El faltante de botellas de vidrio, que se convirtió en un problema global durante el año pasado, muestra efectos residuales todavía en 2022. Las dificultades, que comenzaron con el aumento de la demanda por la pandemia de Covid-19, se acrecentó con el faltante de contenedores en el mercado mundial, lo que retrasó embarques programados. Y en la Argentina el panorama fue todavía peor luego de un incendio que afectó a uno de los hornos de la empresa Verallia, lo que provocó que la oferta a nivel nacional fuera insuficiente.
A días de haber iniciado el cuarto mes del año, las consecuencias de ese escenario todavía se perciben y mientras la industria vitivinícola se prepara para comenzar a fraccionar el vino de la cosecha 2022, todavía no se sabe si el stock de botellas en el país será el suficiente para cumplir con los contratos acordados.
“Las bodegas generalmente hacen un cronograma de su producción en función de sus líneas de vino y sus botellas, y eso todavía no lo podemos armar”, dijo a Bichos de Campo Pedro Pelegrina, presidente del Consejo Profesional de Enólogos de San Juan y enólogo de la bodega Casa Montes.
“En estos meses que llevamos de producción el ingreso se botellas ha sido muy pobre. En los meses que vienen ahora –abril, mayor, junio y julio- la demanda es mayor porque es cuando fraccionamos, y nosotros ya tenemos un atraso muy importante, al igual que muchas bodegas”, agregó el sanjuanino.
Es importante recordar que Argentina concentra la mayor parte de su producción de vidrio en tres empresas: Cattorini, que produce aproximadamente el 60% del total de botellas para vinos, Verallia, que tiene el 35% del mercado y Cristalerías Rosario con el 5% restante. El 75% de lo producido está dirigido al mercado interno, mientras que el 25% restante es destinado al mercado internacional.
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Las que mayor demora experimenta actualmente son las botellas especiales, como las de los espumantes, las damajuanas y aquellas transparentes para vinos blancos. En esos casos las cristalerías piden a las bodegas que acuerden una cantidad específica, a modo de cupo, para comenzar su producción.
“Nos dicen que las van a producir solamente ahora y que después no las van a producir más. Ellos las harán en función de los clientes que se anoten, y eso puede demandar uno o dos meses. No es algo cómodo porque tenés que saber qué volumen vas a ocupar en el año y comprarlas todas, haciendo una erogación importante de dinero”, afirmó Pelegrina.
Respecto al stock de botellas para vino, si bien el nivel de ingreso sigue siendo insuficiente, por el momento no se ha pausado, como sí ocurrió durante el año pasado.
“Nosotros normalmente fraccionamos entre 100.000 y 120.000 botellas en Casa Montes y, por ejemplo, el mes pasado solo tuvimos acceso a 60.000. En marzo hubo un ingreso un poco mayor de dos tipos de botellas, pero venimos con atrasos de entregas. De las blancas no hay novedad, así que seguimos con botellas verdes tipo cónicas o la burdeos. Pareciera igualmente que está comenzando a normalizarse un poco”, consideró el enólogo.
-¿Cómo los afecta que tengan que salir al mercado con botellas distintas?– preguntamos a Pelegrina.
-Es un problema de cara a los consumidores, no hemos podido cumplir con nuestros clientes. Con algunos hemos pedido generar un cambio de botella, pero no todos lo han aceptado. Eso ha traído problemas.
-¿Cómo ve la situación provincial respecto a las demás bodegas?
-Algunos que exportaban han perdido países donde se licitan las ventas, como Suecia o algunos estados de Canadá. Allí el Estado compra de forma monopólica. Se envía alguna licitación y hay bodegas que la ganaron, pero después no pudieron cumplir o tuvieron serios problemas para cumplir. Por ahí se ayudaron entre bodegas cediéndose algunas botellas particulares.
-El año pasado se había pedido facilitar la importación de botellas para recuperar el stock de forma más rápida. ¿Intentaron importar este año?
-Estuvimos viendo, sobre todo de cristalerías Toro en Chile, pero el precio es más del doble de lo que sale una botella acá, con lo cual en algunas líneas te deja fuera de competencia. Además también tenían entregas muy acotadas. Con la botella de espumantes estuvimos decididos a importarla y la demora era de cinco meses. Entonces tampoco es tan sencilla la importación.
-¿Esa alza en los precios también la notaron en las botellas de producción nacional?
-Sí, este mes automáticamente pasaron una lista de precios para todo abril con un 30% de aumento. Todavía no nos la entregan y ya nos avisaron que hay una lista nueva de precios y que viene con aumento.
-¿Eso se trasladará al precio de los vinos?
-Sí, por supuesto, porque forma parte del costo. Un aumento no directo de la botella va a significar un aumento a la hora de vender.
Para Pelegrina la producción plena de vidrio no ocurriría este año, sino que habría que esperar recién al 2023. Eso estaría atado también a la capacidad de inversión de las empresas cristaleras, que antes incluso de la pandemia registraban índices de producción bajos y se mantenían principalmente del stock que ya tenían disponible.