Gustavo Picolla es contador público y se recibió poco después de ingresar al área de administración del Matba, uno de los principales mercados de futuros agrícolas del mundo que en 2019 se fusionó con el Rofex para crear el Matba Rofex (y que ahora está en proceso de fusión con el MAE para crear A3).
Hizo carrera en el Matba y llegó a ser gerente general de ese mercado. Pero luego experimentó una transformación que lo hizo abandonar el sector para focalizarse en el couching tanto personal como ejecutivo.
Es decir: pasó de ser un experto en cuestiones técnicas “duras”, repletas de números y fórmulas, a especializarse en la gestión de factores emocionales que, por el momento, no pueden comprimirse en ninguna medición fáctica.
“Cuando el Matba comenzó a negociar opciones (PUTs y CALLs), llegó el primer aviso que me dio la vida porque el entonces gerente de esa empresa me invitó a dar un curso de opciones para operadores”, recuerda Picolla.
“Ahí descubrí que me encantaba la docencia y la capacitación. Me enviaron a dar conferencias por diferentes regiones productivas de la Argentina sobre futuros y opciones. Esto fue a mediados de la década del ’90”, añade en charla con Bichos de Campo.
“Cuando me propusieron hacer carrera en el Matba para ser el gerente general, salí del área administrativa y comencé a hacer una maestría en dirección de negocios, donde me movilizaron las cuestiones relativas al liderazgo y a la dirección por valores; esos temas me interesaron mucho. Así, después de la maestría, me certifiqué como coach para tener herramientas al momento de tener que gerenciar el Matba”, asegura.
– ¿Como llegaste al couching, que en esa época no era tan habitual como ahora?
– En la maestría empezaron a hablar del tema, que para ese momento era una novedad. La comparación era tomar al coach deportivo –vigente por entonces– pero para llevarlo al ámbito empresarial con el propósito de ayudar a los CEO o directores ejecutivos a mejorar sus habilidades de gestión. Así me introduje en el couching. Cuando llegó el momento de asumir el puesto de gerente general del Matba, ya tenía las herramientas para poder asumir esa tarea; eso fue en 2004.
– La época del inicio del auge agrícola.
– Así es. Cuando me nombran como gerente, puse el foco en el desarrollo de las personas y en los valores con la meta de intentar cambiar la cultura de la organización; y lo logramos. Los pasantes que pasaban por el Matba no se querían ir y eso es una señal inequívoca de un buen ambiente de trabajo. La empresa comenzó a levantarse luego de un momento difícil ocurrido durante la crisis de 2021/22.
– ¿Cuándo decidiste dedicarte a tiempo completo al couching?
– Cuando llegó el momento de irme del Matba, en 2011, dije ¿ahora qué hago? ¿Sigo trabajando para otros o para mí? Y decidí empezar a trabajar para mí. Con la experiencia de haber pasado por la gerencia de Matba, más lo que había estudiado y el perfeccionamiento posterior, empecé a dedicarme a ayudar a las personas a crecer y mejorar el mundo en el que viven. Me dedico al couching ejecutivo, que busca ayudar a empresarios para que puedan mejorar el ámbito laboral y tener impacto en las personas; también trabajo con personas individuales. El gran cambio fue descubrir qué me apasionaba y dedicarme a eso.
– ¿Cómo fue la transición entre una actividad y otra siendo ambas tan diferentes?
– Cuando salgo del Matba, me invitan a ser consultor del Banco Mundial, lo que me permitió financiar la transición entre mi carrera anterior con la nueva actividad que estaba desarrollando; sigo siendo consultor del Banco Mundial, aunque con menos trabajo que antes.
– O sea con esa consultoría pudiste sustentarte hasta hacerte un “nombre” como couch.
– Claro. No era conocido en ese ámbito. Yo era experto en el área de futuros y opciones. Ese período de transición, que lleva años, lo pude sostener gracias a esa consultoría. Hoy mi actividad principal es el couching.
– Si tuvieses que explicar en qué consiste para alguien que no entiende nada del tema, ¿cómo lo resumirías?
– El couch es un facilitador que, a través de preguntas –como hacía Sócrates–, ayuda a la persona o al empresario a encontrar respuestas para solucionar cuestiones que no puede resolver por su propia cuenta. Yo soy couch ontológico y ejecutivo. El primer se enfoca en la persona, mientras que el segundo, si bien también se enfoca en la persona, lo hace con una mirada hacia el negocio.
– Pero entonces para que eso sea viable es indispensable que la persona esté abierta a hacerse preguntas, por más difíciles que sean…
– Los que no están abiertos al aprendizaje no pueden recibir el servicio, claramente. Cuando sos un empleado, el resultado que tenés que lograr depende de una capacidad individual. Pero cuando ese empleado asciende a una posición de liderazgo, debe tener la capacidad de hacer que otros desarrollen habilidades para lograr resultados. Las habilidades requeridas son diferentes y el mejor profesional no siempre es el mejor líder. Ahí es donde entra el couching, que permite que las personas con responsabilidades gerenciales puedan contar con las habilidades que necesitan. También estoy trabajando con la resolución de conflictos en empresas familiares a través del couching; mis clientes son mayormente del sector agroindustrial.
– Todo un tema eso con una generación que no siente la obligación de asumir la responsabilidad de hacerse cargo de los mandatos familiares. Antes no había cuestionamientos, mientras que ahora parece estar todo en discusión.
– Aparecen muchos conflictos por esa situación. Es un desafío muy importante porque requiere mucha empatía, gestión de la emoción y escucha. Uno de los principales problemas es que las diferentes generaciones no se escuchan. También se presentan problemas de ego.
– ¿Cómo se reparte tu trabajo?
– Consultoría, capacitación y charlas. Soy parte de Agroeducación, donde soy docente de estos temas. Este año además ofrecí una charla motivacional a empresarios agropecuarios, algo que jamás me había imaginado; eso fue en Colonia Almada, Córdoba. En Agroeducación todos los fines de semanas envío un audio que se llama “destellos de liderazgo”, se replica y llegó a la gente que me contrató.
– ¿Te alejaste completamente de los derivados agrícolas?
– No me dedico más a eso. Pero este año di una clase de futuros y opciones en Agroeducación; lo hice como agradecimiento, porque ese fue el disparador que me permitió encontrar mi vocación. Y siempre es bueno ser agradecido.