Luego de cinco años de trabajar exclusivamente para el mercado interno, el Frigorífico Cooperativo Trento Chaqueño, con participación estatal, volverá a exportar carne de cabra al exterior. Lo hará hacia Bahamas, aunque también tienen clientes en Angola y en la Isla San Martín.
El frigorífico se encuentra en la localidad de Pampa del Infierno y desde el 2003 está en funcionamiento. Un año después comenzaron las ventas al exterior, pero las mismas frenaron en 2015, cuando los precios no cerraron para ningún eslabón de la cadena comercial. Con algunos meses de retraso por los vaivenes de este año sin precedentes, ahora se logró reactivar esta línea de exportación.
Ahora bien, ¿qué hay detrás de una actividad que parece ser para un mercado muy específico? Se trata de un programa de incentivo comercial impulsado por el Ministerio de Producción Industria y Empleo de la provincia de Chaco, destinado a pequeños productores y economías de subsistencia, con producciones ganaderas típicas de zonas áridas, montes y serranías marginales.
“Son animales de refugo. Cabras de descarte, improductivas que van quedando en toda majada y que en el mercado interno no tiene una salida de consumo. Si o si terminan muriendo en el campo de los productores”, afirmó a Bichos de Campo Marcelo Carbajal, veterinario, coordinador provincial de la Ley Caprina y Ovina nacional y jefe del Departamento de Ganado Menor.
A través de este programa, la cooperativa se encarga de comprarles –y retirar- a estos productores los animales que tengan disponibles para destinarlos a la faena. Por animal se pagan 850 pesos al contado. “Vamos a cada campo con el equipo técnico del ministerio. Se trata de veterinarios que continuamente están asesorando y acompañando a los productores en todo el sistema productivo”, explicó Carbajal. Todos los ganaderos de la provincia pueden comercializar su producción con el frigorífico sin ningún mínimo requerido.
La presentación de este producto de exportación se realiza en cajas que el frigorífico prepara y que contienen seis cortes de carne cada una: dos cuartos delanteros, dos costillares y dos cuartos traseros. En promedio todas pesan alrededor de 12 kilos. Una vez listas se envían al puerto de Buenos Aires. Este año se exportarán en total 20 toneladas.
La iniciativa, que también depende de la Dirección de Producción Animal y de la Subsecretaría de Ganadería, contempla capacitaciones sobre prácticas modernas de manejo de animales y mejoramiento productivo, que se realizan aún cuando las campañas de faena terminan. Las mismas se dan entre los meses de junio, julio, agosto y septiembre.
Durante estos últimos cinco años, donde la actividad de exportación estuvo frenada, la cooperativa se dedicó a la faena de animales que el mercado interno sí consume: cabritos, chivitos y capones.
Los veterinarios que se encargan de las asesorías también llevan adelante el plan sanitario preventivo de los rodeos. “Se les asiste con botiquines de productos veterinarios y con proyectos de financiamiento para mejorar la producción: instalaciones, pasturas, alimentación y provisión de agua”, dijo Carbajal.
Desde el ministerio se impulsa además el mejoramiento de las razas, a partir de establecimientos propios donde producen reproductores macho para mejorar la genética de las majadas. Aunque se trate de animales de descarte, con estas mejoras puede pensarse en nuevo mercados a los cuales llegar. La compra de estos animales reproductores se facilita con el otorgamiento de créditos, que los productores pueden pagar con la mercadería que entregan.
Las localidades que mas animales destinan al frigorífico son El Sausalito, Misión Nueva Pompeya, Fuerte Esperanza, Miraflores, El Espinillo y Pampa del Infierno. En el caso de que las distancias sean muy extensas, Carbajal asegura que a través de una comunicación con el ministerio se puede llegar a un acuerdo.
Un ejemplo son los retiros que se hacen en El Sausalito, a 300 kilómetros del frigorífico, donde se cruza El Impenetrable de punta a punta por caminos de tierra.