Con la decisión de no quedar involucrada en la disputa partidaria pero sí entrometerse en el debate político de fondo, la Fundación Encuentro salió al cruce de la posibilidad de que el Ministerio de Economía tome, mediante un decreto que podría salir esta semana, el control total y absoluto del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), para poder proceder así a un fuerte ajuste de su presupuesto y su personal. Desde hace rato que el Palacio de Hacienda pretende despedir a 1.500 trabajadores, el 25% del total, así como poner a la venta miles de hectáreas de campos de investigación.
Una de las integrantes de los equipos técnicos de esa Fundación, la investigadora cordobesa y ex vicepresidenta del organismo Nacira Muñoz, contó que la campaña lanzada por la Fundación tiene como objetivo discutir el fondo de la cuestión. “Nosotros decimos desde la Fundación que el camino no es destruir, que hay muchos otros caminos que son posibles”, indicó.
La Fundación lanzó incluso una campaña de concientización en redes sociales:
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En un documento más profundo sobre esta cuestión, la Fundación argumentó que “esta política de tierra arrasada” llevada a cabo por la gestión nacional de Javier Milei “ha debilitado organismos estratégicos del Estado. El INTA, que es clave para el desarrollo agropecuario; el INTI, que impulsa la tecnología y la calidad industrial; el SENASA, que garantiza la inocuidad y calidad de los alimentos; el INV que integra a la cadena vitivinícola acompañando la industria en el país; o el INYM, que regula y promueve la actividad yerbatera en el país y en el mundo. Todos estos organismos funcionaban bien, incluso todos con oportunidades de mejora. Son instituciones que articulan con empresarios, científicos, cooperativas, universidades, gobiernos locales y con el mundo generando no solo valor económico, sino también tejido social en todo el territorio nacional”.
Nacira, en una entrevista con Radio Perfil, apuntó: “Está clarísimo que desde que asumió este gobierno, con ese famoso decreto 70/2023, finalmente convertido en la Ley Bases, se institucionaliza en nuestro país un proceso claro de destrucción, que va mucho más allá de la simplificación de estructuras administrativas. Detrás de argumentaciones como racionalización o ajustes de los organismos públicos, hay otra intención, porque las instituciones públicas son pilares del desarrollo nacional”.
En ese sentido, recordó que el INTA se creó en el año 1956, “con la certeza de que este instituto sería fundamental para salir de una crisis muy compleja que transitaba la producción agropecuaria argentina, que era de baja rentabilidad, baja producción, baja tecnificación, en todos los ámbitos, en todos los sectores agropecuarios de aquella época”.
“Ese convencimiento y esa certeza de quienes fueron los visionarios que crearon esta institución, se transitó con complejidad. Pensemos que en esa época estamos hablando de un intermedio entre seis gobiernos democráticos y de facto que tuvo nuestro país. Pero había grupos que eran técnicos, especializados del Ministerio de Agricultura y funcionarios públicos que decían que era fundamental pensar en el largo plazo para salir de esa crisis”.
La investigadora y ex funcionaria agregó que entre quienes conformaron aquel primer INTA había funcionarios públicos pero también “muchos de ellos eran hombres pertenecientes a la Sociedad Rural Argentina. Tenían la certeza y estaban convencidos que esto era importante para promover el desarrollo agropecuario en nuestro país”, resaltó.
“¿Qué quiero referir con esto? Que en momentos de profundas crisis muchas veces destruir no es la solución, sino quizás fortalecer o crear”, enfatizó Muñoz, proponiendo otro rumbo al ajuste feroz que se plantea desde el Ministerio de Economía. “Muchos estamos convencidos de que, como sociedad en su conjunto, frente a las crisis es necesario fortalecer lo qué necesitamos. Hay que construir una perspectiva de futuro que es la que necesitamos para salir un poco del caos, de la angustia, de la coyuntura”, insistió.
-Ese INTA que se pensó en 1956, ¿no se deformó durante todos estos años? ¿No hay cosas que corregir? ¿Hay que hacer alguna autocrítica?
-Siempre hay cosas para corregir. Si hay una institución que es autocrítica esa es el INTA. Y lo es por varias razones. La principal razón por la que todo el tiempo intenta mejorarse es porque se cogestiona con el sector privado. Estamos constantemente en diálogo y en contacto y en articulación con sectores productivos privados, que nos plantean cuáles son los desafíos para modificarnos, para mejorarnos, para eficientizarnos. El INTA es muy autocrítico en este sentido.
“Por otro lado, también porque lo que hacemos es desarrollar investigación y extensión para promover procesos de innovación en todo el territorio nacional, desde la Puna de Atacama hasta la Antártida, desde el litoral hasta la cordillera. Hemos ido mejorando durante casi 70 años de existencia. En un momento de la historia del INTA se transitó un proceso de regionalización, para poder fortalecer los territorios. En otro momento de la historia también se profundizó en procesos de planificación. El INTA planifica qué hace, cómo lo hace, metodológicamente y para qué lo hace. Y ese qué, cómo y para qué lo construye en distintas instancias de diálogo con el sector productivo”, enfatizó la integrante de la Fundación Encuentro.
-Las cuatro entidades de la Mesa de Enlace y las universidades forman parte de la conducción. ¿Tiene que ver con eso?
-Esto es justamente lo que ahora intentan o amenazan transformar con el decreto, esta relación que ha durado y ha sido armoniosa en los últimos años. Pero desde la creación de INTA es por excelencia una institución que construye vínculos, que genera investigación, que genera innovación, que genera tecnología, pero que además construye organización y vínculos con el sector privado. Es un círculo virtuoso muy especial en nuestro país.
-¿Así que a ustedes en la Fundación Encuentro, les parece que esto es tirar su tiro en el pie, de algún modo?
-Totalmente. Nosotros decimos desde la Fundación que el camino no es destruir.