La soja proveniente de países vecinos sigue permitiendo a la industria aceitera argentina mantener un nivel de operaciones mínimo ante la falta de mercadería interna provocada por un desastre climático combinado con un descalabro macroeconómico.
En octubre pasado, según el último dato oficial disponible (Indec), la molienda de soja argentina fue de 1,85 millones de toneladas versus 2,91 y 3,33 millones en el mismo mes de 2022 y 2021 respectivamente.
La importación de soja, proveniente de Paraguay y, en menor medida, de Uruguay y Bolivia, fue el mes pasado de 466.738 toneladas, una cifra equivalente al 25% de la molienda realizada en octubre.
A partir del presente mes de septiembre pasado la proporción de soja importada comenzó a descender porque el saldo exportable de poroto paraguayo es reducido, al tiempo que desde entonces ya no resulta viable económicamente traer mercadería de Brasil en el marco del régimen de admisión temporaria.
En el mercado argentino quedarían sin comercializar apenas unas 2,0 millones de toneladas de soja, las cuales están siendo mayormente conservadas a la espera del “sinceramiento” cambiario que ocurriría a partir de diciembre próximo con la gestión del presidente electo Javier Milei.
La nueva cosecha argentina de soja recién comenzará a estar disponible a partir del mes de abril de 2024, aunque se espera que en febrero estén disponibles las primeras partidas de la cosecha paraguaya de soja para poder ingresarlas al país en el marco del régimen de admisión temporaria.
En ese contexto, varias industrias aceiteras argentinas ya tienen planificada la eventual suspensión de líneas de producción ante la imposibilidad de abastecerse de soja en los próximos dos a tres meses.
De todas maneras, la situación registrada este año en materia de importación de soja es totalmente inédita, porque jamás había ingresado a la Argentina un volumen tan importante de poroto. En los primeros diez meses de 2023 la cifra total es de 9,28 millones de toneladas, mientras que el acumulado desde el comienzo del ciclo comercial de la soja argentina (abril en adelante) suma 7,48 millones hasta octubre.
En épocas normales, la operación en términos cambiarios se instrumentaba por medio del acceso al mercado de divisas para poder girar los dólares al comprador –Paraguay y, en menor medida, Brasil y Uruguay– y luego recibir las divisas generadas por la exportación.
Pero en la actualidad, con el Banco Central (BCRA) virtualmente “seco” de dólares y “pateando” y obstaculizando autorizaciones de acceso a divisas a una legión de sectores productivos, esa alternativa no es factible.
Por lo tanto, son las propias industrias aceiteras, ya sea con capital propio o créditos de prefinanciación de exportaciones, las que deben aportar las divisas para poder originar soja en los países vecinos.