La exportación de carne vacuna batió todos los récords en 2020, con más de 900 mil toneladas embarcadas, especialmente a China. Pero todo lo contrario sucedió con otro rubro ganadero tradicional de la Argentina: la carne de caballo. En 2020 la faena de equinos fue la más baja en décadas y, como aquí casi no se consume ese tipo de carne, las exportaciones también se derrumbaron estrepitosamente. Ahora son la mitad de las que eran hace 15 años.
En 2007, en efecto, la Argentina exportaba 33.235 toneladas de carne de caballo y lideraba con comodidad el comercio internacional de esa especie, que movía un total de 151 mil toneladas. Es decir, lel país aportaba 1 de cada 5 kilos de la carne equina comercializado entre países. En dólares, el negocio no era nada despreciable, a pesar de que el caballo siempre cotizó un escalón por debajo del bovino. Entraban al país cerca de 85 millones de dólares.
En 2019, doce años después de aquella fotografía, el comercio mundial se achicó a 117 mil toneladas, un 23%. Pero los envíos desde la Argentina retrocedieron mucho más, el 47%, para ubicarse en solo 17.483 toneladas. Es decir en la mitad. El ingreso de divisas, por efecto de mejores precios, no cayó tanto y se ubicó un 25% por debajo de 2007, en 63 millones de dólares.
Los datos oficiales disponibles para 2020 muestran que el negocio de la exportación de carne de caballo se desplomó mucho más en medio de la crisis del Covid-19. En los primeros once meses del año pasado, se exportaron solamente 13.039 toneladas por algo más de 42 millones de dólares. Cuando el dato final de 2020 se conozca, el derrape habrá sido de entre 25 y 30% solo el último año.
Con semejante derrotero, hace bastante rato que la Argentina dejó de ser ya la principal exportadora de carne equina del mundo. El mundo ahora prefiere comer los filetes proveniente de la brava caballería de Gengis Khan.
Mongolia, que casi no exportaba ese tipo de carne hace diez años, se posicionó como el principal exportador a partir de 2017. En 2019 exportó 28.735 toneladas, es decir unas diez mil más que la Argentina, relegada al segundo lugar.
En valor, la Argentina sigue luchando a gatas por el primer puesto, ya que los mongoles colocaron más carne pero a menor valor y sus ingresos fueron en 2019 por 54 millones de dólares. La explicación está en que mientras el país asiático vendió su carne a solo1,88 dólares por kilo, la Argentina lo hizo a 3,6 dólares, es decir el doble.
Lo más probable es que cuando cierren las cifras finales de 2020 Mongolia también haya superado a la Argentina en valor.
¿Y por qué cae tan fuerte la exportación de la carne de los caballos pampeanos? Básicamente por una retracción de la demanda internacional (históricamente se vendía mucho a Bélgica, que luego distribuía esa carne entre los diversos mercados de la Unión Europea) y los eternos problemas de competitividad de la producción argentina. Como en muchas otras economías agropecuarias, patean en contra el constante cambio de las reglas de juego, en especial cambiarias, y el efecto desaliento a los exportadores, por la persistencia de retenciones. La carne ovina es otro caso palpable.
Esta fuerte caída de las ventas al exterior también se reflejó en 2020 en los peores registros de faena de equinos en la última década, por lo menos. Según los datos del Ministerio de Agricultura, el año pasado fueron a los frigoríficos 85.287 caballos (y algunos burros y mulas), que al ser faenados dejaron 19.711 toneladas de carne res con hueso. El peso promedio de cada res fue de 231 kilos.
Como en la caída de las exportaciones, aquí también el ajuste fue violento en el año de la pandemia. Como en 2019 la producción de carne equina había llegado a casi 24 mil toneladas (con 104 mil cabezas faenadas), el desplome interanual se acercó a casi 20%.
Con solo 13 mil toneladas exportadas, ese nivel de oferta deja un abultado stock (al menos 5 mil toneladas) en poder de los frigoríficos, que podría volcarse al mercado interno si no se reactivan los embarques. Según los entendidos, la carne de caballo es algo más dulzona y roja que la carne vacuna. Pero difícilmente pueda distinguirla un consumidor común.
El 80% de los equinos que fueron enviados al matadero en 2020 eran caballos y yeguas. Suele suceder que algunos campos venden caballos viejos, de descarte, especialmente a ciertos “acopiadores” que andan recorriendo el interior y actúan de intermediarios con los frigoríficos. Pero a las plantas industriales ingresó también una nada despreciable cantidad de potrillos y potrillas (18%). Es decir 1 de cada 5 caballos faenados no había alcanzado la edad adulta.
La faena está muy concentrada en dos plantas: Una ubicada en Mercedes, Buenos Aires, que se llama Lamar SA y concentró el 42% de la faena el año pasado, mientras que el frigorífico Land L, de Río Cuarto, Córdoba, recibió el 40% de las cabezas. Marginalmente también operaron Solemar de Río Negro, con el 12%, e Infriba SA, de Buenos Aires, con el 6%. De este modo, Buenos Aires concentró casi la mitad de la faena.
Los 42 millones de dólares obtenidos por las exportaciones a noviembre pasado se repartieron entre Bélgica (con 15 millones), Italia y Rusia (con 9 millones cada una), aunque también hubo envíos menores a Japón, Kazajstán, Francia, Holanda, Suiza, Belarus, Alemania y Finlandia.
Este proceso de achicamiento vertiginoso del negocio de la carne quina coincide con un crecimiento del stock de caballos en la Argentina, al menos en las estadísticas oficiales. “Las existencias de équidos domésticos (caballos, burros o asnos y mulas) muestran un franco ascenso a lo largo de los últimos 10 años. Al mes de marzo de 2020 se encuentran registrados 2.696.254 équidos, lo que significa un crecimiento del 1,67% comparado a igual fecha del año 2019 y del 35% respecto de los registros del año 2011”.
Esto muestra a las claras que los propietarios de caballos se resisten cada vez más a la posibilidad de que sus animales -que cada vez se utilizan menos para el trabajo y más para las actividades deportivas y recreativas- terminen sus días en un frigorífico.
Aunque los equinos se encuentran distribuidos en, todo el territorio nacional. El 50,17% de las existencias se encuentran concentradas en las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Chaco y Entre Ríos. Oficialmente se estima que hay 214.206 establecimientos rurales que tienen uno o más caballos.