Cuando Bichos de Campo lo visitó, Néstor Miguel Delgado estaba por cumplir 86 años. La mayor parte de esa larga vida, desde hace más de 55 años, que mantiene el mismo hobby: criar aves de raza. Pero esta actividad llegó a su vida por una mera casualidad, ya que los primeros animales que compró en una exposición rural estaban destinados para el consumo personal. Recién cuando se dio cuenta del potencial de sus ejemplares, abandonó la idea de comer esas gallinas y se adentró en el mundo de las exposiciones.
“Yo tenía 29 años. Pasé por la Sociedad Rural de acá de Rauch y vi estos pollos. Me compré dos gallinas y un gallo y saqué muy buenos animales. Los vio un criador y cuando le dije que eran para comer, me dijo que podía mandarlos al Ministerio de Asuntos Agrarios para exposición”, contó el criador de la localidad bonaerense, que también ocupó más de la mitad de su casa en Rauch a montar jaulas, pasillos y más jaulas. Por suerte, su esposa Velma Galarraga lo banca y acompaña en todos sus viajes y aventuras.
En 1965, advertido de la calidad de los reproductores que había obtenido, un criador le ofreció a Delgado llevar sus pollos a una feria que aceptaba animales sin anillo, es decir sin la pequeña pulsera de identificación que se le pone a cada ave que es reservada para la cría. La sorpresa llegó cuando el primer y segundo puesto fueron para los pollos de este inexperto criador.
Por eso en 1966 decidió pedir los anillos para sus animales y un año después se anotó en su primera competencia oficial. “La primera vez que salieron dos animales de mi casa fueron a Benito Juárez. Me llegó un telegrama que decía que había sacado a la gran campeona de la exposición siendo la primera vez que mandaba. Desde ese día no dejé nunca”, recordó Delgado.
Y así, como quien no quiere la cosa, este hombre de los pagos rauchenses se volvió un experto en la cría de Plymouth Rock Blanco, una raza de gallinas muy vistosa que después se volvió característica de la zona, y hasta tuvo si primer club avícola en esa ciudad.
Ya en aquella ciudad “había muy buenos criadores y muchos, como 40 o 60. Mandaban a Palermo y sacaban premios en todos lados. La inquietud se contagiaba como me contagié yo”, señaló Delgado.
La actividad creció tanto que Rauch se convirtió en la Capital Nacional de las Aves de Raza, y así como otras localidades tenían su fiesta particular, esta ciudad bonaerense empezó a realizar periódicamente la fiesta nacional del Ave de Raza.
Nos contó Néstor, uno de los orgullosos criadores que todavía hoy se ocupan de mantener muy viva esa tradición, que la cría de estas aves es un trabajo de todos los días. Lo principal es la calidad de las instalaciones. Los animales deben estar protegidos de la lluvia, abrigados en invierno y con sombra en verano. Las raciones de comida que se dan dependen mucho de la edad del animal.
“Temes que estar dos o tres horas diarias, es lindo. No es que vivimos de esto, nadie puede vivir de criar esto. No perdés plata. Pero cuando el alimento es caro lo recuperas al vender al animal. Esto es un hobby”, afirmó Delgado, una de cuyas nietas ya ha montado su propio criadero.
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-Para enviar una de estas aves a una exposición, ¿entra en juego la intuición o hay parámetros?- le preguntamos al criador.
-Hay un estándar oficial (una suerte de guía para juzgar los animales) pero es de 1928. Estamos trabajando para tratar de hacer uno nuevo. Porque cambió incluso el tamaño desde que me inicié, ahora (las aves) son un poco más grandes. Cuando vas a la exposición, un jurado agarra uno de estos animales y empieza a mirar la cresta, la cabeza, la colilla – la parte del cogote- las alas, las patas. Lo mira completo para que sea parejo.
Luego de ganar múltiples trofeos, el paso de los años le dieron a Delgado la oportunidad de estar del otro lado de la mesa y ser jurado en numerosas competencias, incluso en el extranjero. En Uruguay llegó a evaluar casi medio millar de aves él solo. Hoy distingue con mucha facilidad cuando un ave está preparada para las competencias y cuando no.
-Si existiera un mundial de aves de raza, ¿Rauch estaría entre los primeros puestos?
-Sí, tranquilamente. Las aves de Rauch a donde han ido y a donde van quedan en los primeros puestos. Imaginate que han venido del Ministerio de Asuntos Agrarios para saber si era cierto lo que se les contaba.
A su casi 86 años Delgado sabe que ya no puede dedicarle el mismo tiempo a sus aves porque requieren de mucho cuidado y a veces también de esfuerzo físico. Pero tenerlas en su casa es quizás una de las motivaciones más grandes para seguir atendiéndolas.
Y a quien le pregunta si algún día lo va a dejar de hacer siempre le responde: “si no dejé hasta ahora, que me dejen ellas a mí. Mientras pueda las voy a seguir criando”.