Hay historias que solo pueden pasar a la orilla del Paraná. Una de ellas es la de un puerto que nació en Rosario, trabajó sus años, y después, cuando el tiempo lo dejó sin lugar, se fue a trabajar a La Paz, en el norte entrerriano. Allí lo reconstruyeron, pieza por pieza, los socios de la Cooperativa Agropecuaria La Paz.
Claro que un puerto no es más que muchos fierros, motores, cintas, norias e infraestructura, pero esos fierros también cuentan historias productivas. El actual puerto de la Cooperativa Agropecuaria de La Paz, se mudó casi 400 kilómetros río abajo, ya que la cooperativa lo trajo desde Rosario, Santa Fe. Ese puerto que ya no tenía lugar en Rosario, más de 25 años después, tampoco tiene lugar en La Paz, y está por apagarse para siempre, debido a que la institución se apresta a inaugurar otro, más grande y alejado de centro de la ciudad, poniéndole fin al visitante.
Uno de los responsables de esa proeza fue Efraín Catalín, a quien todavía hoy se lo señala como “el que se trajo el puerto”.
“En 1970, más o menos, se inaugura el puerto de acá, de embarque de la cooperativa, con maquinarias muy avanzadas para la zona. En su momento se cargaban barcazas”, cuenta Efraín, de pie junto a las viejas tolvas que aún miran el río. “Allá por el 90 y algo, fines del 90 o 2000, ese puerto estaba parado. Con el gerente que estaba en su momento había que reactivarlo, y bueno, primero empezamos a cargar con la mecanización que tenía, de 50 toneladas hora. Era muy lento”.
Por entonces, Rosario también cambiaba. Las zonas portuarias que habían quedado en medio de la ciudad debían correrse más al sur. “Salió en su momento la unidad 1 de Rosario, que estaba muy en la ciudad, y se empezaron a mudar. No sabían qué hacer con todas las máquinas. Estaba esta unidad 1, que era de AFA me parece, y fuimos hacia allá. Fuimos a desmantelar y traer lo que está hoy instalado acá”.
El movimiento fue monumental. Se desmontaron las viejas cintas, las torres, las estructuras metálicas, y todo fue trasladado a La Paz para darle una nueva vida. “Se compró la parte de embarque de unidad 1, se trajo y se montó para hacer más toneladas, porque la idea era abaratar un poco los gastos. Nosotros somos competitivos en la zona por la parte de embarque: todo lo que es cereal, la mayoría sale por barcaza”, cuenta Efraín a Bichos de Campo.
Esa decisión le permitió a la cooperativa ganar eficiencia y protagonismo regional. El puerto, que había empezado con 50 toneladas hora, alcanzó con las nuevas instalaciones las 250 o 300 toneladas por hora.
Mirá la entrevista competa con Efraín Catalín:
Pero el tiempo siguió su curso. La logística cambió, los productores acortaron las ventanas de siembra y cosecha, y la presión por operar más rápido creció. “Han cambiado muchas cosas —reflexiona Catalín—, porque nosotros año a año nos cambia todo. Hoy en día todo se hace más comprimido. Se siembra en un lapso de 15 o 20 días, tiene que estar toda la siembra hecha. Después, en la cosecha también: están las ventanas de buen tiempo y el productor trilla, tiene que trillar y nosotros tenemos que recibirlo en capacidad acorde al recibo, y el embarque también tiene que ser acorde a las toneladas de salida”.
Por eso, mientras el puerto actual sigue en pie, ya se proyecta uno nuevo. “Se está empezando a trabajar, a limpiar el predio donde va a ser el puerto nuevo. Ya están pensando en 600 toneladas hora. Prácticamente se va a triplicar la capacidad operativa del puerto nuevo con relación a este”.
Catalín lo dice con serenidad, pero hay una mezcla de orgullo y despedida en sus palabras. Fue testigo de aquel traslado insólito y también del auge que tuvo después. Ahora, lo ve llegar a sus últimos días, mientras la cooperativa prepara el recambio.
“Cada vez tenemos que ser más rápidos en todo para ser más competitivos y abaratar un poco los gastos, sobre todo los tiempos muertos de las barcazas”, resume.
Las obras del nuevo puerto de la cooperativa ya comenzaron, y se espera que comience a tener acción en los primeros meses de 2026.
A su espalda, el viejo muelle sigue mirando el río, testigo de una época en que un grupo de entrerrianos se animó a traer un puerto entero desde Rosario para volver a poner a La Paz en el mapa del Paraná.





