Gabriel Córdoba (30) nació y vive en Concepción, al suroeste de la provincia de Tucumán, pero pasa varios días de la semana viviendo y trabajando la tierra en Tafí del Valle, a 2400 metros de altitud. Es que esa zona es considerada una de las mejores para hacer papa semilla. Y Gabriel es segunda generación de productores paperos. Las semillas que se producen allá arriba, por sobre las nubes encajonadas en el valle, inician un ciclo que continúa en los campos de abajo.
Gabriel mamó esta actividad desde muy pequeño. Su padre, Oscar (67), lleva 40 años arrendando tierras en el valle de Tafí, y fue de los primeros productores en cultivar allí papa para semilla. Hoy la familia alquila unas 50 hectáreas por año. Algunas de ellas montaña arriba. Bichos de Campo tuvo treparse a la camioneta de Córdoba y recorrer varios kilómetros cuesta arriba para llegar a los cultivos, donde justo estaban cosechando.
Mirá la entrevista:
“Mi papá fue de los primeros en empezar en Tafí -cuenta Gabriel- porque antes esta era una zona de quintas, donde se hacía mucho verdeo. Luego pasó a ser eminentemente papera y semillera. Se armó una sociedad entre mi papá y unos tíos míos, que cultivaron en varias provincias, Salta, Catamarca, La Rioja, además de Tucumán, sobre una superficie total de casi 2.000 hectáreas alquiladas”.
“Recuerdo que se la pasaban viajando de un lado a otro. En un momento, yo pasé a ocuparme de Catamarca y Tucumán. Esa sociedad se disolvió hace unos 4 años y con mi padre nos quedamos haciendo 350 hectáreas, 50 alquiladas para papa semilla en Tafí, a mi cargo, y 300 para multiplicar en resiembra, distribuidas en Concepción, propias, y en Catamarca, alquiladas, más precisamente en el Bañado de Ovanta y en Los Altos, de las que se ocupa mi padre con uno de mis hermanos, a punto de recibirse de ingeniero agrónomo”, describió Córdoba el negocio familiar.
Gabriel explica que la razón por la que suben a sembrar papa semilla a semejante altitud, hasta tierras a las que se llega con dificultad, serpenteando caminos de tierra, bordeando precipicios y cruzando arroyos, se debe a la sanidad de los suelos. Esto se debe al clima del valle, que asegura una gran sanidad.
“Nosotros sembramos papa semilla, industrial, llamada Innovator, diferente de otra que se produce también acá en el valle, que es la Atlantic. También cultivamos la variedad Spunta, que es para consumo. Se podría hacer también la Russet, pero ninguno la cultiva en el valle”, contó el productor.
“La superficie total en todo el valle, dedicado al cultivo de la papa, ronda las 1250 hectáreas. Pero con el avance inmobiliario, cada vez se construyen más casas para turistas y veraneantes, al punto que nos vamos quedando sin lotes para sembrar, la zona agrícola de Tafí se va achicando”, señaló preocupado el joven.
Y continúa: “En una hectárea, estamos sacando entre 550 a 600 bolsas. Nosotros producimos papa semilla acá, en la altura del valle, y la multiplicamos en las zonas bajas”.
El proceso es sencillo: “La papa semilla, una vez cosechada, se troza y se tajea. Los trozos se resiembran. Y de cada trozo pueden llegar a salir una o dos plantas”. Las papas semillas que vimos cosechar en abril pasado, en la cola de este proceso, era las que se iban a resembrar para ofrecer papa consumo en octubre y noviembre, cuando ingresa al mercado la oferta del norte.
En el valle se pone especial cuidado por las rotaciones, para cuidar los pocos campos que van quedando disponibles. “Podemos volver a sembrar la misma tierra cada tres años. Entre todos, sembramos cada año, en el valle, unas 450 hectáreas. Al año siguiente, otras 450, y en las que dejamos libres otros productores pequeños siembran zapallo, lechuga, hortalizas o alguna pastura como alfalfa. O siembran cebada, centeno, avena, que resisten a los fríos extremos y así pasan el invierno”, detalla.
Agrega Gabriel, que la Secretaría de Asuntos Agrarios y Alimentos de la provincia de Tucumán hace cumplir las rotaciones del suelo, para cuidarlo, sobre todo de los “nematodos”, unos gusanos microscópicos que viven allí y atacan a las raíces o a las partes aéreas de la mayoría de las plantas. Con frecuencia éstos causan tanto daño, que tornan imposible mantener una agricultura económicamente viable. Pero detalla que en las zonas bajas de Tafí, cerca del lago artificial, abunda el parásito “Nacobbus”, que en las zonas más altas no se lo encuentra.
El joven papero nos brindó más información: “Cosechamos las papas semilla en los meses de febrero hasta fines de marzo. Luego, las resembramos abajo, a fines de mayo, hasta mediados de julio. Éstas son las papas que cosechamos y enviamos a Buenos Aires, en octubre”.
“A veces, en invierno, arrancamos a trabajar con cero grados. Ayer hizo 4 bajo cero –sigue relatando el joven Córdoba-. Si las plantas se tapan de nieve, hay que esperar a que se descongele todo, para cosecharlas, porque si no la papa se pudre y no sirve. En verano el mayor calor es de 23 a 24 grados, pero este verano se llegó a 27 grados. Tenemos buena luz solar para trabajar, desde la hora 8:30 o 9:30 hasta 18:30”.
Sostiene Gabriel que cada vez se pone más difícil conseguir mano de obra, porque Tafí se está urbanizando cada vez más y la mayoría de los jóvenes prefiere dedicarse a la construcción. “Antes levantabas acá en el valle en un rato, unos 50 obreros para la cosecha. Ahora, los trae mi encargado general, desde Concepción. Pero acá les damos casa y se quedan toda la semana”.
“Los cosecheros son más cantidad y se quedan 15 días. Para la siembra utilizamos 5 personas; para riego, 5 más, y para la cosecha utilizamos mucha mano de obra, salvo que se realice a máquina, pero en Tafí se hace a mano, porque el suelo tiene muchas piedras”, relató.
“Cuando se deja crecer las plantas, quedan, el encargado y 3 peones, que recorren los campos y hacen las tareas de mantenimiento. Regamos poco porque en el valle llueve seguido”, añadió.
Gabriel nos brindó los últimos detalles. Que e fines de septiembre y principios de octubre realizan una siembra, que en diciembre las plantas ya tienen entre 60 y 70 días. La planta muere sola en 120 o 130 días, y ya está la papa madura para cosechar. A veces se necesita cosechar más temprano para regular el tamaño y se utiliza un desecante para quemar la planta y luego de 10 días se cosecha. En general se cosecha a fines de febrero.
A la pregunta de si tendría algún reclamo a las autoridades, Gabriel respondió: “Deberíamos mejorar la parte hídrica, que podamos tener mejores caudales de agua para los riegos, el gobierno provincial debería hacer una buena canalización”, dijo.
En cuanto a la comercialización de la papa, Tucumán aprovecha una brecha, que se produce en el mes de octubre, cuando ya se vendió toda la papa del sur de la provincia de Buenos Aires.
“Nosotros tenemos un representante, que vende nuestras papas, en el Mercado Central, y otro en el Mercado de Beccar. Los precios venían mal, pero este año la pegamos con un buen precio. Ojalá esto se acomode y se estabilicen los precios en este nivel”, culminó Gabriel Córdoba.