Antonio Marengo, asesor CREA Nómade y especialista en desarrollo de emprendimientos productivos, recibió en 2019 un pedido puntual: “acomodar” un establecimiento ganadero localizado en el noroeste de la provincia de Santiago del Estero para poder venderlo a un valor razonable.
El campo en cuestión, integrado por unas 2600 hectáreas de monte natural, estaba en manos de un empresario del rubro tecnológico que había recibido el inmueble como parte de pago de una deuda.
“El campo requería un gran trabajo para mejorarlo y ponerlo a punto iba a tardar varios años, un tiempo mayor al imaginado por el propietario”, señala Antonio
“Luego de un año de trabajar en la habilitación y afianzar la relación, pensamos en armar algo productivo mientras el campo se ponía en condiciones para su venta”, añade en un artículo publicado en Contenidos CREA.
Cuando llegó el momento de pensar el plan productivo, el empresario planteó algunas premisas para el proyecto: no estaba dispuesto a “enterrar” dólares para vender un producto que cotiza en pesos y la producción agrícola debía realizarse reduciendo la enorme dispersión de rendimientos presente en la zona, producto de un régimen hídrico por demás variable tanto entre campañas como en el mismo ciclo productivo.
Esas premisas, poco habituales entre los integrantes del agro, quienes conocen bien el potencial de cada zona productiva y se adaptan a la misma, obligó a Antonio a buscar respuestas creativas para poder cumplir con el propósito del cliente que con el tiempo se transformaría en socio.
“Está claro que los tiempos del agro son inamovibles, pero, tomando esas premisas, elaboramos un plan que contempla la producción de novillos Wagyu con agricultura con riego por goteo enterrado alimentada por paneles fotovoltaicos”, explica.
El proyecto en los “papeles” era muy motivador. Pero, en las particulares condiciones presentes en el interior de la provincia de Santiago del Estero, resultaba una tarea titánica que muchos habrían considerado directamente imposible. Además, en 2020 llegó la pandemia y todo se hizo mucho más difícil de gestionar.
“No conocíamos la raza y en el mercado argentino hay muy pocos reproductores Wagyu para la venta, además del hecho de que no están adaptados al norte argentino. En cuanto a la agricultura, no sabíamos si había en el subsuelo agua en cantidad y calidad; no disponemos de acceso a la red de energía eléctrica y seis años atrás la tecnología fotovoltaica para riego en escala no estaba desarrollada”, recuerda.
Luego de realizar los estudios técnicos y comerciales pertinentes, se evaluó la viabilidad económica del proyecto, que, por supuesto, iba a requerir una cantidad de trabajo descomunal, no sólo para cumplir el plan, sino para hacer frente a la enorme cantidad de imprevistos que surgen cuando alguien se anima a atravesar terreno desconocido.
La escala para encarar el proyecto requería una superficie superior a la disponible, para lo cual fue necesario comprar dos campos más en la zona de influencia del establecimiento inicial, uno de 1500 hectáreas y otro de 3000 hectáreas.
Comenzaron comprando veinte vacas Angus cruza con Wagyu y dos toros a una cabaña especializada en esa raza de origen japonés, luego de lo cual comenzó el desafío de hacer crecer el rodeo con genética adaptada a la zona, lo que derivó en la decisión de desarrollar un rodeo Brangus que fue absorbiendo, año tres año, sangre Wagyu.
La carne Wagyu tiene como principal característica que la grasa esta infiltrada en el interior de la masa muscular (“marmoleado”) para conferirle a los cortes una terneza, jugosidad y sabor sustancialmente diferente al de otras razas bovinas.
“Hemos realizado cría en el corrales hasta tanto íbamos desarrollando módulos ganaderos; a la fecha todavía tenemos unas 70 vacas en un corral que están próximas a ser destetadas para terminar de llevar todo el rodeo al campo que actualmente concentra toda la cría”, comenta.
Hoy cuentan con 1500 vientres Wagyu y cruza con Brangus en sus diferentes absorciones y exportan por cuenta propia cortes de esa carne premium a EE.UU., Brasil y España con la marca ArgenWagyu. “La meta es llegar a vender 1000 novillos Wagyu para el año 2030 y seguir consolidando la empresa como una fuente de generación de valor y empleo en una región considerada marginal”, remarca.
Los novillos tiene un ciclo productivo del orden de 28 meses para ser terminados con 700 kilogramos de peso, que es el necesario para poder obtener los cortes con la calidad requeridos por los consumidores del producto.
“Estamos en pleno proceso de definición sobre la conformación del rodeo bovino, si es que vamos a segmentar por diferentes perfiles de clientes o bien focalizarnos hacia un rodeo puro”, apunta.
“Ya tenemos exportaciones todos los meses y estamos trabajando en el desarrollo del mercado interno para poder integrar de manera eficiente la res de Wagyu”, añade. La carne Wagyu tiene un precio sustancialmente superior al de otras carnes bovinas. Se comercializa fundamentalmente en restaurantes destinados a público de alto poder adquisitivo.
Cuentan con 300 hectáreas con riego por goteo subterráneo y otras 700 con agricultura en secano. El objetivo es llegar a un total de 400 hectáreas con riego. En esa superficie se está instrumentando un planteo intensivo que busca llegar a generar tres cultivos por año. Parte de la producción se destina a la hacienda propia y al feedlot, el cual ofrece servicio de hotelería con trazabilidad individual.
Si bien el riego por goteo representa una inversión inicial importante, al poder estabilizar los rendimientos agrícolas no sólo es factible asegurar la oferta forrajera del planteo ganadero y del servicio de hotelería, sino también aprovechar oportunidades comerciales en una región en la cual la oferta de granos suele experimentar grandes oscilaciones por factores climáticos.
Comenzaron con dos empleados y actualmente ya tienen 19. Luego de un período inicial de alta rotación, la gestión del equipo de trabajo se focalizó en perfiles con mayor estabilidad emocional y alianzas estratégicas. “La gestión de equipos de trabajo representa un desafío tan grande como cualquier otra de las instancias del emprendimiento”, destaca.
En el 2022 la empresa fue uno de los miembros fundadores del CREA Suyay (región NOA). Al tratarse de una zona con importantes restricciones ambientales, la generación de información y conocimiento en red representa un insumo clave para poder consolidar empresas sostenibles.
“En los próximos cinco años estamos focalizados en consolidar el equipo de trabajo con la meta de vender 1000 novillos Wagyu por año y exportar nuestra producción con marca propia”, resume Antonio.