Frente al debate entre supuestos modelos agropecuarios en pugna que existe en el país (donde el tradicional modelo agroexportador es cuestionado desde corrientes que defienden la llamada agroecología), el investigador del Conicet Ernesto Viglizzo consideró que es bastante dañino hablar de buenos y malos, o de blancos y negros. Más bien consideró que se trata de una continua evolución en la que no existe un modelo fracasado o fallido, y mucho menos otro modelo que resuelva todos los problemas.
Viglizzo fue invitado por la empresa Profértil a debatir sobre “Cambios evolutivos e Innovación en el agro argentino”. En su charla trazó un recorrido por la evolución temporal de la agricultura y la ganadería argentina y habló de la existencia de dos supuestos modelos en confrontación: el agroexportador versus el agroecológico.
Pero, en este sentido, argumentó por qué a su juicio el modelo agrícola tradicional no es una experiencia fallida, como se ha pretendido instalar en los últimos años, aunque reconoció que necesita de un revisionismo en torno al uso de bosques, el uso de nutrientes del suelo y el uso de agroquímicos.
“El agro no es un sector estancado sino que viene evolucionando rápidamente. En los últimos 60 años hemos pasado de sistemas rudimentarios a sistemas mucho más avanzados que hoy vemos a diario”, dijo el especialista.
Se apoyó en una visión de Albert Einstein: “Él le indicaba a sus alumnos que les convenía evitar tres accidentes geométricos en la vida: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentalidades cuadradas. Estas ultimas son aquellas que pretenden imponer un relato y que no son flexibles a admitir la realidad de los tiempos que cambian”.
El ciclo de Profertil titulado “construyendo juntos la agenda verde 2030” ya ha tenido cuatro entregas. Podés mirar aquí la participación de Ernesto Viglizzo:
“Hoy que estamos un poco enfermos de relato, manejamos ideas y conceptos que tienen menos que ver con la ciencia y el conocimiento tecnológico y más que ver con una realidad inventada”, agregó el investigador del Conicet.
Como ejemplo, mostró la foto de un bife que aparece asociada a un proceso de deforestación. “Es una visión que maneja el veganismo a nivel internacional, mostrando que con cada tenedor que nos llevamos a la boca con un trozo de carne, estamos robando una fracción de los bosques del planeta”, explicó.
El investigador consideró que algunas élites académicas con influencia global argumentan que la agricultura moderna “es una experiencia fallida porque debido a sus costos crecientes, las modernas tecnologías agropecuarias encarecen a los alimentos y condenan a la hambruna a los países menos desarrollados”.
“El otro argumento que sostienen es en base a que el uso intensivo de insumos químicos, maquinaria y semillas OGM aumentan la emisión de gases de efecto invernadero, contaminan el agua y favorecen la deforestación”, añadió.
Para Viglizzo, “esas mismas élites sostienen que una agricultura agroecológica de bajos insumos y bajo costo garantizan la soberanía alimentaria y aseguran alimentos más baratos y nutritivos en los mercados locales. Se ha creado todo un relato acerca de estas ideas, que pueden tener un viso de realidad y que son compradas en todo el mundo, aún en los ambientes científicos, técnicos y académicos”, expuso.
El pensamiento de Viglizzo es que “las escalas de complejidad y conocimiento en las ciencias agropecuarias fue aumentando. Cuando yo era estudiante nuestro universo se restringía a resolver problemáticas puntuales de potrero. Al poco tiempo se introdujo el concepto de sistema productivo con una escala mayor de componentes que se relacionaban entre sí y luego se comprendió que esos sistemas generan cadenas agroalimentarias, las cuales están integradas por eslabones, desde la producción de insumos, hasta los productos del campo que pasan a la industria procesadora, el transporte y terminan en la góndola”.
“Todo esto nos da una idea de la complejidad. Tenemos una dimensión global en torno al sistema agroalimentario donde aparecen las relaciones entre países y regiones que regulan la oferta y demanda de alimentos”, indicó.
Reflexionó el experto del Conicet que “a los que estamos en la profesión agronómica nos ha tocado enfrentar una serie de cambios abruptos en poco tiempo que nos hacen ver que el problema que ahora debemos atacar es más intrincado que el que teníamos cuando estudiábamos”.
Y aseguró que “el relato sin datos puede distorsionar una realidad pero también debemos ser consientes que hay cambios en la dieta mundial. Un plato saludable debe integrar 50% de frutas y hortalizas, 17% de carnes, 26% de cereales y harinas, y en porcentajes menores lácteos, aceites y grasas”.
En ese sentido, indicó que “si miramos lo que producimos encontramos mega desajustes, porque producimos 17% de frutas y hortalizas cuando una dieta saludable demanda el 50%. Y producimos más cereales y harinas de las que se demanda y consumimos menos proteínas también”.
Ahora bien, ¿Es también una experiencia fallida el modelo agroexportador argentino?
