El avance de la siembra gruesa argentina viene atrasado por falta de agua en amplias zonas del país. La superficie implantada con maíz y soja se encuentra en torno a los 6,0 millones de hectáreas, un 40% por debajo del avance logrado en la misma fecha del año pasado.
“Ese volumen de hectáreas efectivamente cubiertas es el más bajo desde la campaña 2000/01, marcando el avance de siembra más lento en 22 años”, advierte un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
En el caso del maíz, según datos oficiales, se ha completado la siembra de 3,3 millones de hectáreas, el 32% del área programada y la superficie más baja para esta altura del año desde la campaña 2015/16.
En tanto, para la soja los 2,8 millones de hectáreas implantadas a la fecha representan la superficie más baja para mediados de noviembre desde el año 2000/01.
“En un marco de tensiones en las cuentas externas argentinas, esta demora en la siembra tendrá su impacto en la producción que veremos en algunos meses, teniendo en cuenta que entre los complejos soja y maíz se explicaron más del 42% de las exportaciones en 2021”, apuntó la BCR.
Lo más preocupante del gráfico en cuestión no es lo que muestra, sino lo que no muestra, que es el muy probable hecho de que, si las lluvias se recomponen, se terminará sembrando una cantidad gigantesca de superficie de manera tardía, lo que generará –si el clima acompaña, claro– una “cosecha aluvional” de granos gruesos hacia mediados de año.
Eso representaría un desafío comercial y logístico enorme, además de un eventual estrés financiero, para el cual los empresarios agrícolas más profesionales ya se están anticipando. La contrapartida de ese fenómeno será una escasez relativa de soja y maíz en el segundo trimestre del año que viene, lo que representará seguramente un inconveniente para las industrias que dependen de tales insumos de manera continua.
“Si bien mayoritariamente se buscará mantener el esquema de maíz y soja que se viene planteando en términos de siembra, el sostenimiento de este dependerá de cómo se den las lluvias en las próximas semanas y existe el riesgo de que aún más hectáreas pasen a soja”, señaló el informe de la BCR.
“Ese potencial desplazamiento tendría variados impactos sobre la producción y la exportación agroindustrial. Por un lado, tomando el promedio de los últimos cinco años, encontramos que una hectárea sembrada con maíz produce ocho toneladas de grano, en tanto que una hectárea destinada a soja produce tres toneladas. En otras palabras, el rinde en volumen del cereal es casi el triple, por lo que su sustitución redundaría en una caída en la contratación de servicios y fletes, así como también otras industrias conexas”, añadió.