“Si queremos la guita en la arcas, hay que decirle a la gente que no van a poder comer carne hasta que no le aumenten los sueldos al nivel de 2015. ¿Están dispuestos los argentinos a no comer más carne para que los que venden las vacas tengan más plata? Es lo que hay que discutir”.
Así lo indicó la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en referencia al cepo exportador cárnico. Las declaraciones, realizadas durante el cierre de la campaña electoral de las PASO, están bastante reñidas con la lógica más elemental.
La “guita en las arcas” se supone que refiere a la generación de divisas por medio de las exportaciones, algo que, precisamente está restringido por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
En los últimos dos años, según datos oficiales, se perdieron casi 165.000 empleos en el sector privado, algo que, sumado a la aceleración inflacionaria, perjudicó de manera notable la capacidad adquisitiva de los argentinos. Difícilmente ese fenómeno esté relacionado con el negocio cárnico. Lo que sí está relacionado es la pérdida de salario nominal que están experimentando miles de obreros del sector frigorífico por el cepo cárnico.
En la ganadería ocurre algo muy particular: la “fábrica” del sector puede transformarse en mercadería comercializable en un abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, si se destruye la rentabilidad del sector, se atenta contra la capacidad productiva y, en algún momento, eso se traduce en escasez, y con la escasez viene la suba de precios estructural de la hacienda que, lamentablemente, termina perjudicando a los consumidores. Eso ya sucedió en el pasado reciente.
“Sí, es cierto porque la Argentina podía tener los ingresos, pero lo que tenemos que explicarle a la gente entonces es que no van a poder comer carne, porque la tenemos que exportar y no tienen la plata los argentinos. Pero no disfrazarla y decir que es una medida equivocada o de enojo con el campo. Con nadie. Obvio que si yo tengo vacas quiero poder venderlas al precio dólar y es obvio que tal vez gane menos. El problema es qué hacemos: ¿te dejamos que vos ganes menos, lo que quieras, y que nadie coma carne? Pero esto es lo que tenemos que discutir y no tiene que enojarse nadie pero no hay que disfrazar la discusión”. Cristina textual.
En la industria cárnica ocurre algo muy particular: se compra un insumo que debe desarmarse para fabricar múltiples productos, algunos de los cuales son más aptos para el mercado interno, mientras que otros son bien recibidos en muchos destinos externos. Hay cortes para todos y todas. Aquellos que conocen un frigorífico por dentro saben que no existe antagonismo alguno al respecto, a menos que alguien quiera introducirlo por motivos ideológicos.
Si a los argentinos no nos alcanza el dinero para vivir, es porque el valor de la moneda argentina se viene depreciando año tras año, es decir, no es que “suban” los precios de las cosas, sino que los papeles de colores que tenemos en el bolsillo van a camino a valer menos que la tinta con la que están impresos.
Justamente, restringir las exportaciones con el propósito de intentar que el dinero alcance es disfrazar el problema, dado que el problema no es el déficit de oferta de carne, sino la inflación, que no es otra que un impuesto indirecto que el Estado aplica a la población.
“Viendo LN+ estaban discutiendo el tema de la carne. Decían que es una mala medida del gobierno, porque no se entiende, que son vacas de conserva. En realidad las que se iban para afuera eran de conserva, vacas viejas. ¿Así que todas las que se iban en la exportación eran viejas? Bueno, mirá. Entonces me parece que en el campo tenemos un geriátrico en lugar de producción vacuna, porque China, que es el gran jugador, el gran jugador que está jugando ahora, se lleva el 75% de lo que produce la exportación. El 75% de lo que se exportaba en carne, hasta que Alberto tomó la medida, iba a China.”. Cristina textual.
El “corned beef “ era el producto cárnico bovino que generaba el mayor requerimiento de mano de obra al integrar a la industria frigorífica con la de la hojalata. Era un alimento reconocido y demandado en mercados europeos y africanos. Era una manera de valorizar una categoría denominada “vaca conserva” porque, precisamente, se hacían conservas de carne con la misma. Pero esa industria colapsó en la década pasada con la primera intervención del mercado cárnico vacuno instrumentada entre 2006 y 2015. Algunos le siguen diciendo, por costumbre, “vaca conserva” a la vaca de descarte, pero lo cierto es que ya no se producen más conservas cárnicas.
En el campo hay un “geriátrico” de vacas luego del cepo cárnico que impide fundamentalmente exportar cortes congelados a China elaborados con vacas de descarte. Antes del cepo, esa categoría tenía un precio muy atractivo, por lo tanto, los rodeos de cría y lecheros tenían incentivos para renovarse a un gran velocidad, de manera tal que, año tras año, eran más productivos y eficientes. Así que el crecimiento de la edad promedio de los rodeos es culpa de la política de Alberto y Cristina. Y también son culpables de la alegría de los ganaderos y frigoríficos uruguayos, que aprovecharon la “retirada” argentina para hacer grandes negocios. Felicitaciones.
Igual se van a cagar de hambre. Ni polenta, solo torta fritas con harina regalada por el estasdo.