“Ya de por sí la agricultura moderna será tema de discusión en la próxima Cumbre sobre Sistemas Agroalimentarios de la ONU. Si pensamos en nuestro modelo agroexportador, va surgiendo una grieta entre quienes sostienen que se debe potenciar el modelo tal cual está y quienes argumentan que hay que volver a un modelo de baja tecnología y baja producción”, describió Viglizzo.
En el trazado de un diagrama evolutivo de la agricultura argentina, el investigador declaró que desde inicios del siglo XX hasta 1960 o 1970 predominaba la agricultura pre-tecnológica con bajo uso de insumos. Luego, a partir de 1980 se incorporaron modelos vigentes en el mundo que representaban una agricultura de 1° Revolución Verde, con un uso intensivo de insumos, maquinaria moderna, aviones y genética potenciada hacia la productividad.
Pero en la ultima década, Viglizzo explicó que ese modelo agrícola fue cuestionado por los impactos sobre el ambiente, y entonces emergió la agricultura de la 2° Revolución Verde, de bajas tecnologías. Entonces entraron a jugar elementos de precisión, y las maquinas comenzaron a ser conectadas a satélites y computadoras con un uso mas riguroso de insumos para reducir el impacto ambiental.
“Esta es la etapa en la que estamos ahora y en el medio surgen alternativas tales como considerar sistemas no intensificados de producción, pero son visiones que empiezan a romantizar el proceso”, indicó.
En medio de este cuestionamiento al sistema agrícola, Viglizzo marcó la grieta más acentuada entre dos modelos en pugna: el de agricultura empresarial basado en la descentralización y el libre mercado, que mira a los mercados de exportación, a la tecnología y las Buenas Práctica Agropecuarias. Enfrente está el modelo de agricultura familiar, orientado a una centralización con control y subsidio estatal, mirando la soberanía alimentaria y la mano de obra, con el objetivo de tender a una producción agroecológica.
Dentro de esta ruptura de visiones, Viglizzo analizó las bases tecnológicas de uno y otro modelo. “Si analizamos los últimos 60 años, desde 1960 a 2020, de distintos productos agropecuarios, nos daremos cuenta que la producción de carne bovina aumentó 35%. Y ese proceso fue más notorio en la agricultura; el trigo aumentó su producción 3,5 veces respecto a la década del ´60”
“El maíz aumentó casi 12 veces más, y la producción de soja, un cultivo que no existía en la década del ´70 aumentó 90 veces más. Con lo cual, el modelo agroexportador argentino no fue una experiencia fallida sino que permitió ingresar divisas genuinas a la economía nacional pese a su cuestionamiento”, resumió.
Según Viglizzo, “si por el contrario Argentina volviera a una agricultura pre tecnológica, con menor uso de insumos y redujera los rendimientos de granos por hectárea en un 75% de los niveles actuales, para sostener una producción de 140 millones de toneladas y exportar excedentes, seria necesario expandir la frontera agrícola en unos 50 millones de hectáreas”.
“Si no podemos incorporar tecnología ni insumos, caerán los rendimientos, y para sostener un nivel alto de producción de granos no nos quedará más remedio que avanzar sobre tierras naturales con un inconveniente: hoy tenemos 33 millones de hectáreas de bosque nativo y necesitaríamos deforestar 50 millones más de hectáreas de bosque nativo para nivelar esa producción de granos que querríamos alcanzar con un sistema de bajos insumos, pero esas hectáreas no existen”, sintetizó.
Y agregó: “Argentina emite 117 millones de toneladas de carbono al año. Pero si deforestara sus bosques nativos en 10 años, sumaría otras 120 millones de toneladas de carbono al año. Ahí vale la pena evaluar dónde estaría el beneficio ambiental de volver a una agricultura pre tecnológica de bajos insumos y bajos rendimientos”.
Sin embargo, Viglizzo reconoció que más allá de que no considera que el actual modelo tecnológico agropecuario argentino sea un modelo fallido, sí debe ajustar algunas cuentas pendientes. “Esas cuentas se dan en tres factores: el uso de bosques, el uso de nutrientes en los suelos y el uso de fitosanitarios. Esos aspectos deben ser analizados”, consideró.
El cuadro comparativo constituye una falacia realmente extraordinaria, da vergüenza ajena la torpeza y la tendenciosa búsqueda de desprestigio . La falta de datos sobre la agroecología nada más es falta de lectura del “investigador” que demuestra una profunda ignorancia. La agricultura presenta una complejidad muy superior a lo que plantea la agricultura convencional. Su abordaje holístico ha superado conceptualmente la teoría de sistemas, que supimos leer cuando estudiantes y con entusiasmo en Viglizzo. El avance imparable de la agroecología solo es respondida buscando ridiculizar a sus promotores y con una total falta de conocimiento de sus fundamentos que nuevamente responde a la falta de lectura sobre sus fundamentos científicos. Los efectos de la agricultura convencional sobre el planeta son cada vez más graves y dramáticos. El negacionismo es rentable pero , literalmente, hace aguas cuando no se queda seco de argumentos, como el vencido río Paraná. A este decadente profesional y a todos los que realmente quieran saber qué es la agroecología les sugiero leer, como para empezar a desasnar, alguno de los resúmenes del SOCLA. http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/52154