Frente al primer paro agropecuario de los productores agrícolas contra las políticas implementadas por el gobierno de Alberto Fernández (que desde que asumió hace tres meses subió las retenciones dos veces a la soja, llevándolas de 25 a 33%), la reacción desde el oficialismo parece de manual: se comenzó a fagocitar un supuesto enfrentamiento entre los enormes intereses concentrados que existen detrás de un poroto de soja y las demandas históricas de los pobres campesinos pauperizados que nos dan de comer todos los días una planta de lechuga.
La soja contra la lechuga. Un absurdo que solo puede suceder en este país y de la mano de una política que se niega a resolver sus conflictos con equilibrio y sobre todo con seriedad. Una política que abusa de los golpes bajos y parece andar de joda. Como si los problemas que enfrentaran los productores de soja no fueran parecidos a los que enfrentan los horticultores de los conurbanos: el acceso imposible al crédito, la falta de planificación territorial, los altos costos de los arrendamientos, la presión ambientalista, la falta de mercados que retribuyan adecuadamente los productos del campo y, sobre todo, la altísima presión fiscal, que es algo que sufrimos todos los argentinos de a pie.
Pero en fin, era de manual. Existen sectores del agro que suelen estar más ideologizados (más a la izquierda) que el de los agricultores pampeanos (más a la derecha) y que tienen una serie de intereses que a veces los ubican más cerca o más lejos del gobierno de turno.
No hay que olvidar que Alberto cedió todo el área de Agricultura Familiar a un frente de organizaciones campesinas, que ahora espera la reglamentación de una ley específica que, entre otras cosas, ordenó crear un “fondo de reparación” de 1.500 millones de pesos anuales. Es la reedición de una política que ya aplicó Cristina Kirchner con el nombramiento allí de Emilio Pérsico, quien por cierto no tuvo ni el talento, ni el tiempo ni las ganas de resolver la grave situación de los productores de lechuga. Pero bueno…
Desde parte de ese bloque, que agrupa desde el MTE Rural de Juan Grabois al Movimiento Nacional Campesino Indígena-Vía Campesina, la Federación Nacional Campesina (FNC), el Frente Agrario Evita, y la Agrupación Grito de Alcorta (disidente de la Federación Agraria), se emitió un comunicado que desde el vamos convoca a establecer diferencias entre dos campos que estarían en pugna: “No al paro de los Reyes de la Soja”, dice sobre la protesta que lanzaron las entidades de la Mesa de Enlace y que comienza esta medianoche. De allí a llamar a los productores de granos como los “reyes de la droga” hay un palmo.
La soja versus la lechuga. El hambre y las ganas de comer.
“Desde la UTEP agraria y junto a otras organizaciones donde confluimos miles de pequeños productores y productoras, comunidades campesinas e indígenas de todo el territorio argentino, queremos respaldar las políticas agro-alimentarias llevadas adelante por el gobierno nacional”, dijeron allí. Siempre se recomienda poner “miles” en este tipo de comunicados, para dar idea de una amplia representatividad, y más allá de que los productores de soja y los de lechuga hayan caído como moscas en estos últimas dos décadas, según consta en el último censo agropecuario.
“El nuevo régimen de retenciones, además de estar aprobado por ley, beneficia impositivamente a más del 70% de los productores sojeros además de impulsar y apoyar las economías regionales”, resume este comunicado, que adrede limita las razones de la protesta chacarera a la última suba de retenciones, olvidando la que ya se decidió en diciembre pasado.
Y enfatizaron los guerreros de la lechuga: “Rechazamos enfáticamente el intento de extorsión y desestabilización que algunos sectores concentrados y corporativos del agro han planteado en estas horas. Quienes hoy llaman al paro por aumento de 3 puntos porcentuales, solo aplicable a los 2.600 más concentrados empresarios de la soja, no tienen ningún interés ni compromiso con la situación de los medianos y pequeños productores y productoras. Entendemos que allí está expresada la voz de ellos, quienes fueran partícipes y beneficiarios por las políticas de devaluaciones y liberalización comercial del gobierno anterior, las cuales tanto han lastimado a nuestro pueblo”.
Desde esta lógica binaria, donde lo más importante es culpar al otro, la soja vendría a pertenecer a las huestes de Mauricio Macri, mientras que la modesta lechuga simboliza el frente nacional y popular encabezado por Alberto y por Cristina. No se confundan.
También de manual, ese frente de organizaciones “campesinas” atribuyó a los productores de soja (y otros granos, porque suele suceder que la soja suele rotarse con otros cultivos como el trigo o el maíz) ser la causa de todos los males de la economía, mientras que ellos -pobres víctimas del modelo de exclusión- claramente son parte de la solución.
La lechuga es justiciera, sin duda.
“Tal como nos hemos expresado anteriormente, entendemos que la implementación de una política de retenciones segmentadas y de compensaciones sectoriales y regionales es, además de absolutamente justa y consensuada, un paso esencial para una mayor justicia fiscal y distributiva, con miras en garantizar recursos para asegurarnos que nuestro pueblo coma y mejore la calidad y condiciones de vida de las familias de pequeños productores agropecuarios”.
Sacarle a la soja para subsidiar a la lechuga. Eso sí que está bien visto, aunque también haya miles de pequeños productores de soja a los cuales las retenciones le pegan en la nuca, así como enormes corporaciones que producen verduras de hoja y amasan fortunas.
Pero, en fin, así están planteadas las cosas en este Argentina donde los granos son malos y las verduras de hoja son el nuevo símbolo de las reivindicaciones de los pequeños productores minifundistas, que por cierto existen, son reclamos justos y en Bichos de Campo tratamos de mostrar todo lo que podemos.
Otra importante organización de pequeños productores especialmente hortícolas, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), se cortó del resto para trasladar a las calles esta pelea entre el poroto aceitoso y miserable que ostenta el agronegocio como estandarte y la simpática y justiciera lechuga. Por eso el martes, en pleno paro de sus colegas productores de granos, reeditará el “verdurazo” en Plaza de Mayo.
“Mientras la SRA y la CRA en la Mesa de Enlace convocan a un lockout patronal para paralizar la comercialización de cereales, los trabajadores y trabajadoras de la tierra realizarán un verdurazo para acercar alimentos al pueblo en Plaza de Mayo y en todo el país”, aseguró la UTT en un comunicado.
Hasta ahora, los verdurazos se habían realizado en tiempos políticos dominados por el gobierno macrista, como síntoma del malestar de este tipo de productores hortícolas hacia una política que -decían- los excluía. Bueno, ahora parece que la lechuga se ha vuelto maravillosamente oficialista.
La UTT explicó que su verdurazo intenta “dejar en evidencia que se están disputando dos modelos de país: uno corporativo y concentrado, que acapara tierras y recursos naturales, y otro solidario e inclusivo, que apunta a la soberanía alimentaria y a la garantía de derechos”.
Blanco o negro. negro o blanco. Soja o lechuga. El nuevo dilema argentino.
¿Qué dirán frente a esta grieta los hippies con Osde veganos de Palermo, que suelen cenar tofú con verduritas?
Pensarán sembrar 3.000.000 de hectáreas de lechuga?
Muchachos,que tal zi nos dejamos de joder de ambos bandos y nos ponemos a solucionar los problemas generados en su mayoría porno tener un País Federal,ese esel principal conflicto que tenemos desde que somos una República,entre comillas.