La UTT es la Unión de Trabajadores de la Tierra, una organización compuesta por familias campesinas, usualmente productoras de frutas y verduras, que según lo que detalla en su página web luchan por construir otra realidad.
Esa otra realidad se refiere, esencialmente, a dos cosas: a que las familias productoras sean dueñas de la tierra que trabajan para así dejar de vivir de forma esclavista, y lograr una producción agroecológica que protege tanto su propia vida como de quienes consumen sus productos.
Con Bichos de Campo fuimos a visitar la colonia más grande de la UTT, ubicada en Jaúregui, partido de Luján, provincia de Buenos Aires. Son 54 hectáreas donde viven 34 familias (faltan sumar 20 más), en su mayoría de origen boliviano, que han obtenido ese predio municipal en comodato por 20 años con el compromiso de realizar una producción hortícola sin agroquímicos.
En esta colonia también funciona una pequeña biofábrica donde las mismas familias producen bioinsumos que reemplazan los químicos convencionales y, de esta forma, también se ahorran el tener que salir a comprar los insumos que necesitan.
Durante nuestra recorrida realizamos entrevistas a distintos representantes de la organización, como por ejemplo a Cristian Condorí, responsable de la producción agroecológica en la regional norte de la UTT.
“La agroecología fue un descubrimiento para mí. Soy hijo de productores horticultores que usaban agroquímicos. Yo no tenía idea de lo que significaba usar eso y cuando lo entendí me convertí en un productor agroecológico porque quiero cuidar mi salud y la de la gente que consume lo que hago”, arranca.
Cristian dice que la transición al principio es difícil (pasar de producir con a sin agroquímicos) por dos motivos principales: “Hay que cambiar la cabeza y las empresas te dicen que sin sus agroquímicos no se puede producir”. Sin embargo, asegura que el esfuerzo vale la pena porque al producir de forma natural pueden comer sin miedo lo que sale de la tierra.
“Antes, cuando vivía con mis padres y ellos fumigaban con químicos, me dolía la cabeza y el estómago”, recuerda. “Cada vez más productores se animan a hablar de todos los problemas de salud que tienen y el dinero que pierden por culpa de los agroquímicos… es una situación tremenda cuando produce convencional porque sos esclavo del alquiler y de los insumos y no salís más”.
Máximo Ortega es delegado de la UTT Mercedes y la entrevista empieza contando qué le reclaman a las autoridades: políticas públicas para los pequeños productores, como por ejemplo créditos blandos para que, en vez de pagar un alquilar, puedan comprar la tierra que trabajan.
“Sería la forma de no trabajar esclavizado porque entonces no es necesario producir exhaustivamente para pagar todo y además es la forma de poder tener un vivienda digna porque cuando uno alquila no lo dejan construir y hay que vivir entre chapas y lonas de plástico”, detalla. “Yo vine a la Argentina a los 12 años y trabajé en muchas cosechas. Pasé hambre, frío, de todo y no quiero más”.
Máximo segura que tener la tierra propia “alivia” y que es lo único permite asentarse y tener una existencia digna junto con una producción sin químicos, para tener una vida mejor y con más vitalidad. “Nosotros producimos alimento para la gente… los otros, los grandes, exportan”, concluye.
Mirá otro testimonio. El de Beimar Condorí, que es delegado de al UTT en Zárate:
Franz Ortega es el delegado de UTT Luján y, por lo tanto, responsable del lugar que hemos venido a visitar. “Esta es la primera colonia agroecológica del país, existe desde 2015”, dice de un tirón. “La UTT nació hace 10 años, en La Plata, para abordar los grandes problemas de los pequeños productores: no ser dueños de la tierra y vivir como esclavos”.
“Fuimos al Ministerio a pedir tierras ociosas e hicimos los Verdulerazos para visibilizarnos y hemos logrado cosas. Este lugar, por ejemplo, que era un instituto de menores, hacía años que estaba abandonado. Hoy somos 34 familias viviendo y seremos 54, es decir, con una hectárea para cada una. También funciona una escuela para adultos donde varios tenemos la posibilidad de terminar la escuela primaria y hacer la secundaria”, describe.
Franz cuenta que realizan la comercialización de los productos de forma conjunta y que reciben pedidos a través de las redes, además de tener un almacén de venta al público dentro del mismo predio. También agrega que al principio los vecinos tomaron mal la presencia de la colonia, por temor de que se transformara “en una villa” o que ellos revendieran la tierra pero que rápidamente se dieron cuenta de que eran prejuicios y todo se solucionó: al año de estar en el lugar los productores regalaron bolsones de verduras para Las Fiestas y realizaron un volanteada contando quiénes eran y qué iban a hacer.
“Estamos convencidos de que la agroecología es mejor para todos”, enfatiza Franz. “Yo me sentía mal cuando usaba agroquímicos, mi consciencia me lo reclamaba. “No le deseo a nadie la vida de esclavo que yo tuve”.
Mirá otro testimonio. El de Olga Olguín, que es parte dela UTT en Mercedes:
Ahora bien, si uno decide cambiar de vida y quiere unirse a la UTT, ¿cómo se hace?
Los entrevistados explican que es necesario realizar una seguidilla de cursos intensos y exhaustivos que tienen dos funciones: aprender bien a producir agroecológico y desalentar a quienes piensan que trabajar la tierra es una especie de vacación. De este modo, dicen, se aseguran de que solamente ingresen a la organización aquellas personas convencidas y comprometidas con esta forma de vida.
Para terminar la recorrida y la entrevista con Franz, le preguntamos:
-Además de la mejor calidad de vida y la salud, ¿es negocio ser agroecológico?
-Claro que sí porque ya no hay que gastar en agroquímicos ni en maquinarias. Y si además no hay que pagar alquiler, sin duda es la mejor opción.