
El papel de la cámara se hace palpable, sobre todo, en los beneficios que pueden brindar a los productores, que van desde convenios específicos con proveedores hasta el uso compartido de su laboratorio de calidad ubicado en Villa María para analizar muestras de los silos. “Nos ayuda a trabajar en conjunto, unidos y de buena manera”, destacó Luciano.
El doble rol que mantiene, como productor y referente, le permite a Toldo dibujar un panorama completo. En su caso se dedica a la producción de forrajes desde hace tres décadas en su pueblo natal, Tacural, que es estratégico por su cercanía con Sunchales, una de las cuencas lecheras más importantes del país y, por ende, una fuente que demanda alimento de forma ininterrumpida.
“Se necesita forraje conservado sí o sí para poder producir leche. Así surgió la necesidad de la picadora y ahí aparecimos la mayoría de los contratistas”, explicó. Pero no es soplar y hacer botellas, porque se necesita una importante inversión en insumos, maquinarias y conocimientos para ser competitivo y subsistir. Son requisitos que, dada la situación económica del país, no son fáciles de alcanzar ni sostener.
Desde la cámara reconocen que la elevada presión impositiva es hoy uno de los principales limitantes, no sólo para el crecimiento de los forrajeros, sino también para el desarrollo de toda la cadena productiva. “Los costos directos son importantísimos, pero el costo de amortización es el que más influye”, señaló Luciano que, a propósito de ello, elogió el rol que tiene la entidad en el establecimiento de los precios de referencia que aseguren rentabilidad.
Un silaje de mejor calidad se logra con técnicas adecuadas, conocimientos compartidos y reinversión. Por eso, al agruparse, los contratistas se toman muy seriamente la tarea de definir cuál es el costo real de picar una hectárea de forraje e intentan defender estas tarifas referenciales a pesar de los vaivenes del mercado o los imponderables, como lo han sido la sequía y el avance de plagas sobre los cultivos, en el conocido caso de la “chicharrita”.
A pesar de que ponen algunas fichas en el proceso de normalización económica que encabeza Javier Milei, como reafirmaron en su último plenario, saben que en su caso se requiere una estructura de precios adecuada y que estén dadas las condiciones para renovar su plantel de maquinaria. Por lo pronto, cobrar sus servicios en pesos pero pagar por equipos importados que cotizan en dólares no le juega a favor al sector, más aún tras una temporada de seca y crisis.
“No hay equipos adecuados y estamos desactualizados porque no ingresa lo último en maquinaria. Para nosotros es vital renovar”, lamentó Toldo, que pidió al Gobierno darle máxima prioridad a quitar las restricciones a la importación y a disminuir la carga impositiva sobre la maquinaria agrícola. Sin ir más lejos, comprar un equipo en Argentina cuesta casi el doble que en Uruguay.
Claro que, más allá de ser una discusión respecto a la subsistencia de los forrajeros, lo que hay de fondo es la calidad del producto. Mientras la reman, los contratistas estiran la amortización y sobre-exigen su maquinaria ya anticuada para no resignar su producción. “Trabajar con la última tecnología permite tener un mejor alimento”, insiste el referente.
No todo es agruparse, fijar precios y reclamar; se necesitan también herramientas que permitan invertir en un contexto difícil. Aún no hay financiamiento accesible para amortizar costos, y muchas veces el acceso al crédito es casi imposible para pequeños productores que no tiene espalda suficiente para ofrecer garantías. “Es algo en lo que estamos trabajando”, reconoce Luciano.
-¿Qué respuesta tienen de los bancos?
-La necesidad financiera la tiene desde el productor hasta el contratista, porque es la manera de crecer en un país como el nuestro, en el que la financiación es importante. Pero nosotros, los contratistas forrajeros, no solemos tener respaldo suficiente para un crédito. Muchos hicimos un camino muy largo para poder llegar y nos convertimos en empresas creíbles para los bancos y nos surgen oportunidades. Pero una empresa que recién se inicia, un contratista base, no puede conseguir financiamiento.
-¿Cuál es hoy su principal necesidad?
-Yo creo que tenemos que trabajar sobre los valores de las máquinas y bajar los impuestos. Las máquinas más caras del mundo se venden en Argentina, las picadoras más caras del mundo están acá, y eso se debe a la cantidad de impuestos que tienen. Es importante trabajar en eso, porque si la máquina costara menos, eso ayudaría a que el productor pueda pagar menos el servicio y de esta manera elevar la producción. Es una cadena que tiene que arrancar por los impuestos.