Ya no existe siquiera, la vieja casa “chorizo” de la calle Güemes al 3657, en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, que fuera testigo de inolvidables noches encendidas de guitarras y de folklore durante casi dos décadas. Algún vecino indignado, señaló un doble pecado social: que “no se cuidó el patrimonio edilicio y menos aún el cultural”. Porque en 2019 se demolió la casa y se levantó un moderno edificio, dando fin a la emblemática “Peña del Colorado”, que debía su nombre al color pelinaranja de su fundador, Esteban López, alias “El Colorado”.
El nombre de la peña fue puesto por sus primeros clientes, al ser cautivados por el afectuoso carisma de su anfitrión. El Colorado explica que siempre quiso recibir a aquellos primeros jóvenes -que eran universitarios de Agronomía y Veterinaria, y en su mayoría de extracción rural y provenientes del Interior del país-, como le hubiese gustado que lo recibieran a él, al llegar desde su Necochea natal a la megápolis capitalina.
“Es que nuestro país es eminentemente rural”, afirma Esteban López, quien por las vueltas de la vida, al suspender su oficio peñero de 30 años de vida nocturna, pasó a dedicarse a escribir notas agropecuarias y sobre nuestra cultura en este mismo medio. “Mi familia no es de origen campero –aclara Esteban-, pero no me explico por qué a mí desde chico me atrajo la tierra. Tanto, que mis padres siempre comieron de mi huerta, y donde ahora vivo, sigo cultivando de todo, para consumo familiar. Y yo, aprecié el folklore de grande, pero con tanta fuerza que hasta hoy es todo para mi vida, mi mayor fuente de felicidad”.
La razón de no continuar con las peñas se debió a que el Colorado se acababa de casar con una santiagueña -a quien había conocido en la misma peña- y ésta lo había convertido en papá. Mucha gente comentó en las redes que lloró al pasar por la vereda de la calle Güemes, al ver que estaban demoliendo la casona de 100 años, ya que esa peña fue un hervidero de la alta cultura folklórica de nuestro país.
Esteban habla de 30 años de vida peñera, porque antes de comenzar su actividad comercial de vendedor de empanadas y locro, participó durante 10 años del Movimiento del Buen Viaje en la realización de encuentros peñeros, pero que llamaron “galpones”, porque al principio se realizaban en éstos. Los hacían en barrios populares, llamados “villas miseria”, de la Capital Federal y el Conurbano, para dar un mensaje de vida a la juventud marginada por todo lo que conlleva vivir en la pobreza.
El necochense López dice con frecuencia que, luego de 40 años de vivir en Buenos Aires, se siente agradecido por la vida social que en ésta ciudad cosmopolita pudo desarrollar, y porque en ella hizo amistad con miles de personas que provenían, como él, del Interior del país. Esta gente es la que lo hizo enamorar para siempre del folklore argentino y latinoamericano. Tanto que, habiendo estudiado Filosofía, investigar sobre el origen, las raíces y las proyecciones de nuestras culturas se convirtió en una pasión para su vida.
Pero su única hija crecía y el Colorado sintió el deseo de criarla en un ambiente de pueblo chico, como lo fue su pago natal. Entonces hace dos años se mudó a San Andrés de Giles, sobre la Ruta 7, a apenas 30 kilómetros al Oeste de Luján, ante las insistentes invitaciones de sus amigos que organizaban la “Fiesta del Chancho Asado Con Pelo”. Paradójicamente, en vez de ir disolviéndose en el alma de los argentinos la memoria de su peña de Palermo -desde su cierre hasta hoy-, por el contrario, el deseo popular de recuperar ese espacio fue creciendo a niveles insospechados.
Tanto fue el reclamo de ex clientes y artistas de todo el país que, hace dos meses, un antiguo cliente y amigo del Colorado, Darío Donate, oriundo de Campana, lo convenció de reabrir su mítica peña. Pero esta vez en San Antonio de Areco, apodada “La Cuna de la Tradición”, el pago de Güiraldes y de su elegíaca novela, Don Segundo Sombra. Es que Darío integra en Campana, la Agrupación Pampa y Cielo, y lleva 34 años yendo a caballo, a la renombrada “Fiesta de la Tradición” en aquella ciudad.
Los nuevos socios concretaron la patriada en una bella casona ubicada sobre la avenida costanera Zerboni al 151, en frente a las canchas del Polideportivo. La casa se levanta en medio de una hectárea de parque, a la vera del río Areco y a apenas 200 metros del legendario “Puente Viejo”. “Sería imposible tener una mejor postal”, señala Esteban y agrega: “Cuando tuve la bellísima y tradicional peña de Salta, La Casona del Molino, descubrí que de cada 10 salteños, 9 cantan o tocan una guitarra, pero en Areco, no sólo muchos cantan, sino que todos bailan folklore y hasta danzas muy antiguas que no deben perderse”.
En la nueva Peña del Colorado, se puede guitarrear, danzar, comer, beber o matear, en medio de un paisaje rodeado de caballos pastando, mientras se puede contemplar el puente viejo, iluminado por el rojizo sol de un atardecer. “El amplio lugar cuenta con estacionamiento propio, corral para caballos, juegos infantiles, y proyectamos para dentro de poco tiempo, un sector de juegos de mesa para el Mate Bar, una feria de artesanos tradicionales, fogones para guitarrear, un piano, y algunas guitarras y bombos para quienes se olvidaran de llevar sus instrumentos”, indica Darío Donate.
También suele haber espectáculos con sonido. Ya ha pasado por allí la mayoría de los artistas jóvenes de Areco, como Fogoneros Dúo, Nacho Leguizamón, Charly Zaldívar, Alan Tapia, Francisco Zaldívar, Walter Ratto (además integrante de El Revire Dúo), pero también uno no tan joven, como Ricardo Leguizamón, que bien podría tomar la posta de Onofre Paz –líder de Los Manseros Santiagueños-, por el color de su voz y su caudal, de auténtica raíz santiagueña. También han pasado ya, Bruno Arias, los payadores Emanuel Gabotto y David Tokar, Aníbal Mon y Mauro Lontrato, Tato Díaz, Jako y Cuti y Roberto Carabajal. “Es que el espacio es tan amplio, que da para que coexistan diversas propuestas”, asegura el Colorado.
Está en la intención de Esteban y de Darío, brindar el espacio para las más diversas actividades culturales, como para eventos de empresas, jornadas, presentaciones de productos, promociones y de toda índole que se les vayan presentando. Por ahora, abren los viernes a la noche, sábados todo el día y los domingos hasta las 18, pero no descartan ir ampliando los días y horarios de apertura. Se pueden comer picadas, las clásicas empanadas salteñas, asado, locro, guiso de lentejas, cazuela de cordero, hamburguesas de vaca o de cordero y hasta pizzas a la parrilla.
Esteban López resaltó la solidaridad de los vecinos de Areco, como también de los músicos y cantores, sobre todo de los más jóvenes, porque los recibieron con sus brazos abiertos. Se emociona al contar que el gran dibujante y artista plástico, Miguel Ángel Gasparini, fue el primero en pintar 3 cuadros y dos murales alusivos, a cambio de nada, para apoyar el emprendimiento y darles la bienvenida. En la casa, se puede apreciar el cartel histórico que estuvo en el frente de la peña de Palermo, como también el cuadro de Mercedes Sosa que engalanaba el escenario –porque éste llevaba su nombre-.
Mientras tanto, la nueva Peña del Colorado en Areco se prepara para recibir al público durante los días 13, 14 y 15 de octubre, presentando el Fin de Semana Arequero con artistas locales. Y para la Fiesta de la Tradición, durante los días 8, 9 y 10 de noviembre. El día 9, a partir del mediodía, diversos artistas locales abrirán un espectáculo gratuito. Y en especial, el cantor surero Antonio Tapia recibirá con su canto a la reconocida cantora, Lucía Ceresani, quien además de interpretar su amplio repertorio surero, le cantará especialmente al Puente Viejo.
La Peña del Colorado había nacido en 1995, en la última casa chorizo que aún sobrevive en el barrio de Palermo Chico, ubicada en Salguero 3085, casi avenida Figueroa Alcorta. Todavía se puede ver la puerta original de hierro que abre el paso a un largo pasillo, porque la casa está detrás de una panadería. Esteban le iba a poner La Peña de Salguero al Fondo, pero se puso un delantal de color rojo y esperaba la llegada de los primeros jóvenes estudiantes de Agronomía, en su mayoría, provenientes del Interior de nuestro país. Y todos los concurrentes comenzaron a decir que iban a “La Peña del Colorado”. Tardó un tiempo, Esteban López, en reconocerse como el personaje de aquella historia que recién empezaba.
Por consejo de los primeros salteños, Esteban comenzó copiando el formato de La Casona del Molino, la peña más bella y auténtica de Salta, que años después cerró, y el dueño de la casa se la dio a él para administrar. Esta peña salteña ostenta hasta hoy el formato de guitarrear en las mesas, sin escenario ni sonido. Y fue el Colorado quien sacó los baños del patio colonial, poniendo a éste en su justo valor. También, con emoción y admiración aprobó la idea de que el estimado “duende” inglés, Kevin Joseph “Sammy” Duckworth, viviera en una habitación de La Casona. Cuatro años después, López la vendería al fracasar su mega proyecto de “La Peña Grande del Colorado”, en la zona céntrica de la Capital Federal.
Ese formato “casonero” generó en Palermo una explosiva concurrencia tal, de jóvenes oriundos de todas las provincias, que aquella peña le quedó chica al Colorado. Le sucedieron dos breves mudanzas hasta que halló una vieja casa en la calle Güemes 3657, entre Salguero y Vidt, siempre en el barrio de Palermo, donde permaneció más de 15 años, desde julio de 1998.
En esta última peña se aquerenciaron los guitarristas Jorge Giuliano, “Colacho” Brizuela y Luis Salinas, los bajistas Lalo Romero y Daniel Maza, Peteco Carabajal y León Gieco, las cantantes Mónica Abraham, la “Chiqui” Ledesma, Ricardo Vilca, Raúl Carnota, Chango Farías Gómez, Omar Moreno Palacios, Enrique Llopis, Nahuel Porcel, Julio Lacarra, Víctor Velázquez, Alfredo Ábalos, Carmen Guzmán, Suma Paz, Jorge Viñas, Pocho Sosa, Ramón Ayala, el salteño Fontova, los poetas “Nacho” Wisky, Alicia “Crest”, Leopoldo “Teuco” Castilla, el actor José Luis Serrano, “Doña Jovita”, y los hijos del Cuchi Leguizamón, entre cientos de personalidades de la cultura.
La brillante actriz mexicana, Adriana Barraza, que coprotagonizó los filmes “Amores Perros” y “Babel”, se casó con el actor argentino Arnaldo “Moky” Pipke -éste habitué de La Peña del Colorado-, y hacía sus reuniones con personal de Televisa, por las tardes en el Mate Bar, mientras funcionaban los talleres culturales para aprender telar, bombo, guitarra, aerófonos andinos, bailes folklóricos y mucho más. Regresaba de noche, con Edgar Vivar, el Ñoño, y se saludaban con Pelusa Suero, “la voz de Larguirucho”, para presenciar un espectáculo musical y después quedarse a las guitarreadas, porque podían llegar de madrugada, por ejemplo, Pedro Aznar, Tomatito o Skay Beilinson, a quien le gustaba interpretar ritmos litoraleños.
La Peña fue filmada tres veces para el canal Discovery Channel y figuró como uno de los 10 mejores lugares de Argentina, en la guía turística del viajero, más importante del mundo, Lonely Planet. El Colorado fue entrevistado por la Revista Gourmet Internacional de New York, la más importante de cocina del mundo, donde tuvo que plasmar tres recetas de su cocina criolla y regional. Otra de sus glorias fue lograr, por primera vez en la Argentina, que se sancionara en la Capital Federal la Ley de Peñas, que mandó a incluir este rubro comercial en el Código de Planeamiento Urbano, sentando precedente para todo el país.
Además, el Colorado convenció a una yerbatera de primera línea, que esponsoreara su Mate Bar, y la misma llegó luego a esponsorear más de 100 bares y restoranes de Capital y Gran Buenos Aires, provocando un verdadero fenómeno cultural, que lamentablemente no prosperó. La Peña del Colorado fue sede de los encuentros de poesía, “Lugar de decir”, llegando a figurar como uno de los más prestigiosos del país. Durante años, se presentaron obras de “teatro criollo”, narraciones orales de Los Cuentos de Don Verídico, y hasta Gabriel “Huayra” Castilla desplegó allí sus magistrales obras de títeres.
Hoy Esteban recuerda con ternura que cuando los jóvenes del Interior debían partir hacia Buenos Aires a estudiar, les recomendaban frecuentar La Peña del Colorado, porque allí no sufrirían el desarraigo, encontrarían cientos de nuevos amigos y hasta un amor de pareja. Es que los salteños, tucumanos, jujeños, catamarqueños y santiagueños, podían allí mascar sus sagradas hojas de coca con orgullo, y el Colorado los recibía con locro o carbonada, quesillo con dulce de cayote y nueces, o con miel de caña, a los del Noreste con chipá o mbaipí o ñoquis de mandioca, a los cuyanos con tomaticán con chichoca de tomate, y a los patagónicos con cazuela de cordero, etc.
Por su escenario “Mercedes Sosa”, su piano que fuera de Eduardo Lagos, los homenajes a Hamlet Lima Quintana, las presentaciones de libros -como Coplas al Canto, de Miguel Ángel Pérez-, sus lunes de Noches Solidarias, la entrega de premios “Cuchi Leguizamón” a los mejores artistas del año e infinidad de actividades, La Peña del Colorado se tornó en un lugar de expresión pura y genuina de toda la alta y profunda cultura argentina y latinoamericana, hasta con la presencia del brasileño Luiz Carlos Borges, los artistas peruanos, Lucho González, Carmina Cannavino, Patricia Sosa y el uruguayo Mandrake Wolf, entre muchísimos más.
Culmina Esteban López: “La Peña del Colorado ha resucitado, cual Ave Fénix, en San Antonio de Areco, en un tiempo muy crítico para la Argentina. Pero siempre he sostenido que las 18 peñas que he sabido fundar o refundar, han sido creaciones colectivas y que mi mérito ha sido saber escuchar y haber tenido la oportunidad de concretar sueños populares. Hoy son muchos los ex clientes y artistas que ya están aportando ideas y proyectos culturales, desde todo el país y desde el extranjero, para generar, como siempre, trabajo para muchos, a través de expresiones culturales que fortalecerán la identidad de nuestra gente, porque le dan sentido y la llenan de felicidad. Esto recién empieza y con mucha esperanza”.
Esteban “el Colorado” López y su socio, Darío Donate, eligieron dedicarnos el triunfo “El puente viejo”, con letra del poeta Osvaldo Andino Álvarez y música de Alberto Merlo.