La campaña triguera argentina 2025/06 avanza con muy buenas perspectivas ante la expectativa de un volumen de cosecha que algunos hasta se animan a ubicar por encima de los 25 millones de toneladas.
Sin embargo, para los encargados de originación de la industria molinera el volumen es un dato importante, pero ciertamente no es el único que define la suerte del negocio.
Para conocer de primera mano la situación del mercado, Bichos de Campo visitó la Fiesta del Pan que organiza el Molino Carhué en la Sociedad Rural local con el propósito de festejar toda la riqueza cultural, social y económica que en la región genera el cultivo de trigo.
El evento, que se extiende hasta mañana domingo y representa una de los acontecimientos más relevantes de la región sudoeste en esta época del año, cuenta con la participación de los integrantes de toda la familia de la comunidad agroindustrial regional, la cual está en gran medida relacionada con el cultivo y la elaboración de harinas y panificados.
“En términos de cantidad, somos muy optimistas con la cosecha de trigo, más allá del impacto de las heladas ocurridas en las últimas jornadas”, indicó Ignacio Uribe Echevarría, responsable de originación y calidad de Molino Carhué.
“A lo largo del año las lluvias fueron excelentes, mejores incluso de lo que hubiéramos elegido. Las temperaturas acompañaron y, hasta el momento, no hubo calores que afectaran la productividad; más allá de algunas zonas puntuales afectadas por heladas, se perfila una campaña muy buena en volumen”, apuntó.
En cuanto a calidad, también hay señales positivas. “El productor hizo un planteo muy profesional, con una nutrición ajustada y acompañando bien las lluvias. Esperamos que haya calidad además de cantidad, aunque hay que seguir de cerca el llenado de granos. Rendimientos muy altos suelen ir en dirección opuesta a la calidad, sobre todo en parámetros como gluten, proteína o peso hectolítrico”, aclaró.
Los primeros muestreos confirman el optimismo. “Los resultados son muy positivos”, explicó Ignacio. “Hay buena cantidad de espigas por metro lineal”, comentó.
El próximo gran test regional se llevará a cabo el 18 y 19 de noviembre, cuando la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca organice el Agrotur, un evento donde se monitorean lotes de trigo y cebada en La Pampa y el sudoeste y sur de Buenos Aires. Allí se recolectarán datos más precisos sobre el estado de la calidad de los cultivos de trigo para la campaña 2025/26.
Con años de experiencia en originación y calidad, Ignacio conoce los dos lados del mostrador. “No siempre la solución es más gluten y más W (fuerza panadera). Depende del producto que se quiera hacer: no es lo mismo una prepizza que un pan dulce. Cada panificado requiere una estructura reológica distinta”.
“Un exceso de parámetros de calidad de trigo también puede ser un problema”, advirtió. “Lo ideal es un balance equilibrado. Que no falte gluten, pero que tampoco sobre. En panadería artesanal, por ejemplo, un exceso puede complicar el proceso. Por eso, no siempre más es mejor”, comentó.
Si bien el trabajo de originación se realiza durante todo el año, la cosecha es un momento clave. “Ahí se concentran las negociaciones y aprovechamos para cerrar acuerdos anuales. Nos abastecemos de productores directos, acopios, cooperativas y corredores. Algunos acuerdos se basan en volumen, otros en calidad o en entregas escalonadas. Buscamos relaciones donde el negocio funcione para ambas partes”.
Ignacio remarcó que su tarea consiste en unificar intereses. “De un lado está el productor, con distintas zonas, manejos y variedades; del otro, los clientes, panificadoras y panaderos artesanales, cada uno con sus propias necesidades. Si el negocio no cierra para todos los eslabones, la cadena no funciona”.
La tarea de un originador y responsable de calidad, justamente, consiste en unir ambas partes, ofreciendo el mejor precio posible al productor para poder elaborar, con la mercadería recibida, las harinas con sus diferentes especificaciones.
En ese trabajo, el equilibrio de la ecuación económica es una gran parte del desafío. “De un lado tenemos el trigo, un commodity dolarizado; del otro, la harina, que se vende en pesos. Son dos ‘monedas’ distintas, y eso en la Argentina tiene su complejidad”, recordó.
Actualmente, Molino Carhué produce tres tipos de harina: la tradicional 000, la más refinada 0000 y una premium acondicionada. A eso se sumará una cuarta: una harina de fuerza, con alto W, pensada para panificados exigentes como pan dulce, focaccia o panes de masa madre.
“Estamos diversificando el portafolio para responder a nuevas demandas. Escuchamos al cliente y tratamos de ofrecerle productos diferenciales, sin perder nunca de vista la calidad del trigo con el que trabajamos”, concluyó.






