El reciente salto de la cotización del dólar “contado con liquidación” (CCL) vuelve a generar “ruido” en la comercialización agrícola argentina al exponer con mayor crudeza el impacto de las distorsiones cambiarias.
Un ejemplo: el valor promedio de la Soja Rosario condición cámara negociado ayer en el Matba Rofex se ubicó en 326,0 u$s/tonelada, el cual, considerando el valor del “dólar exportador” de ese día, generaría un valor equivalente a más de 312.000 $/tonelada.
Sin embargo, el precio promedio negociado de la soja Rosario disponible condición cámara ayer fue de 283.426 $/tonelada, según datos de la plataforma Sio Granos.
Si bien existen otros factores que explican el precio actual de la soja disponible –como el ingreso de soja paraguaya y la presión de oferta en plena cosecha de soja argentina–, lo cierto es que la distorsión cambiaria creada por el gobierno anterior y mantenida por el presente no ayuda a facilitar decisiones de venta por parte de los productores.
Lo que ocurre en el mercado disponible también se replica en los contratos forwards, buena parte de los cuales se siguen confeccionando con cláusulas de liquidación de dólar BNA divisa comprador y no con el “dólar exportador”.
Esa particularidad promovió un conflicto entre acopiadores y compañías agroexportadoras que sigue sin resolución hasta el presente y que, por otra parte, contribuye a evitar el uso de herramienta por parte de los empresarios agrícolas.
La distorsión cambiaria es sólo una parte de la “película”, porque la otra es que no existe una comunicación clara sobre el rumbo de la política cambiaria instrumentada por el ministro Luis Caputo en lo que respecta al mantenimiento del “cepo cambiario”.
En la actual coyuntura no sólo no es factible saber hasta cuando se aplicará el cepo cambiario, sino que además tampoco existen certezas sobre el período de mantenimiento del régimen cambiario del “dólar exportador”, el cual se integra en un 80% por dólar oficial y el 20% restante por CCL.
En tal escenario, las estrategias comerciales implementadas por las empresas agrícolas se hacen en gran medida en base a hipótesis elaboradas con información parcial y especulaciones relativas a la probable dinámica futura de las variables macroeconómicas argentinas.
Ningún acopiador paga el dólar mix. Nadie paga con el 80-20; solo toman el dólar oficial para liquidar. Y aquellas empresas que están de “los dos lados del mostrador“ (son grandes acopios con mucha capilaridad y están en las top five de la exportación) tampoco lo pagan (y seguramente lo cobran al exportar). Eso es un spread del 5% que “le hacen“ al productor