La mayor parte de las divisas generadas por la Argentina provienen del sector agroindustrial en general y del complejo sojero en particular. Pero esa actividad se encuentra en riesgo y, por extensión, también lo está la Argentina toda.
La cuestión es que en los próximos años EE.UU. incrementará de manera progresiva el procesamiento interno de soja para atender la creciente demanda interna de aceite de soja destinado a la elaboración de biodiésel.
Si bien esa estrategia se diseñó años atrás con el propósito de cumplir con compromisos ambientales asumidos ante Naciones Unidas (“Acuerdo de París”), este año se aceleró ante el nuevo escenario geopolítico planteado por el conflicto ruso-ucraniano, dado que representa un factor clave para asegurar la independencia energética.
La producción de aceite de soja en EE.UU. se viene incrementando año tras año pero, más impresionante aún, es la proporción de esa producción que se destina a la elaboración interna de biodiésel. El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) estima que en 2022/23 un 45,6% de la oferta de aceite de soja se empleará para fabricar el biocombustibles, mientras que en 2021/22 esa proporción fue del 40,9% y en 2020/21 del 35,3%.
Muchas corporaciones petroleras estadounidenses se asociaron con compañías agroindustriales para asegurarse la provisión de aceite de soja destinado a la producción de grandes cantidades de biodiésel, el cual será empleado fundamentalmente para el transporte tanto terrestre como aéreo.
En junio pasado se inauguró en North Dakota, EE.UU., la planta elaboradora de aceite de soja y biodiésel montada por ADM y Marathon Petroleum Corp. No es el único caso. Se está construyendo una megafábrica de biodiésel en la localidad de Shell Rock, Iowa, en el marco de una asociación entre la petrolera Phillips 66 y una cooperativa local de empresarios agrícolas. Y Bunge tiene planes para ampliar la capacidad de producción de sus unidades industriales de Destrehan (Louisiana) y Cairo (Illinois) con el propósito de abastecer de aceite de soja a Chevron, que empleará el insumo para producir biodiésel.
Pero, claro, por cada tonelada de aceite de soja que produzca EE.UU., la contraparte de ese proceso será la obtención de cuatro toneladas de harina de soja, la mayor parte de las cuales, seguramente, se destinarán al mercado externo para competir fuerte con las colocaciones realizadas por Argentina, país que es, por el momento, el mayor exportador mundial del producto.
Es importante tener en cuenta que ese proceso está mitigado porque EE.UU. cuenta con escasas reservas internas de soja y este año la cosecha lograda de la oleaginosa será inferior a la prevista por inconvenientes climáticos.
También vale recordar que China no importa harina de soja y que, si EE.UU. comienza a competir con grandes volúmenes en el mercado internacional de ese producto, lo hará en los mismos mercados en los cuales participa la Argentina, que son fundamentalmente el sudeste asiático, Europa y Medio Oriente.
Bingo: Un “explosivo” informe del USDA hizo volar los precios de la soja y el maíz en EE.UU.