Los Reyes Magos vienen con muchos regalitos para los productores del mundo. Traen una soja que va camino a superar un valor FAS de 500 u$s/tonelada. Alegría para los “farmers” estadounidenses. Para los empresarios agrícolas brasileños, uruguayos y paraguayos.
Pero no para los argentinos, quienes, con suerte, llegarán a ver en los “papeles” un precio del orden de 350 u$s/tonelada que terminará diluido por efecto del cepo cambiario instrumentado por el gobierno de Alberto Fernández.
A pesar de contar con una muy buena cosecha, en las primeras 17 semanas de la campaña comercial 2020/21 EE.UU. ya comprometió el 92% de su saldo exportable previsto de soja debido a una extraordinaria e inusual demanda por parte de China. Es decir: no puede descartarse, en el actual escenario global, que EE.UU. se quede sin stock interno de soja hacia mediados del año que viene, lo que lo obligaría a importar soja sudamericana para abastecerse de ese insumo crítico.
La cuestión es que uno de los principales productores y exportadores mundiales de productos del complejo sojero –Argentina– está afrontando una restricción hídrica severa que podría recortar buena parte de su cosecha prevista tanto de soja como de maíz. Las lluvias ocurridas hoy pasaron de largo por muchas regiones del norte de la zona pampeana que están más que necesitadas de agua para recomponer la situación de los cultivos de maíz temprano y soja de primera.
Adicionalmente, además de crecientes conflictos gremiales que interrumpen de manera imprevista y constante los embarques de productos agroindustriales, Argentina se encamina a un conflicto político ante la resistencia del sector agroindustrial de volver a sufrir –tal como ocurrió entre 2006 y 2015– la política de intervenciones kirchneristas que diezmó las producción de cereales para promover una “sojización” feroz.
Otro dato llamativo es que a la fecha los exportadores registraron para la presente campaña comercial 2020/21 apenas 316.000 y 310.000 toneladas de harina y poroto de soja respectivamente. La nada misma frente a 10,2 millones de toneladas de maíz y 6,50 millones de trigo.
No es difícil descubrir la causa de tal extraño fenómeno: el valor FOB de la soja fijado por la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios, a partir del cual se calcula el impuesto del derecho de exportación del 33%, es elevadísimo considerando los precios del poroto estadounidense y brasileño, los cuales –vale recordar– tienen un tenor proteico superior al de la soja argentina.
En términos estructurales, el escenario monetario global es también favorable para las materias primas en general y los granos en particular, dado que, luego de la súper emisión de dinero sin respaldo realizada por las principales naciones en 2020 con el propósito de intentar contener los daños generados por el aislamiento obligatorio, los administradores de grandes fondos de inversión están buscando activos tangibles para huir de la creciente desvalorización monetaria que viene en camino.
Por tales razones, los gestores de fondos especulativos agrícolas que operan en el CME Group están muy “comprados” en contratos tanto de maíz como de soja. Es decir: creen que los precios de ambos granos tienen chances de seguir subiendo.
Así es como, mientras que en la mayor parte de los países normales lo que está sucediendo en el mercado agrícola es una verdadera fiesta, en la Argentina se transformó en un problema político y económico a causa de la voracidad fiscal del gobierno que se expresa tanto de manera directa (con manotazos tributarios y regulaciones intensivas) como indirecta (a través de una inflación creciente).