Hemos llegado en un día difícil, pero Laura Mistura ya ha sorteado otros momentos duros en su vida, así que luego de un rato (de recorrer el lugar, de charlar con otros comensales), finalmente hacemos la entrevista.
“Yo era antimascota hasta que conocí a Don Diego; ahí cambió todo y fue tan ´mi´ compañero que en la cama se estiraba y ocupaba todo el espacio posible para no dejarle lugar a Leo”, cuenta Laura entre risas y lágrimas porque esto que relata es un recuerdo que no volverá: justo hoy Don Diego dejó este plano a causa de la ingesta de una planta venenosa para los gatos y ha dejado un vacío tremendo. “Lo tenía desde 2019 y tan importante era para nuestras vidas que hasta estuvo dibujado en la tarjeta de nuestro casamiento”.
Dicho sea de paso, el casamiento de Laura y Leo fue muy especial, como ellos: una ceremonia gitana que duró tres días entre amigos, fiesta, comida, bebida y agua. Sí, agua, porque es el momento de decir donde estamos: en una de las islas del delta del Tigre, más precisamente en el arroyo Espera 322, en el muelle de Barro Tal Vez, un restó de comida casera cuyo nombre es un pequeño homenaje a la obra de Luis Alberto Spinetta y a su manera de ver el mundo.
“Llegué a este lugar en 2012 de vacaciones, pero yo ya tenía mucha relación con la isla porque soy de Pacheco y mi padre era mecánico naval, así que siempre veníamos al Delta y puedo decir que me crie pescando bogas y probando las lanchas con mi viejo, quizás por eso siempre me tiró venir para acá”, explica Laura, que es guitarrista, profe de música, artista titiritera y cantora.
“Cuando vine por primera vez ya en ese momento me gustaba cocinar, aunque lo hacía solo para familia y amigos. Con la comida me pasó algo muy fuerte y lo descubrí a la amamantar a mi hijo mayor (que ya tiene 28 años): ahí me di cuenta de que me gustaba brindar alimento y eso de algún modo en mí se transformó luego en un gusto por la cocina para los otros y en el deseo de tener un restaurante mío”.
Como dijimos al inicio de esta nota, la vida de Laura tuvo momentos donde “se tuvo que arreglar”. Primero, cuando fue mamá soltera muy joven, luego saliendo a buscar trabajo mientras estudiaba y más tarde trabajando como profe en escuelas especiales y en barrios “difíciles”, hasta que logró tener su propia escuela de música. Todo paso a paso.
En 2012 también ocurrió algo que fue el quiebre de esta historia. Laura estaba trabajando en un documental sobre lo que significa “la canción”, con la hipótesis de que todos podemos hacer música. En eso estaba, dedicándole muchas horas, cuando de pronto a un amigo muy querido le diagnosticaron cáncer y tuvieron una charla muy profunda donde él le manifestó que desde ese momento no se iba a postergar más, que iba a hacer todo eso que todavía le quedaban pendiente. Esta frase resonó mucho en ella porque hacía rato que tenías ganas de tener su propio restaurante, pero por una cosa u otra lo dejaba pasar.
Luego de este empujón, el 21 de diciembre de 2013 abrió por primera vez sus puertas Barro Tal vez. “Para mí la ruralidad fue algo paulatino porque al principio y durante muchos años venía a la isla en la época más amigable, de noviembre a marzo, pero en pandemia las cosas cambiaron: ya estábamos en pareja con Leo pero cada uno vivía en su casa y como estábamos lejos se nos hacía muy difícil vernos. Así que decidimos venirnos a vivir acá, de forma permanente, a la isla y fue y sigue siendo una experiencia hermosa No extraño nada de nada de mi otra vida. A Leo le costó un poco más porque era muy urbano, pero él mantiene ciertas actividades como ir a la cancha o hacer cosas bien de ciudad”.
Aunque hermosa, al principio la vida en el humedal también fue dura porque tenían que arrancar de cero en muchas cosas, así que Laura se empezó a dedicar fuerte a elaborar y vender comida. “Lo que más salía eran las pastas, yo hacía fideos y pasta rellena de colores que a la gente le encantaba y me iba con la lancha colectiva a las 6 de la mañana con todas mis canastas para vender en el continente”, recuerda.
A mediados de 2021 en la isla se rodó la película “El sueño de Emma” (dirigida por Germán Vilche) y la contrataron para ofrecer el catering a todo el equipo durante un mes. “Fue una experiencia maravillosa”, asegura, y fue el disparador para ofrecer, también, este tipo de servicios a las distintas producciones audiovisuales que se realizan en la zona.
“Nuestra propuesta gastronómica se basa en comida elaborada en el momento y con productos de estación”, resume esta cocinera que ´aprendió mirando y creando´. “Me gusta mucho cocinar con las ollas de barro que traje del Norte porque el barro es tierra y por lo tanto está relacionado con la vida, que a su vez tiene que ver con lo que comemos y en qué contexto lo hacemos. Apuntamos a nutrir no solo el cuerpo sino también el alma”.
Algunos de los platos estrellas son la tortilla de papas rellena con queso azul y hongos, los tostones con “cositas ricas” arriba y, por supuesto, las pastas. La mayoría de los alimentos provienen de su huerta y de productores vecinos.
Si bien Barro Tal Vez no forma parte de la cooperativa Origen Delta, que agrupa a varios productores de la zona, muchas veces trabajan de forma conjunta ya que uno de los servicios de la cooperativa son los recorridos en kayak y con visión antropológica, donde los visitantes se asoman a la historia y biodiversidad del delta. “Con la cooperativa compartimos la mirada que habla de la economía popular y regional del Delta”, explica Laura, “y además nos unen la amistad y el hecho de ser ´vecinos´ todo el año”.
Hoy Leo y Laura están decididos a seguir llevando adelante su emprendimiento gastronómico y a continuar viviendo en la isla, aunque la ausencia de Don Diego se sienta mucho y haga que las cosas “no sean lo mismo”. Pero como dijimos al principio, Laura tiene cancha en superar situaciones complicadas y a lo mejor Barro Tal Vez no solo sea un homenaje a Luis Alberto sino también un reconocimiento a sí misma, como el corolario de la frase “Has recorrido un largo camino, muchacha”.
“La música siempre estuvo en mí y a tal punto que cuando tuve mi segunda hija me llevé un grabador con canciones de Spinetta a la clínica porque en mi primer parto me habían puesto una música horrible tipo tuchi tunchi y no quería repetir esa experiencia”, recuerda Laura. “Justo mi hija nació con el tema Alma de Diamante y por eso su nombre, Alma, también es un homenaje a la música y a lo que considero más sagrado”.