Josué Escudero tiene 57 años de edad y si bien nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, su padre decidió volver a su Salta natal con toda su familia, cuando él apenas tenía 3 años. Por esa razón Josué se asume afectivamente salteño de alma.
“Mi mamá tocaba la guitarra y cantaba, y toda mi familia materna tenía íntima relación con la música. Yo recuerdo que a mis 6 años quería rasgar su guitarra, y a los 9 ya cantaba y tocaba. Mi papá siempre tuvo mucho oído y fue quien me enseñó a interpretar, a leer las letras para poder entender lo que iba a decir con mi canto, y a poder transmitir mejor, lo que el autor quiso decir”, explica Josué. Cuando cumplió 16 años conformó el cuarteto Los Jilgueros, con amigos de toda la vida.
Decidió ir a Tucumán, a estudiar agronomía, en la UNT y, mientras tanto tuvo que trabajar. A partir de allí comenzó una vida con una marcada vocación de artista folklórico, en el canto y en la música, pero además, comprometida en lo social con el prójimo más desvalido, creando una fundación de asistencia a los niños desnutridos. También se abrazó a su profesión de ingeniero agrónomo, que hasta hoy le apasiona tanto como el folklore.
En sus años de universitario en Tucumán, aprovechó su amor por la música folklórica y se vinculó para cantar con Los Hermanos Paz, con Chaleco Padilla, con “Alico” Díaz, y hasta con el reconocido cantor lírico Ramón “Monchi” Poliche. Durante unos años integró el grupo Los de Jujuy, siempre aclarando con picardía que era el único salteño. Luego integró el cuarteto vocal e instrumental “Querencia”. Editaron el disco “Esto es Querencia”, y se presentó en un teatro junto al guitarrista Gerardo Macchi Falú y al poeta Jorge Díaz Bavio. Más tarde grabó dos discos como solista: “Ya que han pedido que cante” y “Sangre gaucha”. Y uno más, a dúo, con Pucho González: “Coplas de ausencia”.
En cuanto a su vida profesional, se recibió de ingeniero agrónomo en 1993 y su primer trabajo fue para una empresa en Las Lajitas, Salta, como vendedor de insumos agropecuarios y compraba cereales. En 1998 pasó a otra empresa, Agricultores de Anta, haciendo el mismo trabajo, pero luego lo pasaron al departamento de producción agrícola. Fue en ese momento que decidió ser asesor técnico de empresas de modo independiente, tarea que realizó hasta el año 2012. Simultáneamente, también asesoró a una sociedad de Salta y Jujuy, que producía soja y maíz en Paraguay.
Pero cuando dejó de viajar, junto a su amigo y colega Fernando Battistella, armó su propia empresa, Escudero-Battistella y Asociados SRL, con la que ambos brindan servicios de asesoramiento técnico, de pulverización terrestre, total y selectiva, y administran y participan en sociedades de siembra. Los dispositivos de pulverización son los de Weedit, que leen la presencia de clorofila, y los de Weedseeker, que leen el índice verde. Esta tecnología permite un ahorro del 85% en el gasto de insumos y minimiza el impacto ambiental.
Cuenta Josué que en Las Lajitas ya hay algunas empresas que están haciendo Siembra Variable a gran escala. Y también varias están incursionando ya en la Fertilización Variable.
Dijimos que Josué, además, siempre tuvo un perfil solidario y de compromiso social: fue socio fundador de la Fundación Nutrir Salta, desde la que luego participó en la fundación del primer Centro CONIN en esa provincia. Luego fue presidente de “Fundación Nutrir Anta”, que tuvo un Centro CONIN en Las Lajitas y que funcionó durante 10 años, llegando a tener en asistencia permanente, a casi 100 niños.
Es bueno destacar que Josué fue muy amigo del periodista Carlos Bonduri, quien tuvo un memorable programa de TV llamado “Salta a la olla”. Los hermanos de este periodista crearon en Buenos Aires una marca de empanadas y locro, “La Casa de Salta”, siendo auténticos embajadores salteños en la gran ciudad. Desarrollaron una cadena de franquicias que vendían empanadas de masa casera, amasada con pimentón, y carne cortada a cuchillo, y un locro bien pulsudo, pero con un cuidado nivel de grasa y con ingredientes de buena calidad, que se ganaron el paladar de las clases media y alta. Hasta el Hotel Sheraton del barrio de Retiro ofrecía sus exquisitos productos criollos.
Josué vivió cuatro hitos en su historia artística: en 2003 César Isella lo invitó a cantar con él, en el escenario del festival de Cosquín y no se pudo negar. En 2007 cantó en público junto a Don Abel Mónico Saravia. Tampoco pudo, en el año 2008, rechazar la invitación del Chaqueño Palavecino, a cerrar con su espectáculo, el festival de Jesús María, donde cantó ante 40.000 personas. En 2017 cantó “Plaza 9 de Julio”, en el espectáculo “Notables”, en Salta, junto a Juan Carlos Saravia, quien además habló de su padre, porque fueron amigos.
También en 2007 Josué hizo realidad un sueño: el de grabar un disco junto a sus hijos. Pero la menor de los seis, era muy pequeña para cantar. De modo que sueña con grabar otro, esta vez con sus 6 hijos cantando junto a él. Y tiene dos sueños más, que pronto hará realidad: grabar un segundo disco con Pucho González, y además, anda con muchas ganas de grabar este año otro disco como solista.
El 17 de agosto pasado Josué cumplió 30 años de casado con Adela Merello Cornejo. Su hijo Josué, el mayor, es “millennial” y ya es ingeniero agrónomo. Se dedica a la agricultura de precisión para una importante empresa que tiene la representación de una famosa marca de maquinaria agrícola en Salta y Jujuy. Le asombra que su hijo tiene en su teléfono, en tiempo real, muchísima información del trabajo que van realizando cada una de las máquinas.
Dice Josué que tiene la esperanza de que algún día podrá concretar un viaje a alguna playa, con su familia completa, incluyendo a sus yernos y nueras. Esta vez decidió celebrar su aniversario de casado con un viaje de paseo a Ushuaia con su esposa, hace pocos días.
Josué nos despidió dedicándonos “Tal vez”, una canción interpretada por él mismo en guitarra y voz, cuyo autor y compositor es Martín Alemán Mónico